Han pasado cuatro décadas desde que la cinta mexicana El compadre Mendoza (1933), uno de los clásicos indispensables de nuestra cinematografía comenzó las actividades de la Cineteca Nacional, una institución que nació como el archivo fílmico estatal encargado de preservar el patrimonio cinematográfico del país, como parte de un plan de reestructuración de la industria en 1970.
La película de Fernando de Fuentes, protagonizada por Antonio R. Frausto, se proyectó el 17 de enero de 1974 en las instalaciones de la Cineteca que se edificó hace 45 años, en los terrenos de los Estudios Churubusco, entre la calzada de Tlalpan y Río Churubusco, es decir, donde actualmente está la sede del Centro Nacional de las Artes.
Estaba conformada por dos salas de proyección y tenía un área de exposiciones temporales, una biblioteca, librería y un restaurante y una bóveda de almacenamiento de películas, según información proporcionada por el mismo recinto.
Aquel proyecto que comenzó como una treta política, pues surgió de la iniciativa de la cabeza del entonces Banco Nacional Cinematográfico, quien entonces era el hermano del presidente Luis Echeverría Álvarez, Rodolfo Echeverría, se convirtió en un espacio reaccionario al contexto político y cultural que aún tenía las marcas de la matanza del 2 de Octubre del 68 y el Jueves de Corpus del 71, además de una lucha contra la censura.
Su carácter independiente lo dio en aquel ciclo del cual formó parte El compadre Mendoza, pues el programa no sólo tenía una oferta de cine de autor que incluía Mi noche con Maud, de Eric Rohmer (1969); ¿Por qué corre amok el señor R? (1970), de Rainer Werner Fassbinder o Paisaje después de la batalla (1970), del polaco Andrzej Wajda; o títulos mexicanos como El cambio, de Alfredo Joskowicz y El camino de la vida, de Alfredo Corona Blake, sino que también se incluyó la controvertida película de Stanley Kubrick, Naranja mecánica.
“Deseosos de ver la cinta Naranja mecánica que ayer se exhibió en dos funciones en la Cineteca Nacional, varios grupos de jóvenes originaron tumultos a las puertas de ésta y lograron romper la taquilla, por lo que mucha gente que no tenía boletos logró colarse a la sala Fernando de Fuentes, durante la función de la tarde”, dice una nota del diario El Día.
El 24 de marzo de 1982 hacia las tres de la tarde mientras se exhibía La tierra de la gran promesa, de Andrzej Wajda en la sala Fernando de Fuentes y La yegua de fuerza de Joyce Buñuel, el personal del recinto detectó humo que provenía del sótano. Se dio aviso a los bomberos de los Estudios Churubusco, quienes al no detectar el origen del incendio dieron la orden de evacuar.
Fue una catástrofe comparada con la destrucción de la biblioteca de Alejandría. Ocasionó la pérdida de seis mil 506 películas, nueve mil 275 libros y revistas y cerca de dos mil 300 guiones. Por el daño irreparable a las salas y la bóveda, se tuvieron que abandonar las actividades en ese edificio. El inmueble estuvo entre las llamas por 16 horas.
Dos años después del incendio se irguió en la avenida México Coyoacán la “nueva” Cineteca Nacional. Mario Moreno Cantinflas y Gabriel Figueroa fueron los impulsores de la reconstrucción, y el 27 de enero de 1984 se inauguró la segunda sede con 4 salas y un acervo, edificado por el arquitecto Manuel Rocha. Así durante 37 años se mostraron películas extranjeras y nacionales y se realizaron esfuerzos de difusión, conservando y expandiendo el acervo.
En 2011, Conaculta y el arquitecto Michel Rojkind se encargaron de rejuvenecer la estructura y ampliar el edificio. Se agregaron 6 salas nuevas, un laboratorio de conservación y restauración, nuevas bóvedas, restaurantes, tiendas y librerías. La Cineteca pasó de ser sólo un lugar de culto al cine a un bastión de la vida cultural de la ciudad.
Actualmente, la Cineteca Nacional, es el espacio más importante para la proyección de cine mexicano (en el 2018, estrenaron 65 filmes nacionales); cuenta con un acervo fílmico de más de 17 mil 750 copias en 35 milímetros y 16 milímetros, positivos y negativos; un acervo no fílmico conformado por fotografías, fotomontajes y carteles, y la Videoteca Digital Carlos Monsiváis que cuenta con un gran listado de cintas disponibles para consulta. Sin duda, los pulmones del cine nacional.
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