El contingente caminaba rumbo al Zócalo, ya habíamos pasado el Palacio de Bellas artes y al llegar a la Avenida 5 de Mayo entre la multitud y a pesar de los gritos y consignas, por ser el Día Internacional para Eliminar la Violencia Contra la Mujer, a lo lejos se comenzó a escuchar que sonaba “Bella Ciao”, una famosa canción, que en ese momento se convirtió en la banda sonora de todo lo que sucedía alrededor, era la canción perfecta que acompañaba el paso de manifestantes, elementos de la policía y las riñas.

Mientras más me acercaba, más podía escucharse, y vi que detrás de las Ateneas que caminaban muy a prisa, había una mujer sentada en un banco, con una blusa morada con bordados de colores a mano, muy blanca, de ojos claros, tocando la canción en el violonchelo; su cabello que era un poco ondulado y al hombro, se movía con el movimiento de su cabeza al tocar la canción.

Acompañada de una bocina y la funda de su instrumento abierta en el suelo, la mujer de unos cuarenta y tantos no dejaba de tocar ni un instante, lucía un poco seria y concentrada en lo que hacía, aunque también estaba atenta al paso de la manifestación.

Mientras ella amenizaba con “Bella Chao”, las encapuchadas fueron de las primeras de percatarse del espectáculo que estaba dando, y al llegar hasta donde ella estaba pidieron a las que se acercaban que mantuvieran silencio y se sentaran, las demás obedecieron.

Entonces la mujer del violonchelo acaparó la atención de cientos de integrantes de la marcha, incluso de transeúntes que comenzaron a grabarla y a depositarle dinero en el estuche; eso sí, las Ateneas no se detuvieron en ningún momento, caminaban y caminaban frente a ella.

Todo sucedió en cuestión de segundos pero ocurrían tantas cosas que parecía como si fuera parte de una película en cámara lenta; mientras la famosa canción sonaba, había diferentes escenas; las integrantes de la marcha continuaban su trayecto (cantando, gritando, aventando diamantina y levantando muy en lato sus carteles); otras corrían ya que a unos cuantos pasos había una riña entre encapuchadas y Ateneas, las rociaban con pintura, aventaban botellas y latas de aerosol; aún continuaban algunas chicas sentadas viendo a la violonchelista; un par de encapuchadas se pusieron a bailar del brazo dando vueltas y las Ateneas seguían muy apresuradas hacia el Zócalo; ¿traes papel que me regales? escuché que me preguntó una voz bastante desesperada, era una de las servidoras publicas sin suerte que le tocó ser rociada con pintura.

Bella Ciao no era una canción para la ocasión, era la banda sonora de todo lo que pasaba, muy ad hoc con el momento; se dice que la canción se hizo famosa durante la Segunda Guerra Mundial, lamento decepcionar a los que desconocían que no se hizo famosa gracias a la serie de La Casa de Papel, Bella Ciao fue un himno de los italianos que lucharon contra el régimen fascista de Mussolini.

Y entre todo el tumulto, y las diferentes escenas, también le aplaudían y festejaban que estuviera tocando en medio del caos; una mujer se acercó y le dejó un ramo de flores y por fin se le vio sonreír, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza en señal de gratitud.

Bella Ciao no sólo amenizaba el momento, no fue una canción al azar y la violonchelista lo sabía y a pesar de no ser muy expresiva, era obvio que conoce el significado y el origen de la canción, seguramente para ella tenía sentido ver pasar a quienes están en una constante lucha por la igualdad, a quienes levantan la voz exigiendo justicia, a quienes sin miedo se atreven a pintar, destruir y manifestarse contra el Gobierno; y me imagino, que la inspiraba todo lo que sucedía mientras tocaba el emblemático himno revolucionario, seguramente fue la que más disfrutó del “espectáculo” al ser la intérprete de la banda sonora de ese día.

Lee también

Niños y niñas destacan en marcha contra la violencia hacia la mujer

Jennifer Garlem

Lee también

"La violencia contra las mujeres tiene muchas facetas y no sólo el feminicidio"

Eunice Cruz