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La cultura si no tiene ciencia, está manca: Sarukhán

En la colonia Doctores, de la Ciudad de México, se ubicaban las casas “El Buen Tono”, construidas por la cigarrera del mismo nombre y las cuales eran una especie de villa pequeña y segura donde José Sarukhán Kermez vivió su infancia. Fue una época esplendida, dice, y “con un grupo de niños montábamos a diario en bicicletas o patines, jugábamos tochito o en lo que realmente era bueno: las canicas”.

Son los recuerdos de quien es el primer doctor de Ecología en México, ex rector de la UNAM, integrante de El Colegio Nacional, multipremiado investigador, gran divulgador de la ciencia y autor de varios libros. Además, es el titular de  Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y de sus cargos o galardones, asegura: “Nunca busqué ninguno de los reconocimientos o puestos que tuve el privilegio tener, excepto para el segundo periodo en la Rectoría de la UNAM, una decisión que tomé un mes antes de que iniciara el proceso de auscultación”.

“LOS SOLDOMINIOS”

José Sarukhán cuenta que nació el 15 de julio de 1940, sus padres fueron Arturo Sarukhán  y Ángela Kermez. La infancia y adolescencia, los primeros 18 años de su vida, estuvieron en las casas de El Buen Tono –ya no existen y hoy son los condominios que conforman la Unidad Habitacional Morelos. Se les conoce como “Los Soldominios”.

¿Cómo fue su infancia en esas casas?

-Ahí crecí. Fue un lugar espléndido para vivir la niñez, porque se podía jugar sin peligros, como si estuviéramos en un pedazo de ciudad sin coches. Se conformaba por cuatro manzanas de casas, residía en una de éstas. Mi padre hacía zapatos en casa, con un ayudante, y esta actividad generaba los recursos para la familia. Cuando tenía ocho años, mi papá murió a causa de un cáncer. Los dos últimos años de su vida estaba en tan malas condiciones que no pude convivir más. De hecho, mi relación fue muy corta, pero afortunadamente los pocos años que interactúe con él, generaron una relación enriquecedora. Uno guarda en la memoria esos momentos, aunque breves, muy significativos.

-Lo anterior es algo que lamento mucho, pero así es la vida. Mi madre y mi hermana Teresa se hicieron cargo de los gastos. Teresa dejó de estudiar diseño en la Universidad para trabajar, y mi madre montó, en la colonia Juárez, frente al Mercado, una zapatería. Era la continuación del oficio de mi padre. El negocio se llamaba “Arturo” y estaba en la calle de Abraham González. Los sábados, porque los domingos no abría, por las tardes estaba ahí cuidando a mi mama.

- Para ese tiempo, cursaba la primaria en el Colegio Cristóbal Colón, una escuela de paga y en la que continuaría hasta la preparatoria. La razón de por qué estudié ahí, es que mi padre tenía buena relación con don Juan Bulbulian, uno de los hermanos de esa escuela cristiana, a quien ayudó a traducir textos del griego al español. Mi papá hablaba ocho idiomas y conocía bien el griego. Por esa relación y a su muerte, mi madre fue a comunicar que tenía que salir del colegio porque no teníamos dinero, pero ellos se hicieron cargo de mi educación a lo largo de la primaria, secundaria y preparatoria. Así transcurrieron los años hasta que entré a la UNAM.

-Tuve una educación adecuada. Siempre estaba en los primeros lugares de la clase, pero además fue muy importante ese periodo porque estaban los scouts, El Grupo 6, al que entré y seguí toda la secundaria, la prepa y un año de la Universidad, o sea, seis años, un tiempo muy rico y formativo, además de ser un elemento que me permitió tener otra manera de relación con los jóvenes y la naturaleza, lo cual probablemente haya incidido en mi atractivo hacia la biología.

- Otro elemento significativo fue la relación con el profesor de Biología de la secundaria: Antonio Carrillo, espléndido maestro y un artista del dibujo que ilustraba sus clases. En ese tiempo no había transparencias ni Power Point, ni acetatos, entonces la forma de ilustrar lo que decía era con dibujos en el pizarrón. Me impactaba la calidad de lo que hacía gráficamente.

¿Cuáles eran sus juegos de niño y adolescente?

-Esas casas, esas calles y esos años fueron el entorno de una infancia plena: los niños que ahí vivíamos jugábamos todo el  tiempo montados en patines, en bicicleta, o al jockey con los bastones de viejito, al tochito o las canicas, en donde era realmente bueno.

Su infancia y adolescencia transcurren en este ir y venir de estudios, juegos, campamentos  y sábados de zapatería.  Al terminar la preparatoria, que cursó en 1956 y 1957, porque en ese tiempo era de dos años, en 1958 ingresa  a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la carrera de Biología. Y algo que fue muy emocionante y formativo para José Sarukhán Kermez, es que desde niño le gustaba mucho leer. En la zapatería, cuando estaba con su mamá, Ángela, leyó todas las obras de Emilio Salgari.

- Me sigue pareciendo una maravilla cómo evoluciona  el cerebro de todos los organismos, porque los humanos no somos los únicos que vemos colores,  escuchamos sonidos u olfateamos aromas. Para eso había que estudiar neurofisiología, pero no había un lugar para hacerlo. Tendría que ser médico y eso nada me atraía. Por eso acabé  escogiendo Biología y las instituciones eran la UNAM y la escuela de Ciencias Biológicas del IPN. Entonces pensé: la UNAM me queda más cerca de la casa; y, segundo, tenía poco de inaugurada Ciudad Universitaria. Visitar el campus me embobaba. La primera vez que conocí la Facultad de Ciencias, ¡pues todavía más! Sentí que era el mejor sitio del campus universitario.

- Entonces decidí inscribirme a la UNAM. En ese tiempo no se requería examen para ingresar, únicamente una prueba médica y la pasé. Mi generación fue, con la de los físicos de ese año, 1958, en las que hubo dos grupos en el primer semestre ¡de repente se duplicó la matricula!, y claro al año siguiente la mortalidad académica fue del 50 por ciento: sólo quedó un grupo.

En este punto, José Sarukhán recuerda sus clases y dice que el enfoque dominante en la UNAM era como del siglo XIX en esos años de 1958 a 1961. “Terminé la carrera y nadie nos explicó que seis o siete años antes se había descubierto el ADN ¡qué tal para una carrera de biología! Cuando pienso  eso digo "caracoles", era una visión muy parroquiana en ese tiempo”.

En la próxima edición, hablará sobre los maestros de antes y su forma tan diferente de impartir clases, comparados con los docentes en pleno siglo XXI.

FRASE

-El Buen Tono- , “Ahí crecí. Fue un lugar espléndido para vivir la niñez, porque se podía jugar sin peligros, como si estuviéramos en un pedazo de ciudad sin coches”,José Sarukhán Kermez, Primer doctor de Ecología en México

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