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Podemos demostrar que la psicología sí es ciencia, dice Laura Elisa Ramos

Nuestros científicos. En la comunidad científica en ocasiones existe la percepción equivocada de que los psicólogos no nos dedicamos al quehacer científico… pero los psicólogos no sólo damos terapia o aplicamos pruebas para reclutamiento de personal, también hacemos investigación, usamos metodología científica, enunciamos hipótesis y podemos presentar resultados medibles y constatables, explica

Mujer sentada en el borde de un edificio alto con la ciudad de Chicago de fondo
Mujer sentada en el borde de un edificio alto con la ciudad de Chicago de fondo Mujer sentada en el borde de un edificio alto con la ciudad de Chicago de fondo (La Crónica de Hoy)

Para hacer ciencia en México hay que enfrentar un panorama árido, deficiente en recursos y oportunidades. Sin embargo, en todo el mundo hay consenso que los científicos mexicanos somos pocos pero con una calidad que no le pide nada a la de los científicos de otros países. Además hay datos esperanzadores, por ejemplo, que cada año más jóvenes, hombres y mujeres deciden estudiar ciencia y desde edades más tempranas. Esto se puede ver en los triunfos de muchos jóvenes en competencias científicas internacionales.

Así reflexiona, en voz alta, la doctora Laura Elisa Ramos Languren, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien es la primera psicóloga en recibir la Beca para las Mujeres en la Ciencia L’Oréal-Unesco-Conacyt-AMC.

“A mí nunca me ha gustado ser negativa, por eso le digo que algo que pocos miran es que los mexicanos hacemos investigaciones parecidas a las que se hacen en las mejores universidades de otros países, pero con mucho menos recursos”, dice a Crónica la investigadora, que obtuvo el grado de Doctora en Ciencias en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, quien está casada y es madre de un bebé de 10 meses de edad.

Sus estudios son innovadores en México en muchos sentidos. Ella estudia de qué manera interviene la presencia en el cerebro de ciertas moléculas bioquímicas en los procesos de la memoria, que son parte de un gran conjunto de trabajos que hace el cerebro de cada persona y que son llamados procesos cognitivos.

Específicamente la doctora Laura Elisa está ayudando y estudiando a adultos que sufren Enfermedad Cerebrovascular (ECV), que es lo que ocurre cuando las arterias que llevan sangre, nutrientes y oxígeno al cerebro se revientan o se tapan. Es lo que algunos conocen como embolias y derrames cerebrales. Muchas personas mueren por esta causa, pero entre quienes sobreviven pueden quedar daños en el control de movimientos, en la capacidad para hablar y en la memoria. La doctora Ramos Languren ayuda a quienes tienen daños en la memoria. 

En estos días, la doctora Laura Elisa tiene en marcha un protocolo de investigación con personas que tienen daños en la memoria de trabajo después de padecer Enfermedad Cerebrovascular. Ésta es la memoria que se usa cuando uno está ejecutando algunas actividades funcionales y que requieren una secuencia de acciones, como cocinar una sopa.

“Un ejemplo es el paciente que está cocinando, pero no recuerda si ya puso sal a su platillo o no y vuelve a ponerle y le queda salado. Esto estudiamos, cuando es consecuencia de la Enfermedad Cerebrovascular. Cuando hay un caso de este tipo, los pacientes liberan grandes cantidades de moléculas oxidantes o reactivas, de oxígeno y nitrógeno, y hay daños al cerebro porque el sistema antioxidante del cerebro se descompensa. Nuestros estudios buscan documentar si el trabajo terapéutico modifica los niveles de antioxidantes y ayuda a corregir la descompensación”, añade.

LECTURA Y OBSERVACIÓN. Orgullosa nieta de campesinos e hija de un matrimonio construido por su papá, policía auxiliar y su mamá, secretaria, Laura Elisa recuerda que ambos fueron personas clave para lo que ella es hoy y cuenta dos ejemplos: “Gracias a mi mamá descubrí la psicología, pues ella ama mucho la lectura y compraba libros y enciclopedias, así que a los once años descubrí en casa una enciclopedia de la psicología y recuerdo que después de leer  muchas cosas en ésta llegué a la secundaria y le dije a mi mejor amiga que yo ya sabía lo que quería estudiar; le dije que quería ser psicóloga para estudiar el cerebro y la conducta”, narra la joven científica que años después ingresaría a estudiar bachillerato al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), de la UNAM y posteriormente a la Facultad de Psicología de la misma casa de estudios.

“Pero también hubo antes un evento muy importante que pude vivir gracias a mi papá. Cuando tenía 8 años, mi papá me llevó a Ciudad Universitaria para que me hicieran unos braquets para los dientes en la Facultad de Odontología. Luego me llevó a caminar por el campus de la Universidad, por lugares muy bonitos como la Torre de Rectoría y la Biblioteca Central, y vi a los jóvenes con sus libros y sus mochilas, estudiando y caminando por ahí y yo dije: Un día quiero estudiar aquí”, añade Ramos Languren, quien tiene un hermano y una hermana menores.

Cuando Laura Elisa entró a estudiar en la Facultad de Psciología se enfocó mucho en la biología del cerebro y poco a poco se fue especializando en Psicobiología y, como era un área de poca demanda,  algunas veces estaba en clases donde sólo había dos estudiantes. En otras ocasiones tenía que ir a otras facultades, como la de Ciencias y la de Química, para tomar algunas clases.

Ahora recuerda y se ríe cuando se le pregunta cómo la veían los alumnos y profesores de Ciencias y Química. Dice que la veían como “una extranjera de otra Facultad”. Así fue construyendo su camino como investigadora de la correlación entre biomarcadores en el cerebro y procesos cognitivos. Con este tema ha realizado investigación desde la UNAM y también desde la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) y en el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).

“En la comunidad científica en ocasiones existe la percepción equivocada de que los psicólogos no nos dedicamos al quehacer científico. Yo recuerdo que cuando llegué a hacer mi posgrado al Instituto de Fisiología Celular había quien bromeaba diciendo que si yo iba a darle terapia a los peces cebra que hay en algunos laboratorios, pero con estudios como este que estamos realizando demostramos que los psicólogos no nada más damos terapia o aplicamos pruebas para reclutamiento de personal, también hacemos investigación, usamos metodología científica, enunciamos hipótesis y podemos presentar resultados medibles y constatables”, dice la joven nacida en la Ciudad de México y que pasó su infancia entre Zitácuaro, Michoacán y Naucalpan, Estado de México.

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