
Cada año, alrededor de 700 mil personas en el mundo deciden terminar con su vida. Esta estadística, proporcionada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es más que un número: representa una tragedia humana de enormes dimensiones, una llamada urgente a mirar de frente una problemática que, aunque creciente, sigue rodeada de silencio, estigma y desinformación. Es en ese contexto que Daniela Villalobos, estudiante de Psicología en el ITESO, decidió escribir un artículo que no solo busca explicar los factores detrás del suicidio, sino también generar conciencia y fomentar el diálogo. Su texto, titulado “Comprendiendo los factores del suicidio: un llamado a la reflexión”, fue reconocido con el segundo lugar en el Premio Nacional al Estudiante Universitario 2025, en la categoría Artículo de Divulgación Científica Susana López Charretón, organizado por la Universidad Veracruzana (UV).
Villalobos participó como única finalista no perteneciente a la UV. La ceremonia de premiación se llevó a cabo el 30 de mayo, en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), un evento que celebra la palabra escrita y su poder transformador. La elección de su trabajo por parte del jurado, integrado por Ibiza Martínez Serrano, Fernando Noel Winfield Reyes y Arturo Marinero Heredia, es una muestra del valor que tiene su aproximación al tema, tanto en lo académico como en lo humano.
La autora señala que su interés por el suicidio no es reciente. Desde pequeña se sintió movida por la necesidad de entender qué puede llevar a una persona a una decisión tan radical. Este interés se fue consolidando durante su formación universitaria, especialmente en asignaturas como Intervención en Crisis y Seminario de Investigación, en las que pudo explorar el fenómeno desde un enfoque clínico y social. Más allá de lo académico, Villalobos tiene un compromiso personal con la generación de conciencia: considera fundamental que las personas cuenten con información clara y confiable sobre salud mental, no solo para poder pedir ayuda, sino también para ofrecerla.
En su artículo, la joven autora plantea que no existe una única causa del suicidio, sino que se trata de un fenómeno complejo en el que intervienen múltiples factores interrelacionados. Entre ellos destacan los psicológicos, como la depresión, los trastornos de ansiedad o las experiencias traumáticas; los sociales, como el aislamiento, el acoso escolar o laboral; los económicos, como la pobreza extrema y la falta de oportunidades; y los culturales, como el estigma hacia quienes padecen trastornos mentales. Esta perspectiva amplia permite una comprensión más profunda y menos prejuiciosa del problema, lo que, a su vez, abre la puerta a soluciones más efectivas.
Uno de los aportes más importantes del texto de Villalobos es su llamado a romper con el estigma que aún pesa sobre la salud mental. En muchos contextos, hablar de depresión, ansiedad o pensamientos suicidas sigue siendo un tabú. Esa falta de apertura puede agravar el sufrimiento de quienes lo viven, dificultar el acceso a tratamientos adecuados y, en última instancia, incrementar el riesgo de conductas suicidas. Por eso, la autora insiste en la necesidad de promover el diálogo, informar con responsabilidad y fomentar redes de apoyo que comiencen en el entorno más cercano: la familia, los amigos, la escuela, la comunidad.

El artículo también subraya el papel que juegan las instituciones en esta problemática. La falta de acceso a servicios de salud mental, la escasez de recursos en zonas rurales o marginadas y la inexistencia de políticas públicas centradas en la prevención del suicidio son elementos que contribuyen a la gravedad del problema. Para Villalobos, la educación y el acceso oportuno a atención psicológica y psiquiátrica son pilares fundamentales para reducir las cifras alarmantes que se registran año tras año. En este sentido, su trabajo no solo describe un fenómeno, sino que también propone una hoja de ruta hacia la acción colectiva.
Aunque su vocación inicial se orientaba hacia la práctica clínica, Villalobos ha descubierto en la investigación un campo desafiante y profundamente estimulante. Durante su formación, ha participado en proyectos sobre temas tan diversos como los efectos visuales del cigarrillo electrónico, la codependencia en relaciones de pareja o la psicosis postparto en madres primerizas. Estas experiencias le han permitido desarrollar habilidades analíticas y comunicativas que ahora pone al servicio de una causa que le apasiona. Considera que su fortaleza podría estar precisamente en el cruce entre la clínica y la investigación, donde puede combinar el rigor científico con la empatía que requiere el acompañamiento humano.
A pesar de haber tenido ya experiencias en certámenes literarios desde muy joven esta motivada por su madre, con quien compartió desde los ocho años el gusto por la escritura, esta fue la primera vez que se aventuró en el ámbito académico. La experiencia, según cuenta, ha sido tan enriquecedora que no duda en invitar a otros estudiantes a seguir su ejemplo. “La habilidad la tenemos asegura, puede estar medio oculta, pero la tenemos. No importa si vas apenas empezando o ya estás terminando, animarse a escribir nos ayuda mucho, sobre todo en lo académico, que tiene más retos. Con los aprendizajes puedes lograr un producto bueno”.
El reconocimiento que recibió Daniela Villalobos se enmarca en un certamen que también otorgó premios a otros dos trabajos y dos menciones honoríficas. Más allá del galardón, su participación es una prueba del papel que puede jugar la juventud universitaria en la transformación social. En un contexto donde el suicidio continúa siendo una de las principales causas de muerte entre jóvenes, resulta crucial que sean ellos quienes tomen la palabra, investiguen, escriban y propongan
El premio lleva el nombre de Susana López Charretón, destacada científica mexicana que recibió en 2018 el Doctorado Honoris Causa por el Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su trayectoria ejemplifica el impacto que puede tener el conocimiento cuando se pone al servicio del bien común. En ese mismo espíritu, el trabajo de Villalobos no se limita a la exposición teórica de un problema, sino que busca incidir en la realidad, contribuir a salvar vidas, y ayudar a construir una sociedad más informada, empática y solidaria.
En un mundo que muchas veces minimiza el sufrimiento ajeno, iniciativas como esta nos recuerdan la urgencia de escuchar, de acompañar y de actuar. Comprender el suicidio no es fácil, pero es necesario. Y hacerlo desde la ciencia, con sensibilidad y compromiso, puede marcar la diferencia.