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Su carrera suma cargos en el Gobierno mexicano, el Fondo Monetario Internacional y la cúpula de la banca central internacional

Agustín Carstens: ¿a qué se dedica y por qué dicen que es más poderoso que muchos presidentes del mundo?

Agustín Carstens
Agustín Carstens Especial

Agustín Guillermo Carstens es, hasta el 30 de junio de 2025, el exdirector general del Bank for International Settlements (BIS), la institución que convence y coordina a los bancos centrales del mundo.

Su carrera suma cargos en el Gobierno mexicano, el Fondo Monetario Internacional y la cúpula de la banca central internacional, lo que le ha valido el apelativo recurrente en medios y redes: “el banquero de los banqueros”, y por ende, un actor con más influencia práctica en la economía global que muchos jefes de Estado.

¿Qué hace exactamente?

El BIS (con sede en Basilea) es una plataforma interbancaria y un foro técnico donde se reúnen gobernadores de bancos centrales, reguladores y supervisores para coordinar normas, compartir análisis y diseñar respuestas conjuntas ante crisis financieras.

Como director general, Carstens fue el coordinador ejecutivo de esa red: preparó agendas, impulsó proyectos colectivos (desde marcos macroprudenciales hasta pruebas piloto de monedas digitales de bancos centrales) y emitió advertencias públicas que influyen en decisiones de política fiscal y monetaria en todo el planeta.

Esa capacidad de convocar, sintetizar y prescribir políticas es la razón práctica por la que su voz pesa.

De secretario de Hacienda a “banquero de los banqueros”

La trayectoria de Carstens combina experiencia administrativa y técnica: fue secretario de Hacienda de México (2006–2009), subdirector gerente del FMI (2003–2006) y gobernador del Banco de México (2010–2017). En 2017 asumió la gerencia general del BIS, cargo desde el cual lanzó iniciativas como la BIS Innovation Hub y promovió la cooperación sobre monedas digitales y estabilidad financiera.

Esa mezcla de legitimidad política, experiencia técnica y redes internacionales explica por qué su opinión es atendida por ministros, gobernadores y mercados.

Cuando el BIS advierte sobre riesgos (por ejemplo, deuda pública insostenible o “dominancia fiscal”), esos mensajes alteran expectativas de los mercados y presionan a gobiernos y bancos centrales a ajustar políticas.

Carstens, al encabezar esas advertencias y coordinar respuestas, actúa sobre fuerzas que afectan crecimiento, empleo y estabilidad financiera de países enteros, efectos que en algunos casos superan la influencia concreta de un jefe de Estado que no controla la política monetaria.

¿Por qué tiene peso su labor?

Como lo mencionamos, el BIS es el foro donde se discuten medidas para evitar contagios financieros; las recomendaciones de Carstens ayudan a diseñar reglas que los bancos centrales aplican nacionalmente.

Bajo su mandato, el BIS promovió proyectos de monedas digitales de bancos centrales (CBDC) y el BIS Innovation Hub, que trabajan con bancos centrales en prototipos y estándares, influenciando la hoja de ruta tecnológica de muchas jurisdicciones.

Sus intervenciones públicas sobre deuda, inflación y riesgos globales generan cobertura y reacciones en mercados de bonos y divisas, amplificando su influencia más allá del ámbito técnico.

No gobierna países ni tiene mandato democrático para imponer leyes. Su “poder” es técnico, normativo y reputacional. El BIS no puede obligar a un gobierno a recortar gasto ni a un banco a cambiar tasas; lo que hace es crear consenso, señalar riesgos y ofrecer herramientas.

Ese poder es especialmente efectivo en países con mercados financieros profundos y donde la credibilidad institucional pesa mucho.

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