
El Gobierno de la Ciudad de México puso en marcha el Programa Integral de Atención a Palmeras, con el objetivo de retirar ejemplares en estado crítico y sustituirlos por árboles nativos que aporten mayor seguridad, servicios ambientales y biodiversidad.
De acuerdo con el diagnóstico oficial, en la capital existen cerca de 15 mil palmeras canarias, especie introducida a principios del siglo XX desde las Islas Canarias. De ese total, alrededor de 9 mil presentan síntomas de enfermedades letales provocadas por hongos, fitoplasmas y otros microorganismos que debilitan sus hojas, troncos y raíces, hasta provocar su muerte.
El problema no es exclusivo de la Ciudad de México: afecta a palmeras de distintas partes del mundo, incluyendo el archipiélago de donde son originarias. A nivel científico aún no existe un tratamiento eficaz para detener su deterioro, lo que ha obligado a las autoridades a implementar medidas de sustitución.
Según la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), el 86 por ciento de las palmeras en estado de declive se concentra en cuatro alcaldías: Benito Juárez, Cuauhtémoc, Coyoacán y Miguel Hidalgo. En esas zonas se han vuelto un riesgo, ya que al debilitarse pueden colapsar y poner en peligro a transeúntes y automovilistas.
La administración anterior ya había derribado cerca de mil palmeras en condiciones críticas. Ahora, el nuevo programa prevé retirar mil 500 adicionales entre septiembre y diciembre de este año.
Sustitución con árboles nativos y mobiliario urbano
Durante la presentación, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, explicó que el plan contempla tres fases principales: primero se retiran las palmeras muertas o en etapa terminal; después se descotonan las raíces para evitar rebrotes y focos de infección; finalmente, se sustituyen con especies nativas adaptadas al clima de la capital.
Entre los árboles considerados destacan el duraznillo, tejocote, arrayán, fresno y olmo, además de otras especies como guamúchil, cedro y palo de rosa. Estos árboles no dañan el pavimento con sus raíces, requieren menos riego y brindan flores, sombra y hábitat para polinizadores.
“Se retiran las palmeras, pero se plantan árboles preciosos y majestuosos que contribuirán a reverdecer la ciudad y a combatir la isla de calor”, dijo Brugada.
La mandataria también detalló que la madera de los troncos retirados será tratada y reutilizada para elaborar mobiliario urbano en parques y espacios públicos, evitando su desperdicio. Además, advirtió que las labores implicarán cierres temporales de vialidades en las zonas de retiro, por lo que la ciudadanía será informada oportunamente.
Como parte de las metas ambientales hacia 2030, la Ciudad de México contempla la siembra de millones de árboles, plantas y arbustos tanto en áreas de conservación como en zonas urbanas. El programa de atención a palmeras se suma a esta estrategia, que busca transformar avenidas y camellones en “manzanas verdes” y corredores arbolados.
Trabajo conjunto de Sedema y Obras
La secretaria del Medio Ambiente, Julia Álvarez Icaza, aseguró que este programa responde a una demanda ciudadana reiterada en las zonas centrales de la capital.
“Desde que entramos, hemos recibido innumerables solicitudes para atender las palmeras. Hoy damos respuesta a una demanda muy sentida”, señaló.
Informó que su dependencia aportará 120 trabajadores especializados —entre biólogos, trepadores y podadores— así como 25 vehículos, incluyendo grúas de 40 toneladas y maquinaria para remover raíces.
Por su parte, el secretario de Obras y Servicios, Raúl Basulto Luviano, explicó que su área sumará 70 trabajadores y 33 vehículos para el operativo.
“No es un trabajo sencillo; requiere capacitación y estrategia, pero estamos listos para dar resultados de aquí a diciembre y durante toda la administración”, dijo.
El arranque del programa se realizó en la alcaldía Benito Juárez, donde Brugada plantó de manera simbólica un olmo en el camellón de Diagonal San Antonio, en sustitución de una palmera canaria. La imagen, destacó, simboliza el cambio de un modelo de arbolado urbano dependiente de especies vulnerables hacia otro basado en árboles resistentes a sequías y mejor adaptados al entorno urbano.
“Donde antes había una palmera muerta, hoy tendremos un hermoso árbol nativo que florecerá y dará vida a la ciudad”, concluyó la jefa de Gobierno.