Cultura

Los silencios son el mayor motor de creación, dice Ricardo Chávez

El escritor señala que deben ser aprovechados para darle voz al que no la tiene. El autor presenta su novela No, la historia del asesinato de Claudia, hace 15 años.

El profesor sonríe a la cámara.
El profesor sonríe a la cámara. El profesor sonríe a la cámara. (La Crónica de Hoy)

El asesinato de una joven de 15 años en las inmediaciones de la Presa Madín, ubicada en Tlalnepantla, Estado de México, es el detonante de la novela No, escrita por Ricardo Chávez Castañeda (Ciudad de México, 1961), autor de la Generación del Crack, que se cuestiona si toda literatura afecta la vida de otros, en qué momento nació la frase ‘a quien le toca, le toca’ y por qué los silencios son el mayor motor de creación.

En el libro editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), el autor reconstruye la muerte de Claudia, novia de su primo Omar, quien un 22 de noviembre de 1980 fue secuestrado por presuntos policías y vio cómo torturaban sexualmente a su novia.

¿Se puede escribir sin afectar a los demás?, se le pregunta a Chávez Castañeda. “La escritura es afectar y no pido permiso para contar esta historia que tiene que ver con mi familia. Este libro está hecho para afectar profundamente. Intenté no domesticar el mal y dejarlo en su estado salvaje para después decirles a los lectores que entren, porque ese encuentro con lo salvaje podría permitir un cambio (en la sociedad)”, responde.

El autor confiesa que ese crimen quedó atravesado en él durante 40 años. “Para mí esta novela es como una manera de exorcizarla, de darle sentido, de hacer las paces, pero también es descubrir que hay una guerra, de la que hoy hablamos y que ha estado desde hace buen tiempo: la guerra contra las mujeres de parte de los hombres”, indica.

Chávez Castañeda arriesga a decir que el asesinato de una mujer de 15 años en la Presa Madín fue el origen de la violencia actual de México. “Me atrevo a decir en el libro que ése es el primer asesinato de todos los que vivimos ahora y si lográramos entender el origen podríamos desactivar la fábrica de muertes que somos”.

—¿Qué significa para ti la frase: “a quien le toca, le toca”?

—Ante ciertos mundos (realidades, épocas y momentos) no deberíamos hacer las paces, no deberíamos resignarnos. Esa frase para mí es una especie de resignación, de dejar al mundo como está, entonces a eso le digo que no. De ahí el título de la novela.

“De manera similar, están las frases: nunca vi nada, a nadie, a ninguno. Ésas son una manera de escapar de la responsabilidad que tenemos. Hablo en masculino porque sí creo que el problema somos nosotros los hombres”, responde.

Otra reflexión que hace Chávez Castañeda en su libro es sobre el vocabulario de las íes (idiotez, indefensión, impotencia, indiferencia…) que también conlleva a una resignación.

“Alguna vez descubrí que creamos en el siglo XX algo que llamo la estrella ísica, que son cinco palabras que protegen a los niños del mundo, esas palabras son inocencia, ingenuidad, incomprensión, ignorancia e ilusión. Lo que digo es que esa creación humanística está bien para proteger a los niños, pero no podemos mantenerla de adultos porque es una manera de no cambiar nada y por eso agrego el vocabulario adulto de las íes, en donde no tenemos permiso de vivir ahí”, explica.

Chávez Castañeda señala que los huecos en las historias generan un silencio que debe ser aprovechado por los artistas.

“El motivo de todo arte es una especie de hueco. Todos los que hacemos arte, los que estamos intentado darle voz al que no la tiene, descubrimos que no existen todas las palabras que deberían existir, que el lenguaje se queda corto. La intención es que los lectores escuchen el silencio en cada libro y por eso es que los releemos, porque el libro te deja escuchar desde el brocal otro tipo de silencio”, indica.

La novela No empieza con páginas dedicadas al escritor mexicano Ignacio Padilla, fallecido en 2016 en un accidente automovilístico.

“El libro empieza con la muerte de Nacho, todo lo que cuento al principio es verdad, para mí su muerte fue una confrontación no sólo porque lo conocí y porque éramos parte del Crack, sino porque me di cuenta que yo también me iba a morir con un montón de libros sin escribir. Nacho fue el disparador aunque no tenga nada que ver con la historia, fue un motivo para escaparme de la muerte, para escribir una historia que se iba a morir conmigo”, comenta.

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