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Más de 2,500 niños y niñas indígenas de Chiapas, en riesgo de ser reclutados por el narco

Un informe de la organización Melel Xojobal, destaca que los menores realizarían mandados, vender y transportar drogas, reclutar a otros jóvenes, ser sicarios y vigilar la llegada de gente ajena a la región; en el caso de las mujeres, tareas como meseras de bares, cantinas o ser explotadas sexualmente

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Chiapas, al igual que otros estados del su de México vive la realidad de una expansión de células del crimen organizado, donde los niños, niñas y adolescentes son las principales víctimas al ser enganchados por grupos criminales, ya sea con engaños de atractivas ofertas de trabajo o de manera forzada. Un informe de la organización defensora de los niños indígenas Melel Xojobal, destaca en colaboración con otras organizaciones defensoras de los derechos humanos, que al menos en San Cristóbal de las Casas, 2,507 niños, niñas y adolescentes, en su mayoría con raíces indígenas, están en riesgo de ser reclutados por grupos vinculados al narcotráfico.

El Informe titulado “Niñeces frente a las violencias criminales en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas”, destaca que menores de pueblos originarios que enfrentan situaciones de pobreza y pobreza extrema son enganchados fácilmente con mentiras de mejoras para ellos y sus familias si se suman a tareas de grupos criminales, donde les aseguran que realizarán tareas sencillas y fuera de todo peligro.

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El análisis destaca que los menores que son enganchados con mentiras u obligados a sumarse a estos grupos bajo amenazas de causar daño a sus familias, de entrada los ponen a realizar mandados para estas bandas, luego a vender y transportar drogas, reclutar a otros jóvenes para luego pasar a labores de vigilancia o halconeo.

Una vez que se cumplió con algunas tareas para ir escalando niveles, se les obliga a acompañar a otros miembros de los grupos criminales para aprender el manejo de algunas armas para participar en enfrentamientos contra grupos rivales, además de que ya en esta fase se les ordena integrarse a grupos de sicarios como matones a sueldo.

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En el caso de las mujeres, se les ponen a atender a jefes de estos grupos criminales, se les consiguen trabajos como meseras de bares y cantinas para ser enlace para la venta de drogas o también son explotadas sexualmente.

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El reporte subraya que las y los jóvenes enganchados tienen un promedio de edad entre los 15 y 21 años y en su mayoría son tzotziles o tseltales. A nivel local, se ha acuñado el término “motonetos” para referirse a los jóvenes que forman parte de grupos que usan motocicletas para trasladarse y realizar tareas para entrega de drogas o para encargos de asesinatos.

El reporte elaborado por Jennifer Haza Gutiérrez, directora de Melel Xojobal y presentado el pasado 23 de febrero contó con apoyo de Violeta Galicia, de la Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas (Redias); de los investigadores Alberto Hidalgo (consultor del informe) y Angélica Evangelista (El Colegio de la Frontera Sur).