
Napoleón Bonaparte murió el 5 de mayo de 1821 y pocos meses después se firmó el acta Independencia de México, logrando un gran momento para la historia de este país. En ese sentido, es importante destacar que el estadista francés es un personaje fundamental dentro de este proceso de transformación política y social en México, señaló Carlos Gustavo Mejía Chávez, doctor en historia por El Colegio de México y profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Lo anterior, añadió en entrevista, puede resumirse en los versos con los que Carlos María de Bustamante exaltó al Gran Corso: […] Napoleón Bonaparte... [¡]Napoleón Bonaparte! [...] permítaseme que repita este nombre dulce para mi corazón y memoria, y que si acaso su sombra generosa gira en torno de mi cabeza, la salude respetuoso y le diga […] ¡A ti genio inmortal, a ti debe la América la libertad e independencia de la que hoy disfruta! Tu espada dio el primer golpe a la cadena que ligaba a los dos mundos: quéjense otros de tu tiranía y despotismo, maldíganlo y exécrenlo, la América se confiesa deudora a él de la dicha que ahora posee y exclama como los romanos del siglo de Octavio (…)”
Este texto fue escrito años después de la proclamación de Independencia, una vez que la imagen heroica de Napoleón trascendió a la leyenda y fue tomada como ejemplo por muchos grandes personajes de la historia de México, entre ellos Agustín de Iturbide que se basó en Napoleón para preparar su ceremonia de coronación como emperador de México, así como Vicente Guerrero que retomó palabras de Bonaparte en sus proclamas, y Antonio López de Santa Anna quien tuvo como modelo a seguir al militar oriundo de Ajaccio, Córcega.
“Es importante saber qué hubo antes de 1808, momento en que Napoleón es considerado como el mayor enemigo de la Monarquía española debido a las abdicaciones Bayona -renuncias sucesivas del rey Carlos IV y su hijo Fernando VII a sus derechos a la corona de España en favor de Napoleón Bonaparte- y la posterior lucha contra la invasión francesa en España, ya que al pasar esto sabemos que aparecen muchos impresos, sermones, edictos y proclamas en las que Napoleón es evidenciado como un demonio, un falaz traidor”.
¿Por qué tanto odio a Napoleón?, ¿de dónde surge?, ¿se justificaba? o ¿qué se buscaba justificar a través de él?, cuestionó. “La respuesta la encontramos años antes, cuando muchas de esas personas que están atacando a Napoleón lo alababan como un gran héroe, un gran aliado, devoto, protector de las leyes y de la religión que, con ayuda de los reyes españoles, buscaba acabar con la influencia de los británicos”.
“Esto ocurre justamente debido a que en Nueva España ocurrió un proceso de transformación mediática de la misma forma en que ocurrió en Francia, España, Italia y Alemania, en que Napoleón se hizo ver propagandísticamente ante el mundo como ese gran héroe, heredero de la Revolución que está luchando en contra de las ambiciones de las monarquías; proclamando a su paso el ideario de la Ilustración, atacando y deshaciéndose de instituciones “obscurantistas”, tales como la inquisición”.
Las primeras noticias que llegan de Napoleón en la Nueva España, y que investigó Carlos Mejía en ¡Viva Napoleón / Muera Bonaparte! Propaganda y opinión pública en torno al Gran Corso (Nueva España, 1798 -1810), empiezan en principios de 1800, justamente en el momento en que Napoleón ha conquistado el poder como primer cónsul de la República Francesa.
“Las noticias hablan de las campañas francesas en territorios italianos y, en esas noticias que llegan de España y Francia, se habla de un Napoleón que, junto con sus ejércitos, ha logrado heroicamente subyugar a las fuerzas austriacas y, con ello, limitar las ambiciones de Gran Bretaña”. Además, también llegaban cartas que daban noticias de las campañas de Napoleón en Egipto, las cuales perdió, pero que mediante la “propaganda” se hicieron ver como una derrota victoriosa, estimulando con ello el fervor popular hacia su persona. Napoleón construye su leyenda.
“Juan López Cancelada, español radicado en la Ciudad de México, vio una gran oportunidad en la circulación de noticias propagandísticas sobre Napoleón, y a finales de 1805, una vez que él se ha convertido en el editor de la Gazeta de México, empiezan a aparecer en sus planas las noticias sobre Napoleón”, y de esa forma oficialmente Bonaparte se convierte en un elemento mediático en la Nueva España; quizás en otros territorios de la América hispana.
Con el tiempo, en el Diario de México de Bustamante, Bonaparte adquiere un sentido local de glorificación, pues en este periódico ya no se publican sólo traducciones o copias de los impresos que llegaban del extranjero, sino que personas de la Nueva España, embelesadas por las hazañas de Napoleón, le dedican odas, poemas y otros homenajes.
“La importancia de que sean novohispanos quienes escriben y fomentan una nueva realidad de Napoleón en la escritura es fascinante, es formar parte de ese proceso mediático que ocurrió en Europa. Esto nos está hablando de cómo Nueva España, México, forma parte de la historia de Bonaparte y no nos está limitando a que Napoleón sea únicamente entendido como ese gran enemigo que los impresos, proclamas y pasquines dieron a conocer en 1808”.
Y es que en 1808 hubo sobradas razones para odiar a Bonaparte, añadió: “porque había atraído con engaños al rey, cometiendo una traición. Si bien no podemos poner en duda la sinceridad que muchos novohispanos exhibieron públicamente en favor de su rey, execrando a Napoleón como un cobarde y falaz personaje, tampoco podemos suponer que muchas de esas personas que lo execraron públicamente lo hicieron para evitar ser considerados como sospechosos, pues dadas las circunstancias de la guerra, el que hubieses apoyado y honrado a Napoleón, en años anteriores, podía hacerte ver como sospechoso de infidencia. Por ello, era claro que lo mejor era renegar de la admiración que se tuvo a Napoleón.”
“Son fascinantes los discursos que se hicieron a partir de la figura de Napoleón en ambos momentos, pero mucho más importante, lo que nos lleva a la fecha del 5 de mayo de 1821, que es cuando Napoleón ya en su forzado exilio, en Santa Elena, muere, pero justamente cuando se sabe la noticia en México, sin gran revuelo y tiempo después, personajes como Carlos María de Bustamante no dudan en expresar su agradecimiento a Napoleón, considerándolo como el verdadero responsable de que México hubiera logrado su Independencia”.
Así lo explica Mejía Chávez en su obra: “La muerte de Napoleón y el comienzo de una época predestinada a ser moldeada por un ‘nuevo hombre’, cimentada en el heroísmo y bizarría del ‘Prometeo de Santa Elena’, promovieron en la gestión militar y política de los generales y gobernantes mexicanos (al igual que en España y Francia) el ejemplo de una nación y población reglamentada por leyes, consagrada en el ejercicio de la fe católica y guiada por la luz de la Ilustración y la Providencia a partir de las Memorias e ideal del mítico Bonaparte”.
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