Metrópoli

Se cree que la reducción de fondos para programas de vigilancia, el aumento del tránsito humano y animal por rutas migratorias irregulares facilitaron la reintroducción del insecto en territorios antes considerados libres de infestación

El gusano barrenador rompe la barrera biológica en Panamá y avanza hacia el norte: autoridades luchan por recuperar el control

El gusano barrenador rompe la barrera biológica en Panamá y avanza hacia el norte: autoridades luchan por recuperar el control

Después de más de dos décadas de haber contenido su avance, el gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax) ha logrado cruzar la barrera biológica establecida en la densa selva del Darién, en la frontera natural entre Panamá y Colombia. Este suceso representa una seria amenaza para la salud animal e incluso humana en Centroamérica, y ha encendido las alarmas sanitarias en la región.

Desde principios de este siglo, un esfuerzo conjunto entre organismos internacionales, autoridades panameñas y estadounidenses había logrado erradicar y mantener a raya al parásito, utilizando técnicas como la liberación de machos estériles y un riguroso monitoreo de casos. Esta estrategia permitió establecer una franja de contención en el Darién, considerada durante años como un muro natural y biológico eficaz.

Sin embargo, la reciente detección de brotes en áreas al norte de esta frontera indica que el gusano barrenador ha logrado burlar la defensa. Expertos señalan que una combinación de factores entre ellos, la reducción de fondos para programas de vigilancia, el aumento del tránsito humano y animal por rutas migratorias irregulares, y el debilitamiento institucional en zonas rurales podría haber facilitado la reintroducción del insecto en territorios antes considerados libres de infestación.

Crisis sanitaria El brote no solo ha generado preocupación sanitaria, sino también económica. La presidenta Claudia Sheinbaum informó que este martes se llevaría a cabo una llamada entre el secretario de Agricultura mexicano, Julio Berdegué, y su homóloga estadounidense, Brooke Rollins, del Departamento de Agricultura de EU. (Especial)

El gusano barrenador es una larva de mosca que deposita sus huevos en heridas abiertas de animales de sangre caliente, incluidos humanos. Una vez que las larvas eclosionan, se alimentan del tejido vivo, provocando lesiones severas, infecciones y en casos extremos, la muerte del huésped si no se trata a tiempo. Su impacto económico es significativo, especialmente en la ganadería, donde obliga a aplicar tratamientos costosos y genera pérdidas millonarias por la disminución de la productividad.

Actualmente, las autoridades sanitarias panameñas, con apoyo del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA) y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), han redoblado los esfuerzos para frenar su propagación. Las acciones incluyen la reactivación del programa de machos estériles, campañas de fumigación aérea, vigilancia epidemiológica y capacitación a productores ganaderos.

“Estamos en una carrera contra el tiempo. Si no se contiene de inmediato, el gusano podría expandirse hacia Centroamérica, revirtiendo décadas de progreso en sanidad animal”, advirtió un vocero del Ministerio de Desarrollo Agropecuario de Panamá.

La Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) también ha expresado su preocupación, y llamó a reforzar la cooperación regional. La experiencia histórica demuestra que una vez que el gusano se establece en un nuevo territorio, su erradicación es compleja, costosa y prolongada.

Mientras tanto, los productores ganaderos en las zonas cercanas a Darién han comenzado a reportar casos de infestación, lo que incrementa la presión para actuar con rapidez y eficacia. En paralelo, organizaciones de salud también alertan sobre los riesgos para comunidades humanas en situación de vulnerabilidad, como migrantes y habitantes de regiones aisladas, donde el acceso a atención médica y veterinaria es limitado.

El rompimiento de la barrera en Darién no solo representa un desafío técnico y sanitario, sino también un llamado urgente a revalorar la importancia de mantener sistemas de vigilancia estables, inversión constante y coordinación internacional frente a amenazas biológicas que no reconocen fronteras.

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