Escenario

Aliados: Romance de espías vintage o de Casablanca con amor

Desde tiempos inmemoriales hemos sabido que el cineasta Robert Zemeckis tiene una obsesión por mostrar en la pantalla su fascinación por el pasado, específicamente por el cine clásico y hacer referencias en sus películas a episodios históricos, como ya lo manejó estupendamente en sus reconocidas Forrest Gump (1994) o la saga de Volver al futuro, en donde es más evidente.

Brad Pitt y Angelina Jolie en la película "Aliados"
Brad Pitt y Angelina Jolie en la película "Aliados" Brad Pitt y Angelina Jolie en la película "Aliados" (La Crónica de Hoy)

Desde tiempos inmemoriales hemos sabido que el cineasta Robert Zemeckis tiene una obsesión por mostrar en la pantalla su fascinación por el pasado, específicamente por el cine clásico y hacer referencias en sus películas a episodios históricos, como ya lo manejó estupendamente en sus reconocidas Forrest Gump (1994) o la saga de Volver al futuro, en donde es más evidente.

En Aliados, su nueva película lo vuelve a hacer, de una manera sutil y adecuada en su thriller de romance y espionaje estructurado a la vieja escuela y con un marcado homenaje a la cinta Casablanca (1942). La pelícu­la es atractiva por sí misma y utiliza elementos de acción sin abusar del género, para mostrar un relato emocionante en la superficie y con un contenido que tiene su dosis de emotividad, pero alejada de las grandes películas de Zemeckis.

Ambientado primero en el Marruecos francés y luego en Inglaterra durante en la Segunda Guerra Mundial nos cuenta la historia amorosa que se crea entre Max, quien es un espía del bando aliado y su compañera francesa, en la que, sin tanto maniqueísmo, el realizador hace una mesurada reflexión sobre la confianza y el sacrificio cuando a él le notifican que Marianne puede que sea una agente doble que trabaja para los nazis. El público estará consiente gran parte de la historia de cómo podría terminar, pero Zemeckis tiene la gran virtud de alentar la curiosidad, con algunos giros de tuerca y, sobre todo, con la construcción de un final digno en el guion de Steven Knight.

Si algo puede exigírsele a la película, que la mantiene alejada de las grandes películas de su director, es que en este caso carece de esmero en el diseño de producción y apuesta a su estética de fetiches, pero sobre todo que no puede engañarnos con una construcción frágil de sus personajes al intentar humanizarlos con el gancho sentimental cuando nunca dejan de ser estereotipos idealizados. Son personajes elegantes, atractivos y su mayor defecto es su misma habilidad de salirse siempre con la suya.

Lo he dicho antes en el caso de Marion Cotillard. No se siente tan cómoda en personajes con poca desenvoltura emocional. Aunque siempre será maravilloso verla en la pantalla por su belleza (en este caso no es la excepción), es una de las actrices a las que no podemos dejar de pedirle siempre un registro más alto después de haber visto Dos días y una noche (2014) o Metal y hueso (2012), por no mencionar que está a años luz de lo que nos permitió ver en La vida en rosa (2007). En el caso de Brad Pitt no hay tanta pretensión, nos queda claro que lo emocional no va con él y es donde le quita algo al filme, pero no deja de lucir cuando se trata de ponerse presumido y heroico.

La película cumple en los parámetros de una película de entretenimiento y curiosamente da la impresión de que el tema de la confianza es el de mayor empuje, y aunque no se mete de lleno el tema sí deja una que otra pincelada narrativa al respecto.

Director: Gianfranco Rosi (Italia, 2016)

El cineasta Gianfranco Rosi es uno de los documentalistas más laureados del cine actual. Su más reciente logro lo recibió gracias a este poético filme Fuego en el mar, con el que obtuvo el Oso de Oro a la Mejor Película de la Berlinale 2016. Una isla entre dos mundos, Europa y África. Una familia de pescadores de la isla de Lampedusa y un reguero de pobre gente huyendo del moridero africano. Es el contraste entre las dos realidades. Una serie de testimonios de los dos lados nos dan una perspectiva sobre la terrible situación de migrantes ilegales que huyen de la guerra y el hambre. Una cátedra del cine contemplativo en la que lo delicado y sugerente no le quita apremio al mensaje sobre la atrocidad y la fragilidad humana. El filme no denuncia ni condena, eso de lo deja al espectador.

Director: Tim Blake Nelson (EU, 2016)

Sin mucha ambición llega esta sencilla historia coral que pierde terriblemente el encanto en su forma a pesar de tener un mensaje moralizador potente en una película que tiene una estructura circular que tanto llama la atención. En Nueva York el ilustre Walter Zarrow (Sam Waterston), profesor de filosofía de la Universidad de Columbia, es herido en un asalto y acaba desfallecido en los brazos de Sam, un padre de mediana edad que está teniendo una aventura amorosa en la ciudad. La cinta nos presenta una serie de historias conectadas para que ocurriera ese suceso, sin embargo, tiene una forma de contarlo con mucho artificio y cliché moral que la hacen un ensayo tedioso. Sabemos que Kristen Stewart es una pésima actriz, pero su personaje aquí hace que el filme sea insoportable.

Director: Ben Affleck (EU, 2016)

Ben Affleck ha demostrado que es un gran director. Posiblemente sea más virtuoso en esta faceta que como actor. Este argumento lo respaldan filmes como Gone, baby gone (2007), The town. Ciudad de ladrones (2010) y Argo (2012). Sin embargo, en su más reciente filme nos ha presentado su trabajo más aburrido, en su intento de homenaje a las viejas películas de gangsters con una historia ambientada en los años 20, sobre un hombre que se adentra en el mundo del crimen organizado. Aunque tiene algunos destellos estéticos y narrativos, no le alcanza para llenar los tópicos suficientes de un buen filme, se conforma con una buena decoración, sin nada interesante por mostrar. La película es un montón de pastiches sin ningún propósito argumental. Suerte para la próxima, Ben.

Copyright © 2017 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México