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Según rumores de Internet, los Labubus estarían inspirados en el demonio Pazuzu

Vivimos en un mundo desencantado, sin magia, donde, si buscas lo sobrenatural, casi por fuerza has de conectarte a Internet. Sin embargo, la realidad habitada por hadas, duendes y, por supuesto, demonios sigue despertando la curiosidad de los posmodernos.

La cultura pop, con su esoterismo de masas, está sobrepoblada de seres de encantamiento tanto celestiales como infernales.

Y una de esas criaturas imposibles quizá te sirva de llavero, adorne tu cama y se la hayas regalado a alguien un 14 de febrero.

Según rumores de Internet, los Labubus estarían inspirados en el demonio Pazuzu

En efecto, hablamos de los Labubu. Estos muñecos de pícara sonrisa canina, con cuerpos afelpados que imitan a los conejitos de peluche, vuelven a dar de qué hablar, y no precisamente por coleccionismo (aunque, como artículos casi de culto, ciertas ediciones especiales se subastan en cientos de dólares). Muchos revendedores inflan deliberadamente sus precios, y no falta quien esté dispuesto a pagar, por ejemplo, un Labubu de la colaboración con Coca‑Cola por cinco o hasta diez veces su valor de lanzamiento.

Al igual que ocurre con las tarjetas de Pokémon, muchos Labubus valen no por su costo de fabricación, sino porque legiones de fanáticos de todas las edades los codician. El coleccionismo, esa idolatría posmoderna, constituye todo un culto a piezas cotizadas por la adicción que provocan.

Pero, como decíamos, en redes sociales los Labubus vuelven a ser tema de conversación debido a un rumor que, aunque no pasa de ser especulación colectiva sin sustento ni fuente fidedigna, resulta sintomático de cómo estos muñecos se han convertido en un fenómeno cultural global: un culto posmoderno.

Según rumores de Internet, los Labubus estarían inspirados en el demonio Pazuzu

Y todo culto, por pseudorreligioso que sea, necesita mitos disfrazados de rumores (o tal vez rumores disfrazados de mitos). Ya se había conjeturado que los Labubus estaban inspirados en seres demoníacos de la literatura precristiana del norte europeo. Ahora, algunos internautas les encuentran parecido con el demonio mesopotámico Pazuzu; sí, el mismo Pazuzu del que tanto se habló en los años setenta gracias a su aparición en la película “El exorcista”, como el ente que poseyó a Regan MacNeil.

En la mitología mesopotámica, Pazuzu era un demonio guardián. Rey de los demonios del viento, se decía que protegía contra el acecho de otra entidad aún más temida: Lamashtu, la devoradora de niños, hija del dios del cielo y de la diosa de la tierra. Infanticida y caníbal, Lamashtu no sólo devoraba a los pequeños, sino que también arremetía contra sus madres; estéril y envidiosa de la fertilidad humana, provocaba abortos.

Para repeler sus ataques, las creencias mesopotámicas aconsejaban emplear estatuillas de Pazuzu: combatir mal con mal. Este engendro infernal no podía ser más ominoso: rostro desdibujado, cuerpo humano, alas de águila, cola de escorpión y garras de león; más quimérico, imposible. No obstante, esta horrenda figura se invocaba para librarse de otras acechanzas demoníacas.

Según rumores de Internet, los Labubus estarían inspirados en el demonio Pazuzu Représentation du démon assyrien Pazuzu. Début du Ier millénaire avant J.-C. Bronze ; H. : 15 cm. ; L. : 8,60 cm. ; Pr. : 5,60 cm. MNB467

Forzando similitudes y con todo el poder de la imaginación, esta representación de demoniaca eólica sí guarda algunas semejanzas sobre todo faciales con los moderno labubus: sonrisa canina, orejas puntiagudas, ojos hundidos; ponle un cuerpo mullido, de peluche y casi tienes un labubu, uno muy aterrador que podrías utilizar, como los antiguos mesopotámicos, como talismán para protegerte de otras entidades oscuras.

Descrito como vencedor de demonios, Pazuzu adquirió ese carácter de “diablo de la guarda” al que se le pedía amparo contra los males y maldiciones provenientes de otros seres infernales.

Según rumores de Internet, los Labubus estarían inspirados en el demonio Pazuzu

Es innegable que existe un esoterismo de masas que alimenta el imaginario religioso posmoderno; no nos sorprenda que, a partir de él y del caso particular de los Labubus, empiecen a circular en Internet relatos de hechos sobrenaturales atribuidos a estos personajes creados por el ilustrador hongkonés Kasing Lung.

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