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La sombra de Putin se cuela en la campaña italiana en apoyo de la derecha populista

Tras fracasar en Francia y Alemania, los hackers rusos lo intentan en Italia… Y las encuestas alertan que en las elecciones del 25 de septiembre tendrá éxito.

El líder de la Liga, Matteo Salvini, un declarado fan de Putin, que ahora trata de ocultar (La Stampa)
El líder de la Liga, Matteo Salvini, un declarado fan de Putin, que ahora trata de ocultar (La Stampa)
El líder de la Liga, Matteo Salvini, un declarado fan de Putin, que ahora trata de ocultar (La Stampa)
El El líder de la Liga, Matteo Salvini, un declarado fan de Putin, que ahora trata de ocultar

El líder de la Liga, Matteo Salvini, un declarado fan de Putin, que ahora trata de ocultar

La Stampa

Próximo objetivo: Italia… y Moscú espera que a la tercera sea la vencida. Las elecciones adelantadas para este 27 de septiembre en Italia —las primeras en un potencia europea que se celebran con el trauma de la invasión rusa en Ucrania y las consecuencias catastróficas de la guerra—, es el último intento de los rusos de influenciar para que se forme un gobierno comprensivo con la cruzada cristiana y antiliberal emprendida por Rusia, y que, en consecuencia, sea opongan al modelo liberal de las democracias occidentales.

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Esta es la propaganda que vende el gobierno ruso, pero la letra pequeña, cada vez más evidente, es que se trata de una estrategia para dividir y debilitar la unidad de Occidente para facilitar la misión final de Putin, su misión en esta vida: la reconstrucción del imperio ruso y extender su área de influencia mucho más allá de Europa oriental y Asia Central, abarcando África y América Latina.

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El factor Trump

La victoria de Donald Trump en las elecciones de 2018, con la impagable ayuda de los hackers rusos, que bombardearon las redes sociales con noticias falsas en contra de Hillary Clinton, fue el primero y el mayor éxito del juego sucio de Putin, pero también fue la señal de alarma más impactante sobre la injerencia de Moscú en los diferentes procesos electorales para imponer a sus candidatos más afines.

Lo intentó allá donde se convocaban elecciones libres: en Holanda, en Austria, en España, en Alemania o Francia; y en todos los casos ayudó a un vertiginoso ascenso de la extrema derecha antieuropea. Sin embargo, el radicalismo de Trump, que dividió a la sociedad estadounidense como no se veía desde la guerra civil, asustó a millones de votantes europeos, que castigaron a los candidatos más afines al trumpismo y a los cantos de sirena rusos. Bastó un desafortunado comentario de la francesa ultraderechista Marine Le Pen en campaña y en plena guerra de Ucrania —”Si gano, buscaré una alianza militar de Francia con Rusia”— para que permitiera una nueva victoria del impopular presidente Emmanuel Macron en las elecciones de abril.

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Sin embargo, la aplastante victoria del populista Viktor Orban en Hungría, también en abril, devolvió la esperanza al Kremlin de seguir intentado la división de la Unión Europea en cuanto hubiera una nueva oportunidad. Y ésta llegó con la repentina dimisión, el 21 de julio, del primer ministro italiano, el europeísta Mario Draghi, tras perder la confianza de sus socios parlamentarios.

Días después, el periódico de Turín, La Stampa, afirmó tener “documentos de inteligencia” que demostraban cómo un funcionario de la embajada rusa, Oleg Kostyukov, presionó a los dirigentes de la derechista Liga, liderada por el prorruso Matteo Salvini, para que dimitieran del Ejecutivo de Draghi.

El ministro de Exteriores en funciones, Luigi Di Maio, denunció que “no es casual” que los partidos que “guiñan un ojo” a Putin —la Liga de Salvini, Forza Italia, de Silvio Berlusconi y su propio partido, el populista Movimiento 5 Estrellas— fueran los que provocaron la caída de Draghi.

