
Mientras las y los ciudadanos duermen, los distintos contingentes del Ejercito, Fuerza Aérea y la Guardia Nacional que participan en el Desfile Cívico Militar del 20 de noviembre se preparan desde la media noche para el magno evento, que este año es en conmemoración al 115 Aniversario de la Revolución Mexicana.
Crónica fue testigo del comienzo de este gran día, que culmina frente a miles de personas que esperan ver el paso de los contingentes.
Aunque el desfile inició a las 11:30 horas, en los cuarteles, los elementos que participan inician su rutina desde las 00:30 con el aseo personal, ajuste de uniformes, pulen su calzado y se aseguran de portar todo el equipo; las mujeres ponen aún más empeño en maquillarse y peinarse.

Todo debe quedar impecable. La disciplina nocturna se impone sobre el sueño.

En el Centro Ecuestre de Alto Rendimiento, también realizan el aseo de los caballos, el cepillado del pelaje y lo ensillan para que esté listo para ser montado —este año participaron en el desfile cerca de 600 caballos en los distintos contingentes—.

Los participantes tienen que salir del Campo Militar 1 entre las 02:00 y 03:00 de la mañana, algunos en caballos o vehículos; otros, caminan para abordar el Metro.
Hacia las tres de la mañana, los puntos de reunión ya muestran la magnitud de la operación logística; la efusión de los participantes contagia a quienes los escuchan a los lejos, algunos echan porras, llevan música, van riendo y otros, hacen la señal de la cruz al salir del Campo.

Muchos de ellos salen caracterizados, la mayoría de personajes que formaron parte de la historia; sin importar el frio, las mujeres de adelitas, con largas faldas coloridas, blusa blanca, sandalias rebosos de colores; los hombres con trajes de manta y ponchos de jerga, eso sí, todos ensombrerados.
La ciudad sigue silenciosa, pero para los contingentes el día lleva varias horas avanzadas. En la estación del Metro Cuatro Caminos se llenaron al menos tres vagones; en el trayecto, con destino al Zócalo, algunos aprovechan para dormir, seguirse arreglando o ajustando sus uniformes.

Conforme se acerca el amanecer, inician las pruebas de audio y video en las pantallas, los músicos afinan instrumentos y realizan ensayos breves; los caballos que lideran las formaciones comienzan a calentar a lo largo de la Plaza de la Constitución.
Cuando la luz del sol llega al Centro Histórico, los contingentes están prácticamente listos, sin importar que tendrán que esperar al menos tres horas más para desfilar.
Las calles aledañas también se transforman, varias son adaptadas como caballerizas con heno en el piso para que los caballos coman mientras son enchulados por sus jinetes.

La preparación de este desfile inició hace más de un mes y algunos de los participantes revelaron a este diario que se sienten orgullosos de ser parte del evento, ya que representan un poco del área a la que pertenecen.
El teniente José Luis Bañuelos Cano, perteneciente al Centro Ecuestre de Alto Rendimiento, es un jinete que tiene 28 años y lleva participando en desfiles desde el 2017; algo que lo motiva a participar en el evento es la reacción de las y los niños que ven el desfile, comentó que, el ver a las tropas los alienta a pertenecer al Ejercito, Fuerza Aérea y Guardia Nacional.

La teniente Karla Domínguez Pineda, del cuerpo de Fuerzas Especiales, coincide con el teniente Cano; además aseguró que para su familia también es un orgullo que ella sea parte de este importante evento.
Para la ciudadanía, el desfile inicia más tarde, entre aplausos y fotografías. Pero la jornada para las tropas acumula horas de preparación silenciosa.