
El presidente de la región de Valencia, Carlos Mazón, dimitió finalmente este lunes, después de un año de protestas masivas por su desastrosa gestión durante las inundaciones catastróficas del 29 de octubre de 2024, que causaron 229 muertos, tras no haber sido advertidos en sus celulares horas antes que buscaran refugios altos ante la llegada de una poderosa DANA (depresión aislada en niveles altos), con lluvias torrenciales y amenaza de graves inundaciones y riadas.
“Ya no puedo más”, declaró en su mensaje televisado el también presidente del opositor Partido Popular (PP, conservador) en Valencia, cinco días después de que fuera increpado con dureza por los familiares de las víctimas durante un funeral de Estado en Valencia, en presencia de los reyes de España, Felipe y Letizia, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
En una declaración oficial sin admitir preguntas, el ya expresidente valenciano declaró: “Sé que cometí errores, lo reconozco y voy a vivir con ellos toda mi vida. He pedido perdón y lo vuelvo a repetir, pero ninguno de ellos fue por cálculo político o por mala fe. Mi familia ha vivido momentos insoportables”.
Como ha sostenido durante un año, pese a las evidencias, Mazón insistió en que su cargo no lo hacía responsable de haber evitado en lo posible la peor catástrofe natural de España en la era moderna y volvió a culpar al gobierno socialista de no haber declarado la emergencia nacional, pese a que la gestión de las catástrofes es responsabilidad de las comunidades autónomas. Para evitar ser investigado, el ya expresidente de la cuarta región más poblada de España, seguirá conservando su escaño en las Cortes Valencianas y su condición de aforado, para evitar ser juzgado por negligencia criminal.
La indignación de las víctimas
Por todo ello, miles de personas han protestado los días 29 de todos los meses desde hace un año, con consignas como “Mazón dimisión”, y ha habido continuas exigencias de la oposición de que dejara el cargo o le apartara su partido, el PP, y no han faltado los abucheos en sus actos públicos.
El punto culmen se dio el pasado 29 de octubre en el funeral de Estado en Valencia por el primer aniversario de la catástrofe, donde los familiares de las víctimas le gritaron “asesino” y “cobarde” ante los reyes, las máximas autoridades del Estado.
Allí tuvo que escuchar a la prima de un fallecido decir: “Es quien omite su deber, a sabiendas de que esa omisión puede suponer la pérdida de vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva en sus muertes”.