En la Red de Movilidad Integrada conducen 798 mujeres, operadoras de transporte público capitalino. Sus historias son de logros, ganándose un lugar frente al volante que antes estaba destinado sólo a hombres. Pero en sus mentes también está la memoria de lo que produce la estigmatización. 

Veronica Acosta de 48 años, es operadora del Tren Ligero desde hace 15 años. Vero debió escuchar en los pasillos por donde pasaba, a sus espaldas, “no va a durar; ¿cuánto tiempo le das antes de que renuncie?”.

“Mi bienvenida fue difícil, era entrar a un círculo de puros hombres y para ellos era como si les invadieran su espacio", rememora, “uno de los comentarios que decían era el 'no va a durar', pero vas demostrando la capacidad; podemos hacerlo y el ejemplo es que ya somos más mujeres manejando”.

Últimamente los comentarios que ha oido son los de “ya se superó, seguro ya se mochó con el jefe".

Pero quien piense que el asunto se queda en el círculo de conductores, está equivocado. Usuarios que se dan cuenta que va una mujer manejando, al bajarse rezongan: “con razón vamos lento, mejor vete a lavar trastes”.

Otra historia está en RTP. Es Alma Delia, de 45 años, quien lleva 5 años manejando. Con una sonrisa de oreja a oreja confiesa que toda su familia es microbusera, “tengo sangre microbusera”, agrega con orgullo.

“Cuando yo entré, había compañeros que todavía traían la idea de que las mujeres deben estar en casa, que una mujer no debería estar al frente de un volante", dice. 

Y allí también están los usuarios de viejo cuño:

“Me han tocado hombres que suben a la unidad, me ven y me doy cuenta en la expresión en su cara. Considero que aún existe el estigma para las mujeres, siguen pensando que debemos lavar ropa, planchar, lavar trastes, cocinar y no es así”.

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Deyci Gricelda de 40 años es operadora de Metrobús, ella esta enamorada de su unidad y del trabajo de transportar a miles de usuarios al día.

Para ella, la discriminación inició desde antes de tomar oficialmente el puesto. “Vas a sacar tu licencia y se te quedan viendo bien feo los de ventanillas: ¿cómo una mujer va a sacar una licencia tipo C?".

En todo caso, eso la convenció más de la profesión que deseaba tener: "Debemos demostrarle a los hombres que podemos hacer trabajo igual que ellos o hasta mejor”.

En su caso, los usuarios machitos le han resetado el “con razón vienen tarde, porque es mujer el chofer”. Pero ella indica que allí, en el Metrobús, si recibe comentarios que se acercan y le dan las gracias por el traslado." Yo opino que debería de haber más mujeres conductoras, ¡que se den el valor y digan sí puedo hacerlo!”.

Alejandra Gómez, de 44 años, lleva 20 años como operadora del Metro; es licenciada en administración, pero la vida la puso en una cabina del STC y para ella eso es genial.

“Hace 20 años, había inspectores que decían que las mujeres debían irse a casa, a hacer el quehacer; pero los compañeros ya cambiaron mucho". Y una vez más, los usuarios, finalmente una muestra de población, aparece: "recuerdo perfectamente y nunca se me va a olvidar, el día que había una pareja en el anden cuando abrí las puertas. Ella abordó y el sujeto le dijo que se bajara. Ella se negó", relata Alejandra. 

"¡Bájate o te bajo!, nos vamos en un tren que maneje un hombre”, fue lo que grito el tipo. 

"Sentí feo... pasó por mi mente la pregunta de si él tendría hijas...", concluye la conductora. 

Con un mundo que cambia más lento de lo deseable, es probable que Vero, Alma, Deyci y Ale se encuentren aún en el camino otros comentarios de un pasado terco y torpe. Sin embargo ellas seguirán allí, cada vez más acompañadas por nuevas conductoras y cada vez con compañeros que aceptan que han logrado hacer el trabajo mejor.