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Color y alegría, sello del Ballet Folklórico de Amalia Hernández en el Festival Aztán 2024

En la novena noche del Festival, la música en vivo, vestuarios y sonrisas de las y los artistas arrancaron los aplausos de los asistentes

Especial

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Con gran éxito se presentó en el escenario del Festival Internacional de las Artes Atzán 2024, el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, donde el color y la tradición en el escenario, una vez más desplegó un gran espectáculo, mostrando su profesionalismo.

De esta forma, la audiencia presenció cómo ha revolucionado el concepto de los bailes tradicionales y transformado también la historia de la danza mexicana.

El espectáculo Inició con “Sensemayá” y siguió con “Matachines”, una danza nacida de las costumbres de los pueblos prehispánicos y que se baila en la región norte del centro de México solamente en celebraciones religiosas.

Los aplausos no tardaron en llegar y, con ellos, inició “Guerrero”, danza originaria del estado del mismo nombre que se convirtió en sinónimo de ritmo y alegría.

Y llegó la “Revolución”, pieza dedicada a las soldaderas. Hubo carrilleras, sombreros y trajes alusivos a la época.

En la novena noche del Festival Internacional de las Artes Atzán 2024, la música en vivo, vestuarios y sonrisas de las y los artistas arrancaban los aplausos más cálidos de los asistentes.

Por su trayectoria, el ballet se ha convertido en el conjunto más emblemático de danza folclórica en nuestro país y alrededor del mundo.

Las coreografías tienen como base una gran investigación acerca de culturas autóctonas, bailes y cantos de las regiones del país.

Y llegó Veracruz con la “Fiesta en Tlacotalpan”. El blanco de los vestidos típicos de ese estado hizo brillar más el escenario. Pero la alegría llegó a uno de sus máximos momentos con la presencia de mojigangas que salieron a bailar entre la multitud mientras el ballet deleitaba con música que asimilaba un carnaval.

Un diablo y un ángel dieron la bienvenida a “La vida es un juego”, pieza basada en juegos y juguetes mexicanos.

Mientras, en el fondo del escenario lucía la imagen de una feria con su rueda de la fortuna y carpas, al tiempo que el diablo manejaba a los personajes como si fueran marionetas.