Cultura

Muere el filósofo y humanista Tzvetan Todorov; tenía 77 años

Adiós. Fue crítico del neoconservadurismo, de la xenofobia y la separación de individuos, y guardián de la libertad humana. Sus obras sobre México y su conquista son fundamentales para entender la alteridad

Noam Chomsky, lingüista y filósofo estadounidense.
Noam Chomsky, lingüista y filósofo estadounidense. Noam Chomsky, lingüista y filósofo estadounidense. (La Crónica de Hoy)

El filósofo francés de origen búlgaro Tzvetan Todorov fue uno de los principales pensadores del mundo contemporáneo. Sus obras son la impronta de una visión crítica y humanística del neoconservadurismo, el fanatismo, la xenofobia, el odio a migrantes y, sobre todo, a cualquier forma de separación entre los individuos, como hoy lo es la construcción de muros, y sobre todo de la libertad y defensa de la democracia, la cual decía que era sustituida por el neoliberalismo.

Su voz crítica, certera y profunda dejó de escucharse ayer a los 77 años, “víctima de complicaciones derivadas de una enfermedad neurodegenerativa”, según un comunicado difundido por su familia. Todorov era un pensador multidisciplinario: fue filósofo, lingüista, semiólogo y teórico literario. En este último campo, sus contribuciones al análisis de la narrativa y poesía son fundamentales, como lo muestran sus libros La teoría de la literatura de los formalistas rusos o Introducción a la literatura fantástica. También tuvo gran conocimiento sobre México y su historia, como lo demuestra el volumen La conquista de América (1984).

Tzvetan Todorov nació en 1939 en Sofía, Bulgaria, pero su formación intelectual fue en el París de los años sesentas del siglo pasado. Obtuvo la nacionalidad francesa en 1973, tras escapar de la Bulgaria comunista, de la que guardó un recuerdo traumático. Fue Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, por su gran capacidad de analizar el mundo contemporáneo. Fue doctor en Psicología y se especializó en el análisis de la poética y la retórica, antes de renovar las teorías sobre el relato sirviéndose de los postulados de la semiótica. Después de todo, había sido discípulo de Roland Barthes al llegar a París.

En París, Todorov fue uno de los primeros introductores en Francia de la legendaria escuela de los Formalistas rusos, teóricos que fueron presentados como una de las vertientes de la nueva crítica, hiperformalista, pronto condenada a desembocar en la semiología.

Sin embargo, esta aventura de Todorov duró dos décadas para encontrar el encanto de la literatura fantástica, analizada desde una óptica entre formalista, semiótica y estructuralista. De aquellos años datan media docena de libros, casi ninguno de los cuales ha podido reeditarse regularmente, con la excepción de su ensayo sobre Mijaíl Bajtín, el gran teórico literario ruso que consiguió sobrevivir al estalinismo con una obra muy singular.

AMÉRICA. Otro de los caminos intelectuales de Todorov fue la historia cultural. En este campo sobresalen dos ensayos sobre la conquista de América, en el cual aborda lo multicultural y esencialmente “la cuestión del otro”. Tema que volvería a tratar en su antología de textos sobre el descubrimiento y la conquista española. En ese terreno, fue uno de los grandes teóricos del concepto de “alteridad”.

En este sentido, Joan Tarrida destacó la vigencia de los estudios de Todorov sobre la influencia de la política en las libertades individuales. “Su obra reflexiona sobre el lugar del individuo en la Historia, así como sobre la contraposición del individualismo en el totalitarismo y la democracia”, explicó Tarrida.

El editor considera muy recomendable la lectura de la obra de este intelectual en tiempos como los actuales.

Su corpus literario y filosófico ha contribuido en las últimas décadas a enriquecer el debate filosófico levantando cuestiones que están asociadas a la inmigración, el terrorismo o la xenofobia.

“El enemigo se invoca en los discursos populistas demagógicos, a los que les encanta trazar ante un pueblo vengador un personaje culpable de todos los males que nos afectan. Pueden ser los inmigrantes de los países pobres o los musulmanes”, contaba el pensador en un artículo publicado en Le Monde en 2015.

“El neoliberalismo es un peligro muy próximo, porque, de momento, es la ideología de nuestros gobernantes. Hay otras ideologías que se perciben que son peligrosas, pero el neoliberalismo sustituye a la democracia, con lo cual nos encontramos en un régimen que ya no corresponde a la definición de democracia”, dijo Todorov.

En un mundo cada vez más influenciado por movimientos populistas y nacionalistas, las ideas de Todorov cobran especial vigencia. Y su receta para contrarrestarlas la encuentra en personajes como Nelson Mandela.

“Logró vencer a un enemigo de envergadura, el sistema del ‘apartheid’, sin verter una gota de sangre. Lo que hizo fue encontrar en sus enemigos ‘una luz de humanidad’ y comprendió las razones de su hostilidad y acabó por convertirlos en sus amigos”, sostuvo Todorov.

Considerados sus trabajos un símbolo del espíritu de la unidad de Europa, del Este y del Oeste, y el compromiso con los ideales de libertad, igualdad, integración y justicia, Todorov analizó las relaciones de alteridad (condición de ser otro) después de haber huido del régimen comunista de su Bulgaria natal.

“Necesitamos una ‘primavera europea’ y esta debe ser el resultado de movimientos como el de los indignados, porque si los males proceden de Europa la solución está dentro”, aseguraba Todorov.

Hace dos años, Todorov publicó su obra Insumisos, síntesis de su trayectoria y aventura íntima. Atrás quedaban sus reflexiones sobre el nuevo desorden europeo, las amenazas que pesan sobre la vieja retórica literaria y las experiencias de lo absoluto del gran arte europeo, clásico y barroco. Sin embargo, dejó una obra póstuma que se editará en marzo: Le triomphe de l’artist (El triunfo del artista).

Tras el fallecimiento de Zygmunt Bauman, en enero de este año, la filosofía occidental ha perdido a otro de sus principales pensadores.

En uno de sus últimos textos, Todorov demandaba cordura y moderación ante un mundo cada vez más imprevisible. “Cuidado con los extremos: no tenemos que avergonzarnos de elegir este camino del medio”.

Elogio de lo cotidiano, un ensayo en el que explicó  que “la vida moderna e industrial lleva a la degradación de la vida cotidiana. Hoy no se admiran los gestos”, como aseguró años después.

Memoria del mal, tentación del bien, un análisis del siglo XX

El nuevo desorden mundial: reflexiones de un europeo

Los aventureros del absoluto

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