“Hay palabras marcadas a cuchillo en el alma que sólo pueden leerse aullando. Ahogarse en el océano de desamparo que deja un niño muerto, un niño dolorosamente macerado, un niño que la hizo perder todas las batallas, que su masacre la convirtió en esclava de un llanto eterno…”.

Licenciada en composición musical por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Débora Hadaza ha sido publicada en las antologías “Quinto Concurso de Cuento Corto de Escritoras Mexicanas” (FENALEM), “Mujeres con mala Reputación” ( Red de escritoras de Michoacán); “Mujeres que besan” y “Los desvaríos de mi boca” (Escritoras sin Fronteras y Códice Ediciones); “Con la sazón de mi abuela” (Punto G Ediciones); “La vida con lazo rosa” (Asociación de Mujeres de San Quintín); y “Ruge como niña” (Tinta de Sangre Ediciones), entre otras.
Segundo lugar en el Concurso de Cuento del Centro Cultural Elena Garro, en el 2022, con su cuento “Fiebre o río”, es autora de los libros “Histerias de la Memoria” (Endora, 2018), “Yo soy voz y trucos para no enloquecer” (Cartopirata Ediciones, 2020), e “Hysterias de memoria, pulsión y olvido” (Editorial Akera, 2022): 23 cuentos protagonizados por <<mujeres violentas y violentadas, mujeres madres aburridas, odiadas, amantes, en un conflicto mortífero o vital, con esta posición. Mujeres criminales, mujeres víctimas de criminales, mujeres que luchan por vivir o morir de la manera menos indigna. Mujeres enamoradas, confundidas, huyendo. Mujeres que pelean con y por otras mujeres, mujeres que a veces son gatas, llenas de lujuria y anhelo de vivencias extremadamente sexuales, físicas, pero profundamente espirituales, con una insistente pulsión de muerte, con un deseo ferviente de marcar la memoria, pero también de por fin alcanzar el olvido>>.
De reciente aparición es “Historias de horror doméstico” (Ediciones Morgana México; Colección Loba Madrina): una colección de cinco cuentos en donde el peligro está en el hogar, en el espacio común amado y conocido; en ese momento abyecto en que lo propio deviene extraño, lo siniestro que nos agobia con un rostro feroz, incluso asesino, que jamás habíamos visto, del que hay que escapar si se quiere salvar el cuerpo, la cordura, la noche y tal vez el futuro.

Y cierra Hadaza: “¡Hay que salvar la noche! Debo salvar la noche y tal vez el futuro, despertar, escribir y, tal vez, —por favor, ojalá—, volver a dormir. Quizá poner en letras ese casi terror nocturno lo ahuyente, quizá ahora la almohada no se suma en ese río incalculable de lo incierto. Tal vez…”.