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Bulimia y anorexia en adolescentes, un secreto que se alienta en redes sociales en grupos “pro mia y pro ana”  

“Mi hija comenzó a provocarse vómito para bajar de peso” 

Bulimia y anorexia Bulimia y anorexia en adolescentes, un secreto que se alienta en redes sociales en grupos “pro mia y pro ana” (La Crónica de Hoy)

“La bulimia en adolescentes es un problema muy difícil de entender. Hasta que lo vives en carne propia te das cuenta de su gravedad. Mi hija a escondidas comenzó a provocarse vómito, y yo no me di cuenta desde el principio”, reveló Roberta, madre soltera de una adolescente de 14 años.

La joven Matilda, tuvo su propia mala experiencia. Además del daño grave que se provocó en la garganta por estar vomitando, el consabido debilitamiento y desnutrición, también presentó una faringitis que le imposibilitó deglutir alimentos, por los intensos dolores que todo esto le provocó.

Durante tres semanas, su mamá le estuvo preparando papillas, pero alimentarse de esa forma era en una verdadera tortura, relató la joven a Crónica, “no soportaba ni siquiera tragar mi propia saliva”.

“Fue el peor momento de mi vida, me sentí realmente mal. No lo quiero volver a hacer”, confesó, pero algo en su interior sigue obsesionada con un sobrepeso que en realidad no tiene.

Doña Roberta recordó que fue hasta que sorprendió a su hija saliendo del baño limpiándose la boca, que se percató de lo que estaba ocurriendo.

“Todo cobró sentido, su inexplicable pérdida de peso, su afán de estarse observando sin ropa a cada rato frente al espejo y diferentes pretextos para no comer: ´no tengo hambre... Comí en la escuela... Ya tengo mucho sueño, o no tengo ganas de cenar’ y estarse lavando los dientes cada que salía del baño”.

“Me di cuenta que tenía que actuar muy rápido, para mi los focos estaban en rojo”. Lo primero que hizo fue hablar con Maltilda, para hacerle ver el daño que se estaba haciendo, lo que podría ocasionar a su organismo, incluso traté que platicáramos, que me dijera qué le estaba pasando y por qué comenzó a hacerse eso. Pero nada de eso parecía importarle a la joven, quien respondía: “pues no voy a parar... es mi cuerpo y yo sé lo que hago”.

Roberta, acomodadora de mercancía en un Soriana, acudió con una psicóloga, porque Matilda no estaba interesada en recibir ayuda, a pesar de que incluso, dejó de ir a la escuela por el dolor en la garganta, semanas en las que doña Roberta la hacía comer papillas de verduras con carne de pollo, para que se nutriera.

Hablar, el primer paso

Doña Roberta se dio a la tarea de hablar mucho con su hija, así, logró saber que fue en diversas redes sociales en donde muchas jovencitas como su hija, participaban en foros “pro ana y pro mía”, (a favor de la anorexia y la bulimia), y se animan a la pérdida de peso a través de dejar de comer, contar calorías de los alimentos y provocarse vómito en caso de comer alimentos que supuestamente las hicieran subir de peso y cómo engañar a la familia, para que no se den cuenta de lo que ellas están haciendo.

“Así fue como aprendió a que si, por ejemplo yo le servía de comer, frente a mi lo hacía, pero extrañamente de inmediato se iba al baño, se lavaba los dientes y decía que ya no tenía hambre”, compartió la señora Roberta.

Del médico general de su Unidad de Medicina Familiar (UMF) del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pasaron con la psicóloga, quien al darse cuenta de la situación la canalizó con el paidopsiquiatra del instituto.

“Mi hija está obsesionada con su peso, aunque la doctora le dijo que le sobran unos 4 kilos y que no tenía problemas de sobrepeso, ya que pesa 61 kilos y mide 1.60, pero Matilda de inmediato respondió: `sí estoy gorda, tengo que pesar 40 kilos”.

Cuando la doctora la escuchó le dijo, que “todos en algún momento necesitamos atención de nuestra salud mental, que el problema que ella presenta requiere apoyo de un especialista, y que esos cuatro kilos, los puede bajar con ejercicio y una alimentación bien balanceada, pero no quiere aceptarlo.

Doña Roberta externó que mientras llega la cita con el paidopsiquiatra, se dará a la tarea de vigilar la alimentación de su hija, aunque, confiesa “vivo con miedo de que quiera volver a intentarlo engañándome y que pudiera haber consecuencias mayores, porque me he estado informando, y la de mi hija Matilda, no es una condición que se va a resolver en el corto plazo, creo que podría recaer”.

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