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Tras dos siglos de historia, la Representación de Iztapalapa logra estatus de Patrimonio Cultural

UNESCO reconoce la Representación de Semana Santa de Iztapalapa como Patrimonio Cultural Inmaterial

Iztapalapa obtiene reconocimiento mundial por su Representación de Semana Santa

La Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en Iztapalapa fue inscrita por la UNESCO en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

El anuncio fue hecho oficialmente en Nueva Delhi, India, y celebrado en la Ciudad de México durante una conferencia encabezada por la jefa de Gobierno, Clara Brugada, junto a autoridades culturales federales, representantes del Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa (COSSIAC) y miembros de la comunidad.

La inscripción internacional reconoce la dimensión simbólica y cultural del ritual, así como la fuerza organizativa de los ocho barrios que desde hace 182 años han mantenido viva la representación. El origen de la tradición se remonta al siglo XIX, cuando una epidemia de cólera afectó a la población local y los habitantes hicieron una promesa al Señor de la Cuevita para repetir anualmente la escenificación. Desde entonces, la práctica ha atravesado episodios históricos, desde la Revolución hasta la pandemia reciente, sin suspenderse.

Al respecto, Clara Brugada recordó que este proceso de reconocimiento tomó varios años e involucró esfuerzos diversos. En 2010 se realizó una primera declaratoria local como Patrimonio Cultural Inmaterial, seguida por otras gestiones entre el Gobierno de la Ciudad de México, la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). En 2019, representantes de los barrios acudieron a Palacio Nacional para impulsar el expediente que finalmente fue inscrito en el inventario nacional en 2023, paso previo a la nominación ante la UNESCO.

Iztapalapa obtiene reconocimiento mundial por su Representación de Semana Santa

La mandataria subrayó que, más allá de su raíz religiosa, la representación es una manifestación de identidad y organización comunitaria. Afirmó que el reconocimiento implica nuevas responsabilidades de salvaguarda y anunció que el Gobierno capitalino trabajará con la alcaldía Iztapalapa para asegurar los espacios y recursos necesarios para que continúe realizándose.

Cabe señelar que México suma ahora 13 elementos inscritos en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial, y que la Pasión de Iztapalapa se incorpora junto a expresiones como el Día de Muertos, el mariachi o la gastronomía tradicional.

Diego Prieto Hernández, titular de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad informó que la UNESCO elogió la calidad del expediente técnico y, especialmente, el cumplimiento del principio de consentimiento libre, previo e informado por parte de la comunidad involucrada.

También recordó que el patrimonio vivo sólo existe gracias a sus portadores, y que en este caso participan miles de personas en actividades que van desde la actuación hasta la confección de vestuarios, la construcción de escenografías y la organización logística de un evento que cada año congrega a millones de visitantes. Agregó que este tipo de manifestaciones fomentan la cohesión social, la cultura de paz y la transmisión intergeneracional de saberes.La representación constituye una de las prácticas culturales comunitarias más complejas del país. La tradición ha evolucionado durante casi dos siglos y que cada edición requiere meses de preparación. La inscripción reconoce no sólo la dimensión artística y ritual del acontecimiento, sino su papel en el ejercicio de los derechos culturales, la inclusión social y la preservación de oficios tradicionales.

El expediente presentado ante la UNESCO integró investigaciones, testimonios y materiales audiovisuales, entre ellos el documental Historia de una Promesa, elaborado por Canal 21. La secretaria de Cultura del Gobierno de México, Claudia Curiel de Icaza, dijo que el reconocimiento plantea un compromiso renovado de las instituciones para fortalecer los planes de salvaguarda y garantizar que la representación continúe transmitiéndose a nuevas generaciones.

Es importante mencionar que el proceso para lograr la inscripción tomó dos décadas de trabajo comunitario, investigación histórica y coordinación institucional. El reconocimiento es resultado de la participación de los vecinos, quienes año con año preparan escenarios, vestuarios, rutas y logística para mantener viva la tradición.

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