
Delia Montero Contreras*
¿Sabe usted por qué tomamos tanta agua embotellada? En general los mexicanos responden que porqué es de buena calidad, pero cuando se les hace la pregunta de quién le dijo que tomara agua embotellada, la mayoría responde que su mamá, su familia o sus amigos, nunca contestan que fue el médico, el Sistema de Aguas de su ciudad o la Conagua. Esto a todas luces no es una respuesta informada ni certera, sino resultado de creencias y hábitos que se fueron reafirmado después del terremoto en la Ciudad de México en 1985, cuando las tuberías se dañaron.
Después de algunos meses del sismo las tuberías fueron reparadas, sin embargo nunca se le comunicó a la población que podía regresar a su viejo hábito de tomar agua de la llave. En ese entonces poca gente consumía agua embotellada, eran pocas las empresas que distribuían agua embotellada, como era la marca Electropura y más tarde Bonafont, que no tenían las redes de distribución que tiene al día de hoy bajo la administración de Pepsico y Danone.
La falta de información sobre la calidad del agua de la llave fue reafirmando el mito de que su calidad seguía siendo mala, que estaba contaminada. A esto se sumó más tarde la epidemia de cólera que azotó a varios estados, lo que desde luego reafirmó el hábito de tomar agua embotellada, pero ahora no solo en la Ciudad de México sino en varias regiones del país. Es decir, que esta percepción de que el agua de la llave es de mala calidad, poco a poco se fue expandiendo a otras ciudades del país donde las tuberías no estaban averiadas, donde también la información provenía de familiares y amigos.
Sin embargo este mito fue reafirmado por grandes empresas trasnacionales. En la década de los noventa, llegaron a México dos empresas transnacionales con amplia experiencia en el negocio del agua embotellada deseosas de invertir en nuestro país, aprovechando los mitos de la mala calidad del agua. Su mejor trampolín para anclarse en el mercado mexicano fue el adquirir empresas mexicanas que conocían bien el negocio del agua embotellada, las costumbres y hábitos de los mexicanos, cómo negociar nuevas concesiones de agua y negociar los contratos.
Estas gigantes del agua embotellada son la francesa Danone y la suiza Nestlé, que ya tenían amplia experiencia en el negocio el agua embotellada en Europa y otros países del mundo. Llegar a México para estas empresas fue como llegar al paraíso, se encontraron con un mercado poco explorado, una ciudadanía ciega ya que no tenía información sobre el agua de la llave que llega a sus hogares y dispuesta irse por una opción más informada como es el agua embotellada. La década de los noventa fue de plena expansión para estas empresas, que generaron formas de administración eficientes y desarrollaron redes de distribución por todo el país, de esta forma combinaron su expertis en gestión y formas de gobernanza interna innovadoras, que conjugaron con la experiencia y rico conocimiento del mercado mexicano de sus filiales adquiridas como serían Bonafont en el caso de Danone y Santa María en el caso de Nestlé.
Las refresqueras Coca Cola y PepsiCo entraron al negocio del agua embotellada en el 2000, no podían quedar fuera del mercado con las potentes redes de distribución que habían desarrollado desde décadas antes en todo el país con la distribución de sus refrescos. Coca Cola creó su propia marca denominada Ciel y PepsiCo adquirió Electropura. Estas cuatro transnacionales comenzaron a abastecer a todo el país, su publicidad con información sobre la pureza y calidad de su agua, y con ello la certeza que daba a los consumidores fue la mejor estrategia para afianzar un mercado ciego por falta de información. Con el paso del tiempo se fue expandiendo la idea de que el agua prácticamente de todo el país era de mala calidad y con ello su desconfianza para beberla. De norte a sur se tiene la idea de que es mejor tomar agua embotellada, aún en pueblos pequeños de la sierra de Oaxaca que tienen el manantial a lado se consume agua embotellada. Nadie tiene información de la calidad del agua de su estado, de su municipio y menos de su colonia, lo que se traduce en el mejor incentivo para que las transnacionales aumenten sus ventas de agua embotellada.
La gente ignora que por norma toda el agua que llega a los hogares debe pasar por plantas potabilizadoras y cumplir con los mínimos de calidad para consumo humano que establece la Secretaría de Salud. Si ignora eso, será entonces incapaz de exigir que llegue agua de calidad a sus hogares, que es una de las obligaciones del organismo operador en cada localidad. También ignoran que deben de lavar dos veces por año su cisterna y tinacos de agua, ya que la única publicidad que emana de los organismos operadores es la de no desperdiciarla.
La incertidumbre sobre la calidad del agua se traduce, tan sólo en los hogares de la Ciudad de México, en un gasto de más de cuatro mil millones de pesos en la compra de agua embotellada. A eso habría que agregar el gasto en la compra de agua embotellada en escuelas, oficinas públicas y privadas, restaurantes, etc., un negocio por demás redondo. Eso equivale al presupuesto anual de una universidad pública ¿imagina usted la magnitud del gasto?
Esa cifra no sorprende, ya que el 90% de la población de la Ciudad de México compra agua embotellada y consumen aproximadamente 390 litros por persona al año, pero en delegaciones como Iztapalapa la cantidad de litros llega a los 500, que es realmente escandaloso.
Los hogares de la Ciudad de México pagan por un litro de agua embotellada en promedio 1.5 pesos, es decir, que un m3 de agua embotellada equivale a 1,466 pesos, que contrasta con los 6.32 pesos que se paga en promedio por un m3 de agua suministrada por el organismo operador (SACMEX). Esto significa que por un litro de agua de la llave en la Ciudad de México se paga en menos de un centavo, mientras que en la compra de un litro de agua embotellada, los hogares en la Ciudad de México pagan 2,500 veces más de lo que pagarían por un litro de agua potable.
El gasto que las familias de la Ciudad de México hacen en la compra de agua embotellada, que es de más de 4 mil millones de pesos, es superior al pago que realizan estos hogares por el pago de la tarifa de suministro de agua a SCMEX que es de 3, 450 millones de pesos, pero el agua embotellada sólo equivale al 2% del total de los usos en el hogar.
Es deseable que en estos tiempos de cambio hacia la cuarta República, el nuevo gobierno de la Ciudad de México encabezado por Claudia Sheinbaum considerara el enorme gasto que hacen los hogares por la compra de agua embotellada. Iniciar el regreso al hábito de consumir agua de la llave tomará tiempo, pero de inicio una buena calidad y la difusión de la información al respecto resulta fundamental para los habitantes de esta ciudad ¿Y a usted quién le dijo que tomara agua embotellada?
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Profesora-investigadora del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana
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