Escenario

Mamá y papá: Juego de perversidad, con el odio de los padres a los hijos

Una familia desayunando
Una familia desayunando Una familia desayunando (La Crónica de Hoy)

Después de ver Mamá y papá, quinto filme del irreverente pero poco efectivo cineasta Brian Taylor, me pregunto hace cuanto tiempo que Nicolás Cage nos había decepcionado con dolo. Podría contar casi una treintena de filmes de los últimos años, en los que el actor, que en los años 80 y 90 era uno de los más codiciados, ha participado con más pena que gloria.

Salvo por Joe (2013) y Enemigo interno (2009), este último de la mano de Werner Herzog, resulta lamentable que su popularidad se nutra ahora de papeles de medio pelo; hay quienes lo recuerdan más por ser el papá de Chloë Grace Moretz en la desquiciada y encantadora Kick-Ass, que por aquellas Corazón salvaje (1990), de David Lynch; Raising Arizona (1987) de los hermanos Coen o Adiós a Las Vegas (1995), de Mike Figgis.

En ese contexto de figura que podría pensarse como en decadencia creativa, es que llega a sorprender con Mamá y papá, una comedia lo suficientemente oscura e imaginativa para que el espectador se lleve de una serie de situaciones con humor de mal gusto, que rayan en lo vulgar, con escenas violentas en extremo, una muy grata sorpresa en lo sensorial, en el divertimento y en placer de lo sucio.

La cinta es atrevida desde su planteamiento: Brent (Nicolas Cage) es un gris oficinista atrapado en el tedio de su rutina. Kendall (Selma Blair), su mujer, es una enfermera que intenta negar su edad y pérdida de belleza con zumba y maquillaje, dolida de aceptar que ya no es objeto de deseo. Su hijo pequeño es un niño tímido y solitario. Su hija mayor es una adolescente millennial que no aguanta a sus padres y que sólo desea que le den dinero. Ambos hermanos tendrán que unirse frente a la adversidad y tratarán de sobrevivir a una misteriosa epidemia que, en forma de locura masiva, provoca que los padres ataquen violentamente a sus hijos

La cinta formó parte de la más reciente edición del Festival de Sitges, el más importante de cine fantástico y de terror, y fue ovacionada con merecimiento. Lo que hace el director Taylor es romper con toda frontera moral y utilizar ese escenario cliché que son los suburbios estadunidenses para ofrecer un espectáculo de gamberradas que despiertan el más simple de los instintos de diversión sobre el dolor ajeno.

El filme cautiva con un estilo juguetón en torno al concepto de la monstruosidad, esta vez llevada al núcleo familiar, en el que los padres se convierten se convierten en los verdaderos enemigos a vencer. El director les da cualidades de otros seres monstruosos a los papás, como los zombies, pero la hace de forma tan divertida que la película se burla de sí misma. Es curioso que una suculenta barbaridad como ésta nos traiga de vuelta a un buen Nicolas Cage.

Director: Xavier Genes (Gran Bretaña, 2017)

Xavier Genes es uno de los directores destacados de una generación que redimió con éxito el cine de terror francés con elementos gore y trasfondos políticos, morales o religiosos. Su filme La frontera del miedo (2007) se mantiene en un lugar privilegiado de las grandes historias slasher de esa camada francesa que incluye también Al interior (2007), de Julien Maury, y Mártires (2008), de Pascal Laugier. Ahora Genes regresa con Crucifixión, una historia que queda mucho a deber para el género, pero a la que vale la pena reconocer que dentro de un género como el terror, del que es muy difícil huir del cliché, aún busca elementos que la hagan diferente, en este caso, con la búsqueda de imágenes memorables y la mezcla de otros elementos como el suspenso: Cuando un sacerdote es encarcelado en Rumanía, acusado del asesinato de una monja a la que realizaba un exorcismo, la periodista Nicole Rawlins investiga si el asesinato fue a una persona mentalmente enferma o, por el contrario, las acusaciones son falsas y simplemente perdió la batalla contra una presencia demoníaca. No es la película de terror del año pero vale la pena darle una oportunidad.

Director: Bill Holderman (EU, 2018)

Diane (Diane Keaton) ha enviudado recientemente después de 40 años de matrimonio. Vivian (Jane Fonda) disfruta de sus hombres sin ataduras. Sharon (Candice Bergen) todavía está superando un divorcio de hace décadas. El matrimonio de Carol (Mary Steenburgen) ha perdido la chispa después de 35 años. Estas cuatro amigas le han dado un giro a la vida con fines divertidos cuando su club de lectura aborda la novela 50 Sombras de Grey. Desde descubrir un nuevo romance hasta reavivar viejas llamas, se inspiran mutuamente para hacer de su próximo capítulo el mejor capítulo. De esto va esta película, cuyo mayor mérito es el de tener un elenco conformado por míticas actrices, que ahora dan bofetadas con guante blanco en tiempos del empoderamiento femenino a filmes como Último viaje a Las Vegas (2013), que entonces protagonizaron el pícaro Morgan Freeman, Robert DeNiro, Michael Douglas y Kevin Kline. Contrario al tipo de divertimento, esta vez nos muestran la reunión de veteranas amigas que buscan reconstruir su vida. De paso nos llevamos humor políticamente correcto, un poco de cursilería y uno que otro buen diálogo sobre el sexo. Adorable, pero poco entretenida.

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