Cultura

Erasmusbrug, un puente colgante de 25 años convertido en icono de Róterdam

Puente Erasmus en Róterdam
Puente Erasmus en Róterdam Puente Erasmus en Róterdam (La Crónica de Hoy)

Ha unido, iluminado y simbolizado la ciudad portuaria de Róterdam durante el último cuarto de siglo. El Erasmusbrug, el puente colgante de Erasmo que se ha ganado el apodo de “El Cisne”, cumple años este sábado, testigo de bodas, rodajes de Hollywood, un festival de Eurovisión y desfiles diarios de barcos.

Lo inauguró la anterior reina Beatriz (1980-2013) el 4 de septiembre de 1996 y, desde entonces, permitió a coches y viandantes cruzar el río Nuevo Mosa como vínculo imprescindible entre las zonas sur y norte de Róterdam, la ciudad que acoge el puerto más grande de Europa. Hoy uno de los puentes más emblemáticos para los neerlandeses.

“Nadie quería este puente. ¡Nadie en absoluto! Ni los políticos, ni los funcionarios, ni los residentes del norte o el sur de Róterdam. El sur nunca visitaba el norte y el norte ignoraba al sur. Los magnates del transporte marítimo consideraban el Nuevo Mosa como su camino personal hacia el mar, un santuario exclusivamente para el uso de sus barcos”, aseguró Riek Bakker, directora de Desarrollo Urbano del municipio e impulsora del proyecto.

La torre de acero de este puente, cuyas tareas de construcción llevaron cuatro años, alcanza los 139 metros de altura montada con 40 cables, que cuelgan sobre una pasarela de 802 metros de longitud. Fue diseñada por el arquitecto neerlandés Ben van Berkel.

Es la forma del pilón, que llegó al lugar el 13 de abril de 1996 ante la mirada de 10.000 espectadores y una multitud de embarcaciones, lo que le ha ganado a este puente el nombre de El Cisne.

Para celebrar el 25º aniversario del puente, el Ayuntamiento de Róterdam ha organizado varias actividades, entre ellas un concurso en busca de historias y fotos especiales con el puente. El jurado seleccionará diez, aunque solo una persona ganará el premio principal.

El galardonado, si no tiene miedo a las alturas, podrá escalar hasta la cima de El Cisne, mientras que el premio de consolación para los demás seleccionados será un recorrido por la bodega basculante. “¡Es una oportunidad única!”, dice el municipio, instando a enviar fotos junto a este viaducto atirantado y levadizo.

El objetivo siempre fue conectar la orilla sur con la del norte y para simbolizar esta idea se organizó un picnic peculiar el 8 de septiembre de 1996: los tranvías que ahora pasan por el puente sirvieron un almuerzo a 5.000 residentes de ambos lados. Sentados en mesas sobre la pasarela, los invitados comieron, celebraron y se llevaron una taza de recuerdo.

Al día siguiente, la fiesta continuó: el puente se convirtió en una pista de baile improvisada a la que estaban invitados todos los vecinos, aunque al final solo 10.000 personas podían estar a la vez sobre la plataforma para evitar daños por un excesivo peso de gente bailando y saltando.

Pero su función no solo es unir la ciudad. También sirve de pista del maratón que lleva el nombre de la metrópoli y que se ha estado celebrando cada uno de sus años hasta la interrupción obligada por la pandemia. Más de 20.000 corredores llenan la lista para la carrera y casi 1 millón de espectadores observan el evento.

Además, cuando en 1997, Países Bajos conmemoró el 50º aniversario del Plan Marshall, una iniciativa de la posguerra que permitió revitalizar el país después de la invasión nazi, el entonces presidente Bill Clinton y su esposa Hillary visitaron Róterdam: su foto, con el puente de fondo, saludando a los vecinos desde lejos, ha pasado al archivo de memorias de la ciudad.

Por su asfalto también pasaron los coches de carreras de Fórmula 1 con pilotos al mando como Fernando Alonso, o en 2014 con Max Verstappen, que cruzó el puente a 230 kilómetros por hora con tan solo 16 años y sin tener siquiera carné de conducir.

El puente también ha sido escenario de reivindicaciones sociales: su pasarela desapareció bajo una protesta del Black Lives Matter, y el año pasado, cuatro activistas climáticos de Greenpeace lo escalaron, en un intento de alcanzar su cima, para exigir al primer ministro, Mark Rutte, que asuma una agenda estricta contra el calentamiento global.

El pasado mayo, Erasmusbrug pasó de conectar dos orillas a conectar las culturas del planeta, iluminándose con los colores del festival de Eurovisión, que acogió Róterdam bajo las restricciones de la pandemia que obligaron a cancelar la edición de 2020.

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