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“En Moscú están brindando; han servido a Putin la cabeza de Draghi. Ahora Europa es más débil”, lamentó Di Maio, quien no le quedó de otra que renunciar a su partido.

Sin embargo, la enésima caída de un gobierno en Italia no fue aprovechada por los partidos de centro y de izquierda para formar un frente único, europeísta y contrario a la agresión imperialista rusa, hecho que lamenta con amargura el candidato del Partido Demócrata, Enrico Letta, a quien las encuestas anuncian que no logrará apoyos suficientes para gobernar, ni siquiera logrando que su partido sea el más votado.

Victoria cantada de la derecha

Por el contrario, la derecha está en condiciones de gobernar en Italia, tercera economía de la Unión Europea, gracias a la alianza pactada entre Forza Italia, la Liga y Hermanos de Italia, pese a que este último presenta una candidata, Georgia Meloni, quien en su día declaró que el mejor gobernante que ha tenido Italia fue el fascista Benito Mussolini.

A menos de un mes para las elecciones del 27 de septiembre, las diferentes encuestas sobre las intenciones de voto dan a la coalición de derecha una ventaja del 48.2% contra el 29.5% del Partido Demócrata (PD) y algunas pequeñas formaciones de izquierda.

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El socialdemócrata Letta y la filofascista Meloni logran un 24% de los votos, pero sólo la candidata de Hermanos de Italia está en condiciones de gobernar, porque sumaría el tercer lugar de Salvini —pese a su admiración por Putin (que ahora trata de maquillar)—, con un 14.5%, y el 7% de Berlusconi —el tres veces ex primer ministro, acusado de todo tipo de delitos, desde compra de votos a pederastia, sin que por ello haya pisado la cárcel—.

La candidata de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni

La candidata de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni

EFE

Ni siquiera una hipotética coalición a la desesperada del socialdemócrata PD y los populistas del Movimiento 5 Estrellas (11%), que difícilmente ocurrirá, sumaría el porcentaje necesario para gobernar.

A pesar de las diferencias, los partidos de la derecha Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia de Silvio Berlusconi se presentarán en coalición, lo que premia con el actual sistema electoral, mientras que las divergencias entre los varios partidos de la izquierda y los centristas han dividido las intenciones del voto progresista.

Miedo a los rusos

A Letta le queda, como último cartucho, meter el miedo a ese 45% de indecisos, sobre el peligro de que se forme un gobierno prorruso en Italia y su terrible impacto en la unidad de la UE.

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“Rusia está interfiriendo en la campaña italiana para favorecer a la derecha y podría salirse con la suya”, aseguróLetta esta semana, al calor de las encuestas, que alertan que el “factor Ucrania” ha sido neutralizado.

“Ahora mismo —explicó— los italianos tienen dos alternativas: la nuestra, (que garantiza) el permanecer en el corazón de Europa al lado de Francia, Alemania y España, y la de Meloni y Salvini, que quieren a Italia al lado de Hungría, dirigido por un gobierno que recorta libertades en su país y que apoya el imperialismo ruso”..

De hecho, la tibieza de Salvini con Rusia no es ninguna sorpresa. El ultraderechista ya fue noticia al saberse que la embajada rusa en Italia había adelantado el dinero en rublos para pagar un planeado viaje suyo a Moscú –quería promover un supuesto plan de paz– que al final no se realizó por las muchas críticas que recibió en su país. Asimismo, pidió “valorar la utilidad” de las sanciones de Occidente contra Rusia

La candidata de Hermanos de Italia, por su parte, mantiene silencio sobre Rusia y aseguró que no iba a sacar a Italia de la UE, pero los analistas alertan de que es una estratagema para no cometer el error de Le Pen en Francia. Una vez en el poder, advierten, actuará conforme a su ideología ultraderechista y tradicionalista, la misma que defiende Putin en Rusia y ambiciona trasladar a Europa.