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Lejos de aprender de la tragedia, EU, Rusia, India, Pakistán, Israel, Irán y Corea del Norte están invocando el fantasma nuclear con una frecuencia alarmante

80 aniversario de Hiroshima: nunca tantos países con armas nucleares están envueltos en tantos conflictos

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Oriente Medio El bombardero estadounidense de última generación, B-2, con la bomba antibúnker más potente del mundo GBU, usada en el primer ataque de EU contra Irán para destruir su instalación nuclear subterránea de Fordow (Pentágono)

Hiroshima conmemoró este 6 de agosto el 80 aniversario del lanzamiento de la primera bomba atómica sobre la población civil (la segunda y última fue lanzada sobre Nagasaki tres días después, el 9 de agosto de 1945). Como cada año, la ceremonia culmina con el mismo deseo: que nunca más se repita y que la humanidad se deshaga del arma más peligrosa para su propia existencia.

Pero, pasado el recuerdo de una tragedia que dejó en ambas ciudades niponas más de 250 mil muertos (directamente por la explosión y durante años por la radiación), la mayoría de los países con armas nucleares —Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, y el único país que aspira a tenerlas, Irán— no están por la labor. Al contrario: nunca han estado tantas de estas naciones involucradas al mismo tiempo en incidentes, provocaciones, amenazas, coacciones e incluso conflictos bélicos.

Estos son los arsenales que posee cada uno y los incidentes ocurridos en los últimos meses en seis de ellos (con la excepción de Francia, Reino Unido y China):

Estados Unidos: Trump juega peligrosamente a los submarinos

El primer país en fabricar la bomba nuclear y el único en usarla en una guerra, posee el segundo mayor arsenal con 800 ojivas almacenadas y 1,419 en posición de ataque. La estrategia estadounidense se basa en la llamada Tríada Nuclear, que consiste en tener activas y en rampas de lanzamiento un número suficiente de ojivas nucleares, tanto en tierra (misiles intercontinentales Minuteman III instalado en silos), mar (submarinos Ohio con misiles Trident) y aire (bombarderos B-2), para que, en caso de que un ataque nuclear destruya uno o dos sistemas, el tercero pueda responder.

El 1 de agosto, el presidente Donald Trump ordenó el despliegue de dos submarinos con ojivas nucleares de la Marina de EU en lugares secretos y en posición de ataque. Lo hizo en respuesta a unas declaraciones explosivas del expresidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvedev, quien días antes advirtió al mandatario republicano que dejara de meterse con Rusia y le recordó su poderoso arsenal nuclear.

Las declaraciones de Medvedev —a su vez como reacción al ultimátum que impuso Trump a Vladimir Putin de imponer aranceles a Rusia, si no declaraba un alto el fuego en Ucrania— fueron estas: “Trump está jugando al juego de los ultimátum con Rusia: 50 o 10 días... Debería recordar dos cosas: primero, Rusia no es ni Israel ni Irán; y segundo, cada nuevo ultimátum es un paso hacia la guerra, no entre Rusia y Ucrania, sino con su propio país”.

Medvédev insinuó incluso que, en caso de un ataque nuclear estadounidense, Rusia cuenta con el sistema de respuesta llamado “Dead Hand”, un protocolo automático de represalia nuclear diseñado para activarse incluso si el liderazgo ruso es eliminado y garantizar así que el Holocausto nuclear será mutuo.

Ante semejante advertencia, Trump justificó el envío de los dos submarinos a “regiones apropiadas”, por si acaso estas declaraciones tontas e incendiarias (de Medvedev) son algo más que eso”.

En un intento de rebajar la peligrosa escalada, el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, enmendó la plana a Medvedev por su creciente oratoria bélica contra cualquiera que ataque a Rusia, alegando que las decisión en materia nuclear “sólo las toma Putin” y que Rusia es “extremadamente prudente” en relación a este asunto. En paralelo, Trump envió a su asesor Steve Witkoff a reunirse en el Kremlin con Putin, al término de la cual, el mandatario republicano dijo que había ido “muy bien”, pero dejó sin contestar si este viernes hará realidad las prometidas sanciones contra Rusia, medida que conduciría a un peligroso choque entre dos viejos enemigos atómicos.

Rusia: la doctrina más incendiaria y el histórico error de Ucrania

Rusia posee un arsenal nuclear de 5,889 ojivas, de las 1,426 están activas y en sus lanzadores (algunas en cohetes supersónicos Avantgarde).

El hecho de que Rusia posea el mayor arsenal del mundo se debe a que se apropió de todas las armas nucleares de la extinta URSS. De hecho, el mayor error cometido por Ucrania cuando declaró la independencia en 1991, fue confiar en la buena fe de Moscú y haber firmado en 1994 el Memorándum de Budapest, mediante el cual renunció a su arsenal nuclear (el tercero más grande del mundo tras el de Rusia y EU) y se lo entregó a la nueva Federación Rusa, a cambio del compromiso de esta de no invadir territorio ucraniano ni declarar la guerra, que fue justo lo que hizo Putin el 24 de febrero de 2022.

Pero la amenaza nuclear rusa va mucho más allá. En 2024, Vladimir Putin modificó la doctrina nuclear para permitir el uso de armas nucleares incluso ante ataques convencionales y amenaza con provocar una catástrofe radioactiva como la de Chernobil, tras la captura de la central ucraniana de Zaporiya, la más grande de Europa, desde donde los invasores rusos lanzan ataques a las tropas leales a Kiev.

