Chihuahua capital es un referente en que sí se puede combatir el trabajo infantil, con coordinación, esfuerzo, voluntad política y social. Y ejemplo es que el alcalde panista Marco Bonilla junto con el DIF estatal han reforzado brigadas para retirar a menores de edad que son ubicados en labores que les generen una remuneración, asegura la diputada del blanquiazul Carmen Rocío González, integrante de la Comisión de Derechos de la Niñez y Adolescencia en San Lázaro.
En entrevista con Crónica, la legisladora federal por Chihuahua, detalla que dentro de la política pública de Bonilla Mendoza es no permitir que las niñas y niños estén en las calles trabajando, lo que se ha logrado con denuncias que atiende el DIF.
“Cuando se reciben denuncias, reportes, el DIF pone a salvo a esos menores. Cuando los padres reclaman la custodia, se les advierte que los niños no pueden ni deben trabajar, que hay sanciones. La infancia mexicana enfrenta muchas violencias. Y más que legislar, lo que necesitamos son políticas públicas efectivas desde las instituciones”, dice la diputada.
En el marco del Día Mundial en la Lucha contra el Trabajo Infantil, González Alonso advierte que es en los municipios, el gobierno de primer contacto con la gente, desde donde se debe comenzar a paliar esta triste realidad.
Admite que es una tragedia social que las infancias en México sean obligadas a trabajar, tema que se alcanza a las migraciones.
“En Chihuahua lo vemos. La migración también obliga a los menores a trabajar, lo que los expone a otros dramas, como la trata, la prostitución y muchas vejaciones”, afirma al exponer que ella lo ha documentado en los recorridos que hace en su distrito.
Crónica publicó que el trabajo infantil arriesga el bienestar y desarrollo integral de la niñez. Y, según las estimaciones más recientes de la OIT y UNICEF, 160 millones de niñas y niños están en esta condición.
Carmen Rocío González comparte que en la Comisión de Derechos de la Niñez y Adolescencia, se trabaja en una iniciativa para reclasificar el delito de estupro, “porque ninguna niña de 13 años puede sentirse enamorada de un hombre de 50 años. Esto es porque las enganchan para luego usarlas en el tráfico de drogas -la niñez de cristal, por la propia fragilidad de la edad y porque transportan estupefacientes- y no denuncian, aunque tengan la oportunidad”, dice.
