Opinión

Hundimiento de terrenos, un riesgo silencioso para el país

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La subsidencia o hundimiento del terreno es el asentamiento gradual o repentino de la superficie terrestre debido al movimiento subterráneo de los materiales de la tierra. Este fenómeno suele asociarse con deformación horizontal y la aparición de fallas en el terreno causando daños significativos a infraestructura de obra civil; en México, se calcula que afecta a 99 ciudades y las alcaldías de la CDMX; lo que bien pudiera llamarse un riesgo silencioso.

Algunos de los efectos de la subsidencia son el agrietamiento y fracturas en muros y techos, rompimiento de tuberías, separación de elementos estructurales; así como afectaciones de suelo en carreteras y caminos. Siendo un problema de riesgo geográfico latente con graves implicaciones sociales, económicas y ambientales.

En México, universidades y centros de investigación como el IPICYT han realizado y estudios relacionados con la subsidencia; los cuales están disponibles en plataformas digitales gubernamentales como del CENAPRED, INEGI o SGM; de lo que se deriva que se han identificado 99 ciudades de México y 12 alcaldías de la CDMX que sufren de este fenómeno. 

Las entidades federativas más afectadas son el Estado de México, Jalisco y Chihuahua, los que presentan un mayor número de casos con 17, 16, 11 respectivamente. Algunas de las ciudades afectadas son patrimonio de la humanidad (Morelia y Querétaro), otras zonas poseen una alta densidad de población como CDMX, estado de México, Guadalajara-Zapopan, León, Puebla; y otras están, asociadas a zonas agrícolas (Celaya, Salamanca).

Se ha definido que existen dos tipos de categorías para definir la Subsidencia: la primera conocida como Subsidencia Tipo Ciudad de México (STCM) se caracteriza por la formación de un patrón circular concéntrico a nivel regional causado por la consolidación del material existente (arcillas altamente compresibles); y la segunda  como Subsidencia Diferencial Controlada Estructuralmente (SDCE) en la cual la zona de mayor afectación se encuentra cercana y alineada con la dirección de una estructura tectónica de control (por ejemplo una falla geológica preexistente).

De las ciudades mencionadas, algunas aún es posible definir completamente a qué tipo de subsidencia presentan.

Porque también es necesario entender que las tasas de subsidencia son variables, están controladas por el espesor y las características geomecánicas de los sedimentos; y que la intensidad de las tasas de extracción de agua subterránea y la recarga del acuífero (debido a la infiltración de agua superficial a través de las discontinuidades del suelo) juegan un papel crucial en su evolución, control y minimización de riesgo.

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Provincias fisiográficas regionales donde existe SDCE y sus valores máximos de las tasas de subsidencia estimadas sólo con técnicas InSAR.

En este sentido, el 76% de las ciudades con SDCE se encuentran ubicadas en acuíferos sobreexplotados y áreas con alta densidad de pozos. Además, más del 50% del agua extraída de estos acuíferos es empleada en actividades agrícolas, lo que promueve un hundimiento y una deficiencia severa de las aguas subterráneas.

Otra manera es mediante monitoreo GPS diferencial, el cual es una versión mejorada del GPS que utiliza satélites en órbita terrestre para obtener posiciones precisas basándose en el tiempo que requieren las señales de radio transmitidas desde los satélites para llegar a una antena receptora. 

Finalmente, el uso de sistemas satelitales SAR e interferometría (InSAR).  La técnica InSAR utiliza imágenes de radar de apertura sintética de diversos satélites y temporalidades para calcular el desplazamiento vertical y horizontal del suelo. Existen diferentes técnicas InSAR (DInSAR, PS-InSAR, SBAS-InSAR y Squee-SAR™) que permiten el monitoreo de la subsidencia del terreno y cada una de ellas se adapta mejor a un conjunto particular de condiciones. A escala local o regional, los análisis de InSAR se complementan con datos sobre pozos de bombeo, información geológica, mapas de uso de la tierra, datos de precipitaciones, estudios gravimétricos y mediciones GPS para explicar y permitir una comprensión de las variaciones espacio-temporales del fenómeno.

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