Mis muy estimados lectores, detractores y amigos: como siempre, es un enorme gusto saludarles y reencontrarme con ustedes a través de este espacio de democratización del conocimiento, la información, el diálogo y la interacción social. Este lugar nos permite estar en avant-garde en los ámbitos académicos, sociales y culturales, además de adquirir uno que otro nuevo aprendizaje.
Hoy estoy sumamente emocionado de presentarles esta columna. Les cuento que, por cuestiones académicas y profesionales, recientemente he estado muy cerca de la vida y obra de uno de los personajes más importantes, relevantes e icónicos de la ciudad de Guadalajara y, en general, de México: un visionario en fe, gestión y estrategia. Se dice que, si Guadalajara tuviera un apellido, sería el suyo. ¿Ya saben de quién hablo? Sí, de Fray Antonio Alcalde y Barriga. Por ello, les presento un recorrido por su vida, obra y relevancia actual. El estado de Jalisco, la zona metropolitana de Guadalajara, la Universidad de Guadalajara, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, entre otras instituciones de relevancia social, se han dado a la tarea de recuperar el legado histórico de Fray Antonio Alcalde. En este esfuerzo, han contribuido documentos esenciales como su bibliografía, que se enriquece diariamente con descubrimientos que acercan su figura a nuestro presente.
Fray Antonio Alcalde y Barriga nació el 14 de marzo de 1701 en Cigales, Valladolid, España. A los 16 años ingresó a la Orden de Predicadores (Dominicos) en el convento de San Pablo de Valladolid, donde desarrolló una carrera eclesiástica basada en la enseñanza y el compromiso social. Su formación dominica marcó profundamente su pensamiento humanitario y su dedicación al bienestar de las comunidades que sirvió. Por esto también es conocido como "el Fraile Predicador".
En España, dedicó su vida a la enseñanza y dirigió varios conventos, entre ellos el de Santo Domingo en Zamora y, en 1753, el de Jesús María de Valverde en Fuencarral, Madrid. Fue en Valverde donde, en 1760, conoció al Rey Carlos III, quien quedó impresionado por la austeridad con la que vivía: un lecho de tablas, libros sobre una mesa, un crucifijo y una calavera. Ante la necesidad de presentar al Papa un candidato para el obispado de Yucatán, el rey sugirió al "fraile de la calavera", un apodo que acompaña a Fray Antonio hasta nuestros días (Patronato del Centro Histórico).
En México, fue nombrado Obispo de Yucatán por Carlos III. Entre 1763 y 1771 enfrentó graves crisis sanitarias derivadas de la pobreza y las plagas que afectaban la región, promoviendo prácticas humanitarias y pastorales. Más tarde, en su obispado en Guadalajara (1772-1792), Fray Antonio dejó un impacto duradero en los ámbitos de salud, educación y vivienda. En salud, promovió la construcción del Hospital de San Miguel de Belén, hoy Hospital Civil de Guadalajara, diseñado para ofrecer atención médica gratuita a los sectores más vulnerables. Este hospital, una de las instituciones de salud más antiguas de México, sigue funcionando y recientemente fue objeto de importantes renovaciones en infraestructura para fortalecer la atención médica de alta especialidad.
En educación, Alcalde fundó en 1792 la Real Universidad de Guadalajara, la segunda universidad en la Nueva España tras la Universidad Nacional. Hoy, la Universidad de Guadalajara sigue siendo un pilar educativo y cuenta con un monumento a Fray Antonio en el Edificio de Rectoría General (Enciclopedia UDG).
Durante mi reciente exploración del "Guadalajara Antiguo", pude constatar que muchas de las obras de Fray Antonio aún resuenan en la vida de la ciudad. Desde los edificios y trazos de calles hasta plazas y jardines, todo cuenta su historia. Como devoto de la Virgen de Guadalupe, inició en 1777 la construcción del majestuoso Santuario de Guadalupe, que marcó el nacimiento de un barrio hermoso y vibrante. También inauguró el Jardín Botánico en 1787, frente al Hospital Civil, para cultivar plantas medicinales destinadas al alivio de los enfermos. Su visión educativa lo llevó a rescatar el Beaterio de Santa Clara, que dio origen al Colegio de Caridad y Enseñanza, ofreciendo una educación de calidad a niñas. En 1773, como respuesta a la necesidad de vivienda, Fray Antonio diseñó el primer conjunto habitacional popular en Hispanoamérica: las cuadritas, 158 vecindades destinadas a albergar a 1,500 familias en 16 manzanas, urbanizando las zonas norte y sur de Guadalajara. (Legado Alcaldeano; Tomás de Hijar Ornelas).
Fray Antonio lleva siglos siendo un personaje digno de estudios. En los últimos días, se le ha dado un interés particular por su relevancia en tiempos actuales, con iniciativas como “Legado Alcaldiano” y el “Grupo de Amigos de Fray Antonio Alcalde”, conformado por estudiosos conocidos como "Alcaldeanos", entre los que destacan: el Pbro. Tomás de Hijar, el Pbro. Dr. Rubén Rodríguez, el Mtro. Enrique Ibarra, la Dra. Adriana Ruiz, el Cango. Pbro. J. Guadalupe Dueñas, la Lic. Martha Vallejo, el Mtro. Héctor Raúl López, el Mtro. Enrique Alfaro, el Mtro. Pablo Lemus, entre muchos otros tapatíos, mexicanos y extranjeros.
Existe un enorme compromiso por el reconocimiento de Fray Antonio, su dedicación a la fe, la dignidad humana y su enfoque en el bienestar colectivo. Su legado social permanece hasta nuestros días como un modelo de referencia humana. Como datos curiosos, es el único español en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, cuenta con un himno propio, dos elogios fúnebres y múltiples reconocimientos. Entre los títulos recomendados para quienes deseen saber más están: “Documentos fundatorios de la Universidad de Guadalajara” de Luis Rivera; “Noticias del fraile de la calavera: Antonio Alcalde y Barriga en Guadalajara” de Laura Castro Golarte; “Forjadores de la grandeza jalisciense” del Instituto Cultural; y “Fray Antonio Alcalde: Una historia viva” de Tomás de Hijar Ornelas.
Fray Antonio nos inspira a buscar lo mejor de nosotros mismos, tener actitud y a ayudar a quienes más lo necesitan. Que su ejemplo sea, para ustedes, un rayito de luz que ilumine cada mañana.
Jorge Alejandro Peña Landeros
Director de Biblioteca