
“El ocio fue un componente muy importante para que me acercara a las drogas, porque había un tedio general y creo que hasta antes de la guerra contra el narco y del internet, la vida era más lenta”, comenta en entrevista Carlos Velázquez, autor de El pericazo Sarniento. (Selfie con cocaína), libro en donde el escritor coahuilense relata a través de 29 crónicas su experiencia con la cocaína.
“La decisión de escribir sobre la cocaína, además de mi faceta como escritor de ficción, es porque he empezado a desarrollar mucho mi faceta como cronista en mi libro anterior El karma de vivir al norte, en éste y ahora emprendí la escritura de otro que tiene que ver con un episodio sobre mi vida, he estado tratando de darle salida a todas esas experiencias que he tenido y que creo vale la pena contar”, señala.
En una de las crónicas editadas por Ediciones Cal y Arena, Carlos Velázquez (Torreón, 1978) refiere al tedio como el principal factor para que se convirtiera en escritor y en consumidor de cocaína.
“Lo que el libro trata de especificar es que no hay una especie de receta para convertirse en un adicto. No es decir que una persona de tal clase que sufrió un trauma en su niñez y que no estudió, será un drogadicto. Cada caso es distinto, cada persona obedece a distintos motivos, no hay como una especie de manual que nos pueda dar como resultado eso”, indica.
El ocio, opina, fue un componente importante para que se acercara a las drogas porque había un aburrimiento general. “Creo que hasta antes de la guerra contra el narco y del internet la vida era más lenta. Hay personas que necesitamos emociones y en ese entonces, las emociones me las podía otorgar la droga y eso también me llevó a la literatura, el tener todo el tiempo del mundo para poder hacer lo que quisiera”.
Otro de los aspectos que Velázquez menciona en sus crónicas es que la guerra contra el narco iniciada en 2000, convirtió a Torreón en un escenario interesante para crear literatura.
“En aquellos años cuando empecé a escribir, en el 2003, teníamos un fenómeno: la generación anterior ya se había quedado en la provincia, ya no era que todos los escritores emigraran a la Ciudad de México para tener una vida literaria. Entonces, en aquella época era una maldición decir que querías ser escritor estando en Torreón, era como la muerte, un suicidio, pero entonces llegó la guerra contra el narco y ese suicidio se transformó, se convirtió en una especie de bendición”.
Es decir, añade, “estaba en el lugar indicado para contar lo que estaba pasando en el país, evidentemente en mi caso sabía que tenía que explotarlo porque hubo otras personas que llegaron a Torreón buscando historias para escribir y yo ya estaba ahí, viendo cómo se había ido deteriorando la vida social desde mi niñez hasta el sexenio de Felipe Calderón”.
— El estigma social sigue existiendo a tal grado de que hoy, aunque se ha propuesto una legalización de las drogas, la gente en general se manifiesta en contra, sigue existiendo el estigma. En el libro digo que si fuera nuestro país de primer mundo en donde las drogas fueran legales, esto pasaría a ser un tema secundario, esto es, no seríamos señalados.
“Por mucho que un borracho sea mala copa, nunca se le va a juzgar como a un adicto, además hay gente que dice que el adicto es un enfermo, eso forma parte de los prejuicios. Nosotros vemos al adicto de a pie o al que pertenece a la clase baja que está sumido en el crack, en la miseria, pero hay gente que maneja a este país o que está en las altas esferas y que es adicto a las drogas, sin embargo, nadie los ve como una plaga social”, responde.
— Carlos Velázquez afirma que el cocainómano es un ser solitario por antonomasia, pero ¿cómo vive la soledad actualmente este escritor mexicano?
— “Tuve una infancia muy solitaria, mi padre se fue de la casa cuando tenía 5 años y mi madre debía trabajar, entonces estaba todo el tiempo en la calle, tuve amigos que fueron como mis hermanos, pero el resto estaba solo en casa. Siempre lo acepté como algo natural pero conforme fui entrando a la edad adulta, estar solo me costó trabajo y empecé a tener muchos problemas hasta que acepté que forma parte de la vida”, indica.
Pero como escritor, señala que no es un neurótico que tiene que escribir aislado del mundo. “Puedo escribir con gente alrededor, es un acto solitario desde el hecho de que te aíslas mentalmente y que cuando no estás escribiendo, estás leyendo y es el mismo tipo de aislamiento. Eso con la adicción de la cocaína que al principio es muy social, es decir la gente se mete cocaína en fiestas o bailes, pero conforme se va agudizando el problema te cuesta más trabajo interactuar”.
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