
“Sabemos poco de los héroes y aun así funciona la paradoja de conocer sólo tres datos de Benito Juárez y, a pesar de ello, admirarlo mucho. Eso suele ocurrir porque la devoción por el héroe no es un proceso de reflexión crítica”, expresa la historiadora Rebeca Villalobos Álvarez, autora del libro El culto a Juárez. La construcción retórica del héroe (1872-1976).
La obra, que será presentada este 18 de julio, narra cómo la muerte de Benito Juárez (18 de julio 1872) benefició a que este expresidente oaxaqueño fuera una figura venerada gracias al discurso de artistas, del porfirismo, de los medios de comunicación y del régimen priista.
“Siempre ha habido muestras de veneración a Juárez, pero tras su muerte hubo más. El aprovechamiento de Juárez por parte del oficialismo ha tenido, cuando menos, dos expresiones oficialistas apabulladoras: la porfiriana en términos de sus rituales cívicos y retórica conmemorativa; y la otra es el priismo, en la esquematización de ciertos valores nacionales desde la década 50 hasta los 70 del siglo XX”, comenta la historiadora.
Villalobos Álvarez recuerda que en 1972, Luis Echeverría Álvarez decretó el Año de Juárez.
“Canonizan la figura en automático y la vuelven parte del oficialismo. Como eso sucedió con Juárez a la gente se le olvida que hay más allá. La tumba de Juárez es un monumento abandonado totalmente por el oficialismo, incluso, el día feriado es el 21 de marzo y no el 18 de julio”, indica.
— ¿Resulta negativa la veneración para saber más de la vida de Juárez?
— Cuando se admira una figura heroica, esta admiración surge de manera espontánea o se impone de cierta manera: las calles más importantes se llaman Juárez, hay 300 estatuitas de él, hay escuelas con su nombre…entonces se asume que ese señor fue importante.
“El referente moral y estético no requiere de demasiada información para admirar algo o apreciarlo. La figura heroica se ha usado para persuadir a una filiación, a la creencia de un dogma, mito, valor o idea. Y en esa medida, la información a veces sobra”, responde.
Para la también académica de la Facultas de Filosofía y Letras de la UNAM, la pregunta que podrían hacerse los mexicanos es: ¿qué representan estos personajes para nosotros?
“El historiador John Mraz comenta que a principios del siglo XX poca gente leía y escribía, entonces la imagen fue un vehículo fundamental para transmitir valores, ideas y sentidos comunitarios. No se puede soslayar lo visual a la hora de hablar de los héroes si entendemos que el héroe es una marca de identidad política, nacional, étnica”, señala.
En su obra, la historiadora detalla en las diversas imágenes (fotografías, pinturas, discursos y cartones) que representaron a Benito Juárez en vida.
“Hay Benito Juárez en las caricaturas, en la sátira visual de periódicos como El Hijo del Ahuizote, El Padre Cobos y La Orquesta donde lo vemos ligero, bailarín. Cuando es satirizado se le representa mañoso, con gestos muy vulgares, como si fuera un escarabajo agazapado. Hay una parodia en torno al personaje que nuestra cultura visual actual ha olvidado por completo”, afirma.
Cuando Juárez murió, tuvo un ritual funerario, un mausoleo y una mascarilla para perpetuar su rostro. Además hubo representaciones pictóricas que lo muestran austero, serio y solemne; incluso, el muralismo cambió su semblante: lo oscurecieron no en el afán de realismo, sino con la intención de expresar su origen étnico.
— Por qué se construyó un Hemiciclo a Juárez para conmemorar el centenario de la Independencia?
— El régimen de Porfirio Díaz tomó la idea de que Juárez es el estadista modelo. Dicha idea surgió con su muerte y con una suerte de autocensura que se infringieron las elites liberales así mismas para no volver a criticarlo. En sus últimos años de gobierno, Juárez tuvo muchos adversarios dentro de las filas de su propio partido, eso cambió tras su muerte.
“Juárez se convirtió en una reliquia a la que había que defender en contra de todo lo considerado ilegitimo”, responde.
En palabras de la autora, Benito Juárez “se convirtió en la moneda en la cual se debía de evaluar qué era ilegitimo y que era legítimo, por eso la idea del inmaculado. La perfección política, el baremo del liberalismo se mide en función de ese inmaculado y de su ejemplo”.
El Hemiciclo a Juárez significó el ingreso de Juárez al panteón nacional para que celebrarlo siempre que se celebre a la patria mexicana, agrega.
“Estaba claro que Hidalgo era el iniciador de la Independencia, faltaba el consumador. Los liberales de finales del siglo XIX no le quisieron conceder a Iturbide el epíteto del consumador y se lo terminaron otorgando a Juárez”, explica.
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