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Energía nuclear, ¿heroína o villana?

ENCRUCIJADA. La humanidad ha temido a la energía atómica desde que vio estallar la bomba de Hiroshma, pero, ¿está justificado el miedo tras décadas de avances tecnológicos en eficiencia y seguridad?

Energía nuclear, ¿heroína o villana?

Energía nuclear, ¿heroína o villana?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Este 11 de marzo se cumplieron diez años del accidente nuclear en Fukushima, Japón, el segundo peor de la historia, y el 26 de abril se cumplirán 35 años del accidente nuclear de Chernóbil, el que ocupa el triste primer lugar. Tanta efeméride resulta un momento pertinente para entrar en el debate que rodea a la energía atómica desde incluso antes del primer accidente nuclear grave que vivió la humanidad: La fuga radiactiva en la planta de plutonio de Mayak, en los Urales, en 1957.

Pero para empezar, quizás es pertinente explicar rápidamente qué es la energía nuclear. En resumen, es la energía que se obtiene a través de un proceso que consiste en disparar neutrones contra átomos de Uranio 235. El neutrón penetra en el átomo y desata un proceso de fisión atómica, es decir, separa los varios neutrones y protones que componen el átomo en grupos más pequeños de neutrones y protones, lo que libera energía. El proceso contrario, en el que neutrones y protones se juntan con otros neutrones y protones para formar átomos más grandes y más estables, también libera energía (como la energía que emite el sol) y se llama fusión.

A nivel práctico, lo que importa para la energía nuclear es que por cada átomo de Uranio 235 separado, quedan libres tres neutrones, que se lanzan a su vez contra otros átomos de Uranio 235, lo que provoca una reacción de fisión en cadena. Dado que la reacción en cadena podría descontrolar el proceso, se utiliza agua o grafito como barrera para frenar, o mejor dicho, controlar o moderar la generación de energía.

LOS ARGUMENTOS EN CONTRA

Hay que entender que una bomba nuclear sigue justamente este proceso de fisión… pero sin el control que implementan el agua o el grafito. Cuando esta reacción en cadena se produce sin control y de forma súbita, estalla una bomba. Y es este potencial enormemente destructivo de la energía nuclear el que señalan los activistas que, desde hace décadas han reclamado terminar con esta fuente de energía. Desde luego que el accidente de Chernóbil, que ha dejado un radio de 30 kilómetros en torno a la central inhabitable para los humanos para los próximos 20 mil años, impulsó el activismo antinuclear de grupos ambientalistas. Sin embargo, este activismo ha existido, al menos en Occidente, desde antes del famoso accidente de Three Mile Island, en 1979 en Pensilvania.

Los principales argumentos de los grupos ambientalistas se refieren al daño potencial en un accidente similar al de Chernóbil, o al de Fukushima, para la salud humana y para la fauna y flora. Además, consideran que los residuos tóxicos que se generan cuando las barras de Uranio 235 se gastan son altamente contaminantes e hipotecan el medio ambiente de donde se guarden durante incluso miles de años. Asimismo, advierten del impacto de la radiactividad en las zonas adyacentes a las centrales y del riesgo de que un grupo terrorista secuestrara una central para producir bombas. La explotación minera que se requiere para extraer de la naturaleza el Uranio 238 que, tras enriquecerlo, proporciona el material fisible, también es un problema.

LO QUE DICE LA EVIDENCIA

El peligro destructivo de la energía atómica es absolutamente innegable. Sobran las pruebas a lo largo de los últimos setenta años de historia. Sin embargo, con cada accidente nuclear, la humanidad ha aprendido a mejorar la seguridad de las plantas. Ocurrió con Three Mile Island, con Chernóbil y también con Fukushima, donde el accidente se produjo pese a que ya había un generador eléctrico de emergencia diseñado para bombear agua si el sistema principal fallaba, como ocurrió con el terremoto. Pero el tsunami destruyó también este generador.

Actualmente, todas las centrales nucleares en construcción, que eran 55 en 2016 según datos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (IAEA), utilizan una estructura de contención capaz de soportar el impacto de un avión de pasajeros cargado de combustible, explica Alfredo García, Operador y Supervisor de Reactor en la central nuclear de Ascó, Tarragona, España. Además, se han acondicionado centrales anteriores con esta tecnología, y cada central, aunque puede tener prórrogas, deja de operar cuando termina su vida útil.

Es importante destacar también que, en cuanto a muertes, la energía nuclear es la más segura que existe hasta el momento. Incluso pese a la tragedia de Chernóbil, datos de Forbes mencionados por la International Mining Investment Conference de 2018 indican que, según datos históricos, los decesos provocados por la energía nuclear son 36 por cada mil teravatios-hora generados, mientras que la energía eólica ha causado 150 y la hidráulica, mil 400.

Aun así, estas energías, junto a la solar, son aún menormente seguras, especialmente, comparando con las 36 mil muertes por TWh del petróleo y las 100 mil del carbón. Estas, sobre todo, por las enfermedades que provoca la contaminación del aire.

Respecto a la minería, es muy cierto que es una actividad contaminante, pero García explica, en un video del canal Date un Vlog, del físico Javier Santaolalla, que la ciencia está evolucionando y está muy cerca de lograr extraer el 97 por ciento de la energía de cada unidad de Uranio 235, a diferencia del 5 por ciento actual. Esto, no solo reducirá la minería necesaria, sino que también mejorará el problema de los residuos nucleares, ya que, como en cada desecho restará mucha menos energía, es decir, radiactividad, solo deberá guardarse durante unos 300 años, en lugar de miles, como ahora.

Respecto a los popularmente llamados “cementerios nucleares”, el experto recuerda que están herméticamente cerrados y que por tanto no emiten ninguna radiactividad al exterior. Asimismo, explica que se trabaja para guardarlos bajo tierra en zonas geológicamente muy estables para evitar hipotéticos accidentes.

En el terreno de la salud, es importante destacar que lo que emanan las torres que todos conocemos desde los títulos de inicio de Los Simpson es vapor de agua, no gases tóxicos, por lo que la energía nuclear se considera una energía limpia, una vez descontado, claro, el problema de los residuos. La radiactividad que propulsan las centrales hacia su entorno es, además, irrisoria, puesto que todo el proceso queda contenido dentro.

FUTURO Y CAMBIO CLIMÁTICO

Con todos estos datos en mente, y recordando que la seguridad y eficiencia de las plantas nucleares está mejorando a pasos agigantados, debemos considerar a la energía nuclear como una aliada en la lucha contra el cambio climático. Cuanto menos, de la mano de las demás energías limpias y de las renovables.