
Topos Tlatelolco emergió de entre los escombros del sismo de 1985. En aquel septiembre que transformó a México, la tragedia gestó a una brigada ciudadana que, con el tiempo, se volvió un referente internacional de rescate.
Cuarenta años más tarde, varios universitarios engrosan las filas de los Topos, se trata de jóvenes como Mario Luna e Iván Barrientos. Formado como ingeniero geólogo, Mario se incorporó a la brigada en 1993, motivado en gran parte por su gusto por la aventura, el rapel, la tirolesa y el kayak, entre otras destrezas . En topos, explica el también empresario del calzado, encontró un propósito: ayudar a quien se encuentra desvalido ante fenómenos naturales; su participación en la brigada, le ha llevado a lares como Haití y Turquía, no obstante, Mario recuerda con particular profundidad su despliegue en Indonesia: “Había miles de cadáveres y nos tocó caminar de puntillas para no pisarles. Es traumatizante, pero tu trabajo es ayudar”.
El topo toca un punto importante y es que refiere que enfrentar eventos y desastres de tal magnitud le hizo comprender la importancia de cuidar su salud mental y emocional, así como de procurar la de sus compañeros, aduce que la brigada realiza terapias grupales e impulsa el diálogo con otras escuadras. Del mismo modo, entendió que viajar a un país ajeno para brindar ayuda implica adaptarse a otra cultura, idioma y religión, lo que ata la técnica a la dimensión humana; “La carga sobre nuestros hombros es grande. No puedes decir a los más jóvenes: ‘Se derrumbó, vayan y entren’. Hay protocolos y los enseñamos. Es un trabajo de alto riesgo y si te ganan los nervios, puedes accidentarte; hay que seguir reglas para volver con vida”
El universitario y líder operativo celebró que esta labor de altruismo tenga su génesis en la empatía ciudadana, se dijo orgulloso de la hermandad que aflora entre los mexicanos de cara a los desastres, “somos campeones en solidaridad” afirmó.
“En 1985 no sabíamos nada de protección civil y, aun así, la sociedad sostuvo el rescate” apuntó, una situación que se replicó en 2017, aunque ya con un mejor bagaje en protocolos. De ahí la importancia de llevar la prevención a las escuelas, para que todos los niños obtengan los conocimientos necesarios para salir avante frente a situaciones de riesgo acarreadas por fenómenos naturales y, más importante aún, para que todo lo que logren aprender lo lleven a casa.
Mario afirma que, además de suministrarle la técnica y los valores necesarios, la UNAM le enseñó a leer una estructura y evaluar, a partir de columnas y muros de carga, por dónde y cómo entrar; “Y sobre todo me inculcó honestidad y conciencia de equipo: a reportar objetos hallados, a coordinarme con autoridades y con la comunidad, y a cuidar al compañero dentro y fuera del operativo”. Está convencido de que la prevención salva más que cualquier maniobra, por lo que es fundamental armar un plan y entrenar, practicar y perfeccionar los protocolos con la realización ejercicios. Explicó que se deben tomar en serio los simulacros. Del empeño que pone a tales tareas, justifica: “Hay que agradecer a la Universidad lo que nos da y regresarlo a la sociedad”.
Por su parte, Iván Barrientos, alumno de la licenciatura en Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM, forma parte de la escuadra desde 2006, apoyando a la Brigada de Rescate Topos Tlatelolco en las áreas operativas y de logística. Detalló que la inquietud por sumarse a los Topos le remite al año de 1985 pues, aunque contaba apenas con tres años de edad, mantiene nebulosos recuerdos del evento, al tiempo que guarda también los relatos de su madre en torno a lo que ambos vivieron en el quinto piso donde habitaban, así como aquellas postales de la loable labor realizada por aquel grupo de rescate del que ahora forma parte. Para él, ese 19 de septiembre señaló la importancia de contar con una sociedad civil organizada, solidaria y con capacidad de respuesta inmediata, afirma que en los sismos de 2017, fue esa memoria colectiva la que sacó a la gente a las calles con ánimos de ayudar y salvar vidas. Formar parte de la Brigada, continúa, es una experiencia “enriquecedora y diversa” que te enseña a interactuar con perros, a dar atención en inundaciones y desastres de diversa índole, y hasta colaborar interinstitucionalmente en el manejo de poblaciones en crisis.
A decir del universitario, el voluntariado le constituyó en un ciudadano más integral al permitirle combinar la faceta técnica y empresarial con la acción social. Afirma, al igual que su compañero, que los estudiantes deben hallar la forma de devolver a la sociedad lo aprendido en la UNAM en aras de fortalecer a México desde la solidaridad.