Opinión

Proteger a los más jóvenes

Proteger a los más jóvenes

Proteger a los más jóvenes

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La imposición unipersonal a la sociedad mexicana, y por ello autoritaria, de iniciar clases presenciales el próximo 30 de agosto representa uno más de los recurrentes caprichos de López Obrador para que, sin importar que “llueve, truene o relampaguee”, se regrese a una normalidad que se fue para siempre.

Sin protocolos y una política sanitaria de Estado ante las nuevas variantes del SARS Cov-2, sin ofrecer evidencia científica sobre cómo evitar los riesgos del virus en los menores de edad y, además, sin las condiciones básicas de infraestructura, protección y ventilación para evitar el incremento de los contagios en las escuelas que estuvieron cerradas durante un año y medio, observamos nuevamente un grave desatino de la 4T que tendrá consecuencias funestas para la población.

Ha causado especial malestar entre los padres de familia la ocurrencia de hacerles firmar una carta responsiva sobre la decisión de mandar a los niños a la escuela, de manera tal que se deriva en ellos la responsabilidad de los contagios. A pesar de su incremento durante los últimos días, así como de hospitalizaciones de niños y jóvenes a causa de la variante predominante delta en esta tercera ola de la pandemia, la decisión presidencial se mantiene, lo que ha provocado una creciente preocupación entre padres y maestros. Sobre todo, porque la nueva variante se asocia a una transmisibilidad mucho mayor a la observada con otras cepas del Covid-19. En este contexto, millones de niños regresarán a clases presenciales sin aún haberse vacunado.

Conviene recordar que la salud pública se refiere a la ciencia y al arte de la prevención de las enfermedades, prolongando la vida y promoviendo la salud física y la eficacia a través de los esfuerzos de la comunidad organizada, para permitir que todos los ciudadanos puedan realizar plenamente su derecho a la vida y a la longevidad. En una palabra, al igual acceso al goce del derecho a la salud.

Los conceptos de salud pública y salud global resultan inescindibles actualmente, porque la difusión del agente patógeno ha tenido consecuencias también en el plano internacional representando hasta ahora el más grande desafío del siglo XXI. La pandemia acentuó la necesidad de concebir a la salud no solo como un problema circunscrito a las exigencias nacionales sino también en relación con sus implicaciones internacionales.

En tal contexto, la salud debe ser interpretada como un derecho global que interconecta el bienestar de los individuos con las necesidades de los países. El tema de la liberalización de las fórmulas de las vacunas para generalizar su producción a nivel mundial estimuló un debate que resaltó la falta de compromiso social de las grandes compañías farmacéuticas y que concluyó con el reconocimiento de su poca utilidad, porque la mayoría de los países carecen de las necesarias competencias humanas y técnico-industriales para producir los fármacos. De aquí que su monopolio se concentró en Estados Unidos, China, Rusia y Reino Unido.

Esta situación produjo el fenómeno del nacionalismo de las vacunas, según el cual, la prioridad de los gobiernos es vacunar primero a sus poblaciones. La guerra por el mercado de las vacunas la venció AstraZeneca aplicándose en 78 países, seguida por el fármaco Sputnik V que se distribuye en 18 y las vacunas chinas que se aplican en 17 naciones.

Protegerse del virus es una prioridad estratégica doméstica y para ello, debe intensificarse la administración de las vacunas disponibles y mantenerse bajo estricto control el número de contagios. Ante el abandono del gobierno y la carencia de políticas públicas adecuadas, cuidar la vida de niños y jóvenes debe ser la prioridad de todos.

isidroh.cisneros@gmail.com

Twitter: @isidrohcisneros

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