Desde las tablillas de arcilla hasta los agentes de inteligencia artificial que hoy pueden incluso realizar llamadas telefónicas en nuestro nombre, la humanidad ha recorrido un largo camino en la generación, el intercambio y el consumo de información.
Actualmente, a un clic de distancia, tenemos un acceso al conocimiento sin precedentes. Para dimensionar esta realidad, basta un dato: se proyecta que, a finales de este año, la humanidad generará el equivalente a 463 exabytes de datos cada día, algo así como la creación de 92 mil millones de películas en alta definición cada 24 horas. Sin embargo, ¿estamos realmente mejor informados?
Mi nombre es Humberto Martínez-Camacho y, desde mi trinchera como bibliotecario, profesor e investigador, he sido testigo de una profunda paradoja: en la era de la información, una de nuestras mayores necesidades es aprender a navegarla. Con este entusiasmo, inicio hoy esta columna en La Crónica de Jalisco, un espacio pensado como brújula en el complejo y, a veces, caótico mundo digital, informacional y mediático en el que vivimos.
El uso adecuado de la información puede abrir innumerables puertas, tanto personales como profesionales. Esta información llega en múltiples formatos: desde esta columna, hasta artículos científicos, patentes, videos de divulgación, pódcast o folletos. Acceder a ella correctamente es fundamental para la toma de decisiones y para obtener claridad sobre cualquier tema.
En este recorrido, nos centraremos en tres competencias fundamentales: la informacional, la digital y la mediática. Estas habilidades suelen mencionarse juntas, y no es casualidad: conforman el “tridente” indispensable de nuestra era, unidas por la convergencia tecnológica.

Antes, estos mundos estaban más definidos:
- La alfabetización informacional nació en las bibliotecas, enseñando a formular preguntas, localizar fuentes y evaluarlas.
- La alfabetización digital surgió con las computadoras personales, enfocada en el manejo de la tecnología.
- La alfabetización mediática se centraba en analizar mensajes de medios masivos, como radio y televisión.
Hoy, todo ocurre en la misma pantalla: nuestro teléfono es biblioteca, televisor e imprenta. Por ello, estas competencias, antes separadas, ahora son inseparables:
- La digital indica el cómo: manejar la tecnología para acceder al contenido.
- La informacional indica el qué: evaluar la veracidad y calidad de la información.
- La mediática indica el quién y el porqué: analizar contexto, intención y posibles sesgos.
Este conjunto es tan relevante que organismos como la UNESCO lo agrupan bajo el concepto de Alfabetización Mediática e Informacional (AMI), promoviendo la transformación de los individuos de receptores pasivos a ciudadanos críticos y productores responsables de contenido. En México, iniciativas como Red AMI Méxicotrabajan para posicionar esta agenda como una necesidad nacional para fortalecer la democracia.

Un ejemplo claro de la importancia de estas habilidades es el aumento de las noticias falsas, fenómeno que genera ansiedad y afecta a casi seis de cada diez mexicanos. Durante la pandemia, se difundieron “curas milagrosas” como el dióxido de cloro, causante de intoxicaciones e insuficiencia hepática. Para desenmascarar estos engaños necesitamos:
- La digital, para manejar la plataforma donde lo vemos.
- La mediática, para entender que el formato busca persuadir.
- La informacional, para verificar datos y concluir que es un riesgo real para la vida.
Estas tres no son las únicas competencias del siglo XXI. Constantemente surgen nuevas alfabetizaciones: financiera, de datos, de salud, ecológica, e incluso la alfabetización algorítmica, orientadas a prepararnos para sociedades complejas y globalizadas.
El objetivo final no es acumular información, sino fortalecer nuestras formas de pensar. En un país donde la confianza en las noticias es apenas del 36%, cada evaluación de fuente, comparación de puntos de vista o diseño de un mensaje claro, ejercita nuestro pensamiento crítico, lógico, creativo y reflexivo.
En las próximas entregas exploraremos temas de actualidad: el impacto de la inteligencia artificial generativa, herramientas digitales que facilitan la vida diaria y las mejores prácticas para el uso y gestión de la información.
Mi propósito es claro: informar, contextualizar y empoderar. Los invito a acompañarme en este recorrido, para navegar juntos este mar digital, no con miedo, sino con la confianza que otorga el conocimiento.
*Mtro. Humberto Martínez – Bibliotecario Investigador de la Universidad Panamericana (UP)