
Una cirugía de cráneo le cambiaría la vida a cualquiera. A los 12 años de edad a Cristian González Languren le tocó comprobarlo en carne propia. Hace un año cayó de la azotea, desde el segundo piso de su casa, lo que le provocó la fractura de sus dos piernas y una grave herida en la cabeza.
Además de la lesión de ocho centímetros en la media occipital, el golpe generó la inflamación de la masa encefálica, situación que en el Antiguo Hospital Civil de Guadalajara (HCG) trataron de mitigar con medicamentos durante una semana, pero el cuerpo del pequeño no respondía favorablemente, por lo que fue necesario retirar una parte del cráneo para evitar que el cerebro colapsara por falta de espacio.
Durante 21 días estuvo en terapia intensiva. Sin conocimiento, entubado y con un ventilador artificial para su respiración. “Los médicos me decían que en cualquier momento se nos podía ir”, recuerda Verónica Languren Salazar, madre de Cristian.
Mientras que el niño rememora: “Ya cuando desperté yo pensé que estaba normal, que no se me habían quebrado los pies. Luego vi que tenía algo en la cabeza, sentí feo y muchas ganas de llorar. Pensé que me iba a quedar así para siempre”.
El accidente del 4 de agosto de 2015 llevó a la familia a vivir prácticamente en el hospital durante tres meses, y a esperar otros tres en casa, antes de lograr la cirugía para completar la bóveda craneal de su hijo.
“Así estuvo unos meses con el hueco. Para protegerlo le colocaban un donita formada con gasas y una venda. Adentro del agujero se le veía nada más como un globo con agua, que según nos explicaron los doctores es líquido que produce el mismo cuerpo para proteger el cerebro que a falta de la placa se inflamaba”, explica Guadalupe González Baltazar, padre del menor.
A dos meses de hospitalización las cosas se complicaron. De tanto estar en cama se le formaron úlceras en la parte posterior de la cabeza. La herida de la caída estaba a un costado. Pero con lesiones nuevas, ya no era sólo esperar a que sanaran las dos piernas fracturadas sino también las llagas.
Años atrás, el especialista venía estudiando la combinación de la cirugía plástica y los gadgets, en este caso las impresoras 3D, como una alternativa médica para la reconstrucción de partes de cuerpo de los pacientes. No está documentado que este proceso se haya realizado en otras partes del mundo. Sí se hacen reconstrucciones de cráneo pero con otros materiales o procedimientos.
De ahí surgió la propuesta de probar en Cristián el método nuevo ideado por el médico jalisciense.
En lugar de la placa de titanio se colocaría una pieza diseñada con polimetil metacrilato (material con el que se hacen desde juguetes o adornos, hasta piezas dentales o reconstrucción de huesos). Ambos materiales son biocompatibles, básicamente lo que cambian son los costos y los procesos
“Tampoco inventamos el hilo negro. Por ejemplo, lo que nosotros hicimos se aplica de manera similar, no igual, en Suiza; pero mandar traer la pieza desde allá costaría alrededor de 200 mil pesos. Entonces, lo que hicimos fue todo el trabajo manual, desde el diseño y fabricación de la pieza hasta la intervención quirúrgica. Nosotros trabajamos con material que ha sido aplicado antes por ortopedistas, haciéndolo también ahora posible por neurocirujanos.
“La diferencia con el titanio u otros materiales, es que en éstos la adecuación de la pieza sería en el quirófano, lo que aumenta los tiempos de la cirugía y la posibilidad de infección. Nosotros llegamos con la pieza ya ajustada al 100 por ciento gracias a la tecnología de las impresoras de 3D, lo que nos llevó prácticamente nada más a atornillarla, reduciendo la duración de la operación y los riesgos de infección”, explica el médico.
Fue así que en febrero de este año, seis meses después del accidente, Cristian se sometió a este método alternativo. La operación fue un éxito.
Finalmente, la familia proveniente de la colonia Santa Cecilia, en Guadalajara, una de las zonas con mayores índices de desigualdad social, terminó pagando sólo dos mil pesos en lugar de los 250 mil proyectados originalmente.
Mientras que el Hospital Civil y el Seguro Popular solventaron los gastos de la cirugía. El acuerdo de este equipo es continuar. Además en la consolidación de esta alternativa médica trabajan el cirujano maxilofacial y doctor en investigación científica, Javier de la Peña Brambila, del HCG; Jorge González, especialista y modelador en materiales en 3D, quien de manera altruista se dedica a la manipulación de archivos digitales con fines médicos; así como Alejandro Macías, del lado de las impresoras.
En la escuela, su incorporación ha sido inmediata: intelectual, social, física y anímicamente. Cada semana le informan a la madre sobre los avances. El pequeño no muestra secuelas ni del accidente ni de la cirugía, según reportan los maestros.
“Lo bueno es de que ya está aquí. Yo no podía jugar con él, me aburría. Cuando le pasó eso, me dejaban con mis tías, pero me sentía muy triste saber que él estaba en el hospital. Luego muy noche mi papá iba por mí o a veces me quedaba a dormir allá”, recuerda Verónica, menor de la familia, quien a los nueve años de edad opina junto con sus otros cinco hermanos y sus padres que la vida da nuevas oportunidades.
A la fecha, este equipo de médicos jaliscienses ha desarrollado esta iniciativa en ocho pacientes (cinco ya operados y tres en proceso).
Cristian fue el primer caso de reconstrucción craneal con impresoras 3D, a través de copias casi idénticas del fragmento perdido por un traumatismo.
El proceso inicia con la creación de un molde a partir de la imagen tomográfica del área faltante, para después intervenirla con un diseño digital y con ello obtener el archivo e imprimirlo en 3D. Una vez logrado el modelo, se usa para crear la pieza final en polimetