
El cobro de piso a productores originarios ha sido una de las actividades clave del crimen organizado en México como parte de su financiamiento y control de zonas para vender drogas. Sin embargo, no todo es aguacate y limón. En La Ciénega, una mina de oro, alguna vez controlada por el Cártel de Sinaloa lucha hoy por resistir los embates del narco y la corrupción de funcionarios públicos.
Los españoles y su búsqueda del oro
Desde que se estableció la Nueva España en el territorio que actualmente es México, la minería desarrolló un papel importante en la economía, particularmente con la extracción de oro para comercio y fortalecimiento de la corona española vigente en el siglo XVIII.
En la región de La Ciénega, Sonora, fue descubierta en 1771 una mina de oro por miembros de una compañía militar luego de realizar una campaña contra grupos indígenas en esta zona. El mineral precioso, que se encontraba a la vista en la superficie del suelo llamó rápidamente la atención de los mineros, quienes se instalaron en esta zona para la explotación del recurso.
Esta situación llevó al crecimiento acelerado de la zona, que en poco más de un año se hizo de aproximadamente cinco mil habitantes, la mayoría de ellos dedicados a la extracción del oro. Comunidades indígenas yaquis, pimas y Guaymas fueron los principales encargados de fungir como fuerza de trabajo durante esta época.
La “mina maldita” controlada por el narcotráfico
Actualmente, esta mina de La Ciénega se encuentra en un punto crucial para el narcotráfico. Además del beneficio que tiene este recurso natural, sino porque queda de paso en una ruta que sirve para enviar drogas a los Estados Unidos controlada por “Los Chapitos”, una de las facciones divididas del Cártel de Sinaloa junto con “Los Deltas”.
En 2023 y en 2024, “Los Chapitos” explotaban la mina sin obstáculos con más de 150 sicarios custodiaban el lugar mientras obtenían hasta un kilo de oro al día mientras continuaban con el resto de sus actividades criminales.
Alejandro Sánchez, el hombre que lucha por exiliar al narco de la mina de La Ciénega
Un reportaje de LA Times recupera la historia de Alejandro Sánchez, un empresario mexico-estadounidense nacido y criado en Mexicali, Baja California en un orfanato católico donde vivió los primeros años de su vida en un contexto de escases económica. Años más tarde, emigró a los Estados Unidos para perseguir el “sueño americano”.
En 2021, Sánchez conoció en California a Nicah Odood, co-propietario estadounidense de esta mina de oro tomada por “Los Chapitos”. Ahí, le propuso a Sánchez tomar acciones para buscar recuperar la actividad minera de la zona tomada en ese entonces por el crimen organizado.
Los primeros intentos de Alejandro Sánchez se vieron obstaculizados por la corrupción vigente en la zona. Los sobornos y complicidad de autoridades y grupos militares representaban un peligro inminente para toda persona que intentara acercarse por cualquier medio.
Posteriormente, Alejandro Sánchez consiguió dos apoyos que fueron cruciales. El primero de ellos fue el de Jonathan Cooper, otro co-propietario de la mina que financió equipos para ayudar al ejército mexicano a actuar en contra del crimen organizado. Posteriormente, encontró la ayuda de Víctor Hugo Enríquez, jefe policial de la zona, quien, junto con trabajadoras sexuales de la zona, lograron recabar información sobre los líderes criminales y las rutas de tráfico de oro.
Con este trabajo de inteligencia y acción conjunta, las autoridades llevaron a cabo una redada en septiembre de 2024 para retomar el control de la mina. Aunque los operadores del crimen organizado lograron escapar gracias a una alerta emitida por uno de los propios “Chapitos”, el gobierno logró recuperar la actividad de la mina sin un enfrentamiento armado directo.
Desde entonces, este y otros grupos criminales han estado al acecho en busca de hacerse nuevamente con el control de esta mina y cuyo 1% de las ganancias es donado al Instituto Kino, el orfanato donde el propio Alejandro Sánchez pasó algunos años de su infancia aprendiendo sobre el amor y la compasión. Además, algunos de los integrantes de este centro juvenil son empleados actualmente en la mina como parte de la búsqueda por recuperar este espacio para la población local y mantener fuera al crimen organizado.