
México experimenta un declive de la democracia como ilustra el Informe 2017 de la Corporación Latinobarómetro, la cual establece que en nuestro país solamente 18 de cada cien personas manifiesta estar satisfecha con el funcionamiento del sistema democrático. Al analizar el tema de la confianza en las instituciones afirma que únicamente el 33 por ciento de la población manifiesta credulidad respecto a las autoridades electorales; el 23 por ciento al Poder Judicial; el 22 por ciento al Poder Legislativo; el 15 por ciento al gobierno y solamente el 9 por ciento confía en los partidos políticos. Por otro lado, el 48 por ciento de los ciudadanos considera que el clientelismo y el cohecho están presentes en los procesos electorales, el 28 por ciento estima que el principal problema es la delincuencia; el 16 por ciento manifiesta su preocupación por la situación política nacional y sólo el 15 por ciento de la población considera que el país está progresando.
A través de un impecable trabajo de campo técnico y de investigación en 18 países de la región, la Organización No Gubernamental Latinobarómetro realiza desde hace 22 años encuestas y mediciones de opinión política que son representativas del conjunto de la población. Con sede en Santiago de Chile, ofrece anualmente una radiografía sobre lo que opinan los ciudadanos respecto a temas políticos y sociales considerados relevantes. La medición del 2017 alerta sobre una tendencia que se ha mantenido constante durante los últimos años en América Latina, y que está representada por un pronunciado declive democrático, o dicho de otra forma, por un creciente desencanto social respecto a tal forma de gobierno que actualmente se acompaña de un ascenso de la derecha y de una pérdida electoral de la izquierda.
El Informe analiza las once elecciones celebradas durante 2017 en siete países latinoamericanos, mientras que advierte sobre los escenarios del 2018, cuando se efectuarán elecciones presidenciales en cinco países, entre ellos México. Estos procesos electorales, afirma, se llevarán a cabo en escenarios políticos complejos y con un alto número de candidatos, con sistemas de partidos debilitados, así como con novedosos movimientos y liderazgos extrapartidarios e independientes. Para el futuro próximo se percibe la apertura de un ciclo político caracterizado por mayores dificultades de gobernabilidad, fragilidad de las mayorías en los parlamentos y menos posibilidades de producir cambios. Todo esto en un contexto de transformaciones significativas en el comportamiento electoral de la región latinoamericana.
El declive de la democracia se acompaña de una disfunción de la representación política porque se ha impuesto a la sociedad un modelo de competencia electoral diseñado para restar influencia a los ciudadanos. El déficit de credibilidad política que se observa se debe en buena medida al fracaso de los partidos tradicionales como elemento central cohesionador del sistema en su conjunto. Teóricamente, los partidos son una proyección representativa de la sociedad civil. Son organizaciones cuya función es agrupar demandas ciudadanas para convertirlas, a través de la función legislativa, en políticas públicas. El modo como los partidos se renuevan estructural y programáticamente, también es un indicador de la salud democrática. Significa estar en sintonía con las transformaciones sociales y culturales del momento, y con los reclamos de participación ciudadana cada vez más presentes y consistentes. La democracia está en peligro, no permitamos que se siga deteriorando.
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