
En las coyunturas de las dos grandes guerras que involucraron a buena parte del mundo durante la primera mitad del siglo XX, la comunidad alemana en México formó parte del complicado entramado social y político que, inevitablemente, involucró a nuestro país, a grado tal, que hubo historias de espionaje, de operación propagandística, e incluso de control y vigilancia de la población germana establecida aquí.
La situación también hizo que el gobierno mexicano sostuviera un delicado juego de equilibrios donde la alianza con Estados Unidos, los lazos comerciales con la Alemania nazi y las presiones que recibió México para entrar en las guerras mundiales son todavía un capítulo de nuestra historia que no se ha analizado a profundidad.
¿Qué admiraba don Porfirio? El esplendor militar de la Alemania de Guillermo II –hasta copiaría los uniformes del ejército. “Un dictador ve a sus similares y había empresas muy famosas en el mundo como Krupp, fabricante de armamento. Eran importantes en todo el mundo las industrias alemanas de extracción de carbón y hierro, además de fabricación de cañones; la compra de armamento alemán tiene una tradición enorme en muchos países. Y en algunos casos se remonta hasta Carlos V. Porfirio Díaz podía elegir para comprar armas alemanas, inglesas o norteamericanas, que eran más baratas de transportar”.
Esta admiración por la cultura militar alemana desmiente el lugar común, la frase hecha, según la cual el porfiriato fue una “época afrancesada”, sin matices. “Lo fue en el aspecto social, cultural: a principios del siglo XX, todo el mundo mira hacia París en cuanto a moda, a la literatura y a la prensa, y en términos económicos, militares y armamentistas, todo mundo mira hacia Berlín”.
Si la primera guerra mundial significó, esencialmente, una variación en la estrategia comercial de los empresarios alemanes con recursos suficientes para volverse industriales o importadores de Estados Unidos, en lugar se comprar mercancías alemanas, bloqueadas por la guerra, la coyuntura de la segunda guerra mundial fue totalmente diferente.
EL PELIGROSO EQUILIBRIO DE MÉXICO ENTRE LA ALEMANIA NAZI Y LA PRESIÓN ESTADOUNIDENSE. “En México siempre hubo un sentimiento antiyanqui, producto e su cercanía”, señala Brígida Von Mentz. “Ante esa “yanquifobia, la simpatía por lo alemán, por lo francés y por lo español, constituyeron una alternativa entre los mexicanos. Pero en los años 30 del siglo XX, ocurrió con Alemania la misma polarización que se dio en España durante la guerra civil. Pero la embajada alemana en México fomentó, y mucho, las simpatías por el nacional socialismo. Como en todo, en México había alemanes muy nazis y otros que no simpatizaban para nada con esa posición. Muchos mexicanos vieron a los alumnos del Colegio Alemán realizar sus torneos deportivos al modo de los rituales nazis, y, seguramente, mucha gente lo vio con susto, y otros con interés, pues en México había una derecha muy fuerte, con grupos profascistas y con el sinarquismo con mucha presencia”.
El estallamiento de la segunda guerra mundial y el involucramiento de Estados Unidos en el conflicto, acabaría arrastrando a México y afectaría a los alemanes establecidos aquí.
LAS REPERCUSIONES DE LA GUERRA. Al expropiarse la industria petrolera, México enfrentó un boicot. Solamente los países del Eje Berlín-Roma-Tokio compraban el petróleo mexicano. A raíz de la entrada de Estados Unidos en la guerra mundial, la coyuntura cambió por completo: la Unión americana fortificó su costa del pacífico e influyó para que México hiciera otro tanto.
“Lázaro Cárdenas fue un personaje esencial en ese momento, pues al tiempo que desplegó la fortificación der nuestras costas, tuvo que defender nuestra soberanía de la presión estadounidense, al mismo tiempo que cooperaba”.
Inevitablemente, eso afectaría a las comunidades alemanas en México. “Se concluyó que, en esas circunstancias, tener muchos alemanes en Chiapas se volvía un peligro”. Así, del mismo modo que ocurrió con los migrantes japoneses, se les desarraigó de las costas, y se les concentró, a unos en la ciudad de México, a otros en el campo de concentración que se estableció en la antigua fortaleza de Perote, en Veracruz.
El gobierno mexicano intervino las grandes casas comerciales, el Colegio Alemán, las fincas de café. “Fue un momento muy complejo para las autoridades mexicanas, que tampoco querían que la población se quedara sin productos alemanes muy populares, como las cafiaspirinas, distribuidas por alemanes establecidos aquí, y los estadounidenses estaban muy puestos a sustituir cuanto producto se ofreciese. No fue nada fácil para el gobierno de Manuel Ávila Camacho, pues él y sus secretarios que participaban en la Comisión Trisecretarial de Intervención, se las arreglaron para manejar a los norteamericanos que presionaban mucho, al tiempo que vigilaban a los alemanes concentrados”.
Cuando en 1942 México entró en la guerra, tuvo que enviar a Perote a los oficiales de los barcos alemanes que estaban atracados en los muelles de Veracruz; alemanes establecidos aquí, pero con simpatías nazis, y que tuvieron dinero para hacerlo, salieron del país, como la familia Boker, fundadores de la famosa casa ferretera, o un hombre con fama de espía nazi, Jorge Nicolaus, según consignó la prensa de la época.
Treinta y dos empleados de Petróleos Mexicanos, entre alemanes y japoneses, fueron separados de sus empleos, en lo que parecía unas vacaciones en la capital mexicana. Después, fueron cesados repentinamente, mientras mexicanos indignados exigían que esas plazas fuesen otorgadas a los familiares de las víctimas de los hundimientos de los barcos antes alemanes e italianos, confiscados por el gobierno mexicano y, oficialmente, hundidos por submarinos alemanes.
LOS OTROS REFUGIADOS. El exilio español no sería el único en acogerse en nuestro país. En 1942, llegaron núcleos de comunistas, socialdemócratas y sindicalistas alemanes que venían huyendo del nazismo, y México también les abrió sus puertas.
La “colonia alemana” fue silenciada en ese extraño modo de vivir que era la guerra en la que México estaba pero que no tocaba a la puerta, y en cambio, aquellos refugiados alemanes recibieron mucho apoyo del célebre militante de izquierda Vicente Lombardo Toledano. Aquellos militantes de diversas corrientes de izquierda se quedaron en México de 1942 a 1946y después de la guerra volverían a su tierra a fundar un país que la no existe: Alemania oriental.
“Aún no se ha contado la historia de esos refugiados alemanes antifascistas, y hay que recordarlos, porque sufrieron muchísimo durante el estalinismo: hubo os núcleos de refugiados, uno aquí y otro en Moscú”, revela Von Mentz. “Al final, los de Moscú cobraron más poder y acusaron falsamente a los que habían estado aquí. Su destino en la Alemania Oriental fue muy triste”.
Pasaría la guerra mundial, y al desvanecerse la polarización de la otrora poderosa Alemania nazi, los germanos asentados aquí y su descendencia, continuaron su historia de trabajo, de crecimiento.
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