Escenario

El día que El Rey cayó

El pasado jueves, día que falleció Aretha Franklin, la Reina del Soul, también se conmemoraban 41 años de la muerte de Elvis Presley

Elvis Presley cantando en concierto
Elvis Presley cantando en concierto Elvis Presley cantando en concierto (La Crónica de Hoy)

El 16 de agosto de 1977 era martes. A las 14:56 llegó al hospital Baptist Memorial el cuerpo enfermo de Elvis Presley y cuatro minutos más tarde se le declaró sin vida. El Rey del Rock and Roll había muerto y el mundo entero se estremeció. Hace un par de días se conmemoraron 41 años de ese suceso, el mismo día en que también falleció Aretha Franklin, la Reina del Soul.

El anuncio público del deceso de Elvis Presley se dio a las 16:00. Casi al momento, miles de seguidores se agolparon en su mansión Graceland, en Memphis (Estados Unidos), mientras las líneas telefónicas se colapsaban en la ciudad y las florerías agotaban sus productos. Por días se escuchó su música en todo el mundo, y al mismo tiempo había la sensación de no dar crédito a la noticia.

Cuando no se encontraba inmerso en una de sus constantes giras o derrochando dinero en joyas y coches para sus amigos, se quedaba encerrado en su habitación, durmiendo o leyendo libros de numerología y espiritualidad. Las ventas de sus discos habían descendido alarmantemente. Algunas veces su implacable mánager, el coronel Tom Parker lograba meterlo en un estudio aunque El Rey prefería alardear de sus conocimientos de kárate.

Su manager a menudo lo llevaba a tocar en el Hotel Hilton de Las Vegas, donde tenía residencias por 10 o 15 días seguidos. Más tarde se descubrió que se debía a las millonarias deudas de Parker; en liquidez tampoco le iba muy bien a Elvis, pues había tenido que hipotecar Graceland. Los conciertos eran cada vez más penosos. Las críticas, feroces, se debatían entre la pena y la rabia. Escribían que estaba gordo, adormilado, ido, que no vocalizaba, que tartamudeaba, que olvidaba las letras de las canciones o simplemente las cambiaba de modo grotesco.

El sobrepeso era tan solo uno de sus males de salud; eran sabidos sus problemas intestinales cada vez más graves, así como su hipertensión. Además se le había diagnosticado principios de glaucoma y el hígado graso. Para combatirlos tomaba cantidades indecibles de sedantes, analgésicos y estimulantes. Había sido hospitalizado en varias ocasiones por sobredosis.

Durante estos días Elvis estaba siguiendo una dieta, para prepararse para su nueva gira que comenzaba el 16 de agosto, en Portland Maine. Su primo Billy Smith llegó a Graceland a las 19 horas, él asegura que lo encontró con muy buen ánimo. A las 21:30 Elvis metió a la cama a Lisa (sería la última vez que su hija lo vería) y una hora después Ginger Alden (su última novia) y su primo lo acompañan a una cita con el dentista, el doctor Lester Hofman, quien le realizó una limpieza bucal (también a Ginger) y le arregló un par de pequeñas caries en las muelas. Volvieron pasada la media noche.

La sirvienta Nancy Rooks escucha esa discusión en la que Ginger decía que no quería ir por miedo a cansarse de Elvis viéndole todo el tiempo, pero en un arranque de ira Elvis le dijo que si no estaba allí, habría otra persona esperándole en su lugar (según Sam Thompson había otra mujer esperando a Elvis en su próxima gira). Con los ánimos más calmados Ginger afirmó que después de la pelea, hablaron de su posible boda, con fecha tentativa para Navidad. Aunque Dick Grob (jefe de seguridad de Graceland) afirma que Elvis no tenía ninguna intención de casarse.

Mas o menos a las 2:15 horas Elvis llamo al doctor George Nichopoulos (o doctor Nick, como lo llamaba) para decirle que una de las muelas que le habían arreglado, le estaba molestando a pesar de los comprimidos que le dieron. Necesitaba algún tranquilizante, Nick le receto unos comprimidos y Elvis le mando a Rick Stanley a buscarlos a la farmacia nocturna del Baptist Memorial Hospital.

Elvis no podía conciliar el sueño y decidió hacer un poco de ejercicio. A las 4 de la mañana llamó a Ginger y Billy para jugar racquetball. Billy recuerda que se quejaba de la lluvia cuando Elvis le dijo “no hay problema, me ocupo yo”. Luego mira al cielo y levanta los brazos. Minutos después se calmó la lluvia y jugaron hasta las 6 de la mañana. Luego hizo bicicleta estática.

Antes de las siete de la mañana se sentó al piano a tocar algunos temas, entre ellos “Blue Eyes Crying In The Rain”, de Willie Nelson, y “Unchained Melody”, de The Righteous Brothers, además de dos temas de gospel. Luego Stanley llegó después con un amplio surtido de depresivos y placebos que normalmente permitían a Elvis dormir varias horas seguidas. Antes, a las 5 de la mañana había tomado otros fármacos. A las 8 de la mañana seguía sin poder dormir y pide una nueva dosis.

A las 9:30 horas Elvis toma un libro sobre el estudio de la energía sexual y psíquica que correlacionaba posiciones sexuales con signos astrológicos: “Me voy al baño a leer”, dijo a Ginger. Ella respondió: “Ok, pero no te quedes dormido”. Elvis promete que no lo hará…

Ginger despertó a las 13:30 sin señales de Elvis e hizo una llamada rutinaria a su madre. Va al baño, llama, silencio, abre y lo encuentra tirado boca abajo con los pantalones dorados del pijama hasta los tobillos. El rostro luce amoratado sobre abundante vómito. La habitación se llena de gente que grita y llora. Lisa Marie, su hija de 9 años, se asoma preguntando qué pasa. La sacan. Los ojos inyectados en sangre, la lengua inerte colgando, el rostro hinchado. En ese momento se supo que Elvis, de 42 años, estaba muerto.

Píe de Foto: El cantante falleció a los 42 años de edad.

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