India y Pakistán: la eterna lucha por Cachemira

Los únicos países nucleares que se han enfrentado entre ellos (aunque sin recurrir a esas armas) son las dos grandes potencias del sur de Asia y siempre por la misma causa: la disputa por la región himalaya de Cachemira. En 1947, tras la independencia del Imperio Británico, Pakistán e India nacieron como estados separados, el primero musulmán y el segundo de mayoría hindú. El estado principesco de Jammu y Cachemira, de mayoría musulmana pero gobernado por un maharajá hindú, decidió unirse a India tras una invasión de milicias apoyadas por Pakistán. Esto desató la Primera Guerra Indo-Pakistaní (1947–1949) y la creación de la Línea de Control, que divide la región en dos partes: dos tercios controlados por Nueva Delhi y un tercio por Islamabad.

Desde entonces se fueron a la guerra otras tres veces, pero con una diferencia sobre el primer conflicto armado: en 1998, India y Pakistán anunciaron al mundo, cada uno por su lado, que habían realizado pruebas nucleares subterráneas con éxito y que se habían convertido en potencias nucleares, aproximadamente la primera con 160 ojivas y la segunda con 170.

En abril de 2025, un atentado en Pahalgam (Cachemira india) dejó 26 muertos. India culpó a grupos terroristas islamistas y culpó a Pakistán de armarlos. En respuesta, India lanzó la Operación Sindoor, bombardeando objetivos en la Cachemira pakistaní durante cuatro días, con al menos ocho muertos.

Aunque no hubo uso de armas nucleares, la escalada generó temores globales por el riesgo de una guerra entre dos potencias nucleares. El conflicto se desactivó con mediación de EU, y ambas partes firmaron un alto el fuego el 10 de mayo de 2025; pero si hay algo saben hacer con frecuencia ambos países es violar el cese de hostilidades.

Israel: la hipocreía del amimut

Múltiples fuentes internacionales afirman que Israel posee entre 70 y 400 ojivas nucleares, pero la política oficial resuelve la cuestión recurriendo al vocablo hebreo amimut, que significa “ambigüedad” y en este caso consiste en no confirmar que posee armas nucleares ni negarlo, lo que permite a las autoridades del Estado judío disuadir a sus enemigos sin desencadenar una carrera armamentista regional ni violar tratados internacionales, ya que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que le permite prohibir el paso a inspectores nucleares de la ONU y esquivar sanciones.

El radicalismo del actual gobierno ultranacionalista israelí, que ha alcanzado cotas genocidas en su guerra en Gaza, llevó a uno de sus miembros, el ministro Amichai Eliyahu a declarar en una entrevista que Israel debería usar una bomba nuclear contra la Franja. Tras ser preguntado sobre esa posibilidad extrema, su respuesta fue: “Es una de las posibilidades”. Cuando el periodista le señaló que eso pondría en peligro la vida de los más de 240 rehenes retenidos por Hamás (sin mencionar siquiera la aniquilación que causaría de los dos millones de habitantes palestinos), Eliyahu respondió: “Rezo y espero el regreso de los rehenes, pero en la guerra se tiene que pagar un precio. ¿Por qué las vidas de los secuestrados son más importantes que las vidas de los soldados y las personas que serán asesinadas más tarde?”.

Irán: jaque a su programa nuclear, pero ¿hubo jaque mate?

El 13 de junio, un día después de que la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) anunciara que el régimen islámico había prohibido a sus expertos inspeccionar sus instalaciones nucleares, Israel lanzó una ofensiva aérea contra instalaciones nucleares y centros militares iraníes, provocado graves daños y la muerte de altos mandos de la Guardia Revolucionaria y de varios científicos, además de decenas de civiles.

La madrugada del 21 de junio se sumó a la inédita ofensiva israelí el primer bombardeo directo de EU contra Irán desde el triunfo de la Revolución de los Ayatolás, en 1979. Lo hizo, además, usando sus bombas GBU, únicas en el mundo capaces de penetrar la roca. El objetivo era destruir el mayor sitio nuclear iraní, Fordow, oculto bajo una montaña.

Trump y el Pentágono presumen de haber destruido la industria nuclear iraní y su capacidad para fabricar bombas, pero el gobierno de Teherán asegura que trasladó antes todo su material a lugares secretos, en previsión de ataques, mientras los satélites y observadores espías apuntan más bien a que el daño no fue ni mucho menos definitivo.

Corea del Norte: la tentación de provocar por provocar

El régimen más militarizado y opaco del mundo cuenta con un arsenal de 50 ojivas nucleares, pero tienen uranio enriquecido para otras 50 o 70 ojivas, según estimaciones de expertos ante la imposibilidad de visitar sus instalaciones, ya que Kim Jong-il, padre del actual líder, Kim Jong-un, sacó al país del TNP.

Recientemente y como viene siendo una regla cada vez que realizan maniobras conjuntas sus dos mayores enemigos, Corea del Sur y EU, el régimen comunista lanzó un tanda de misiles balísticos al mar Amarillo, cerca de las maniobras conjuntas Freedom Shield, causando nerviosismo no sólo entre los surcoreanos, sino entre los japoneses, que temen que la constante provocación norcoreana acabe convenciendo al gobierno de Tokio de la necesidad de romper sus tres reglas creadas tras el trauma de Hiroshima y Nagasaki: no poseer armas nucleares, no fabricar armas nucleares y no permitir la introducción de armas nucleares extranjeras en territorio japonés (como propuso esta misma semana Trump).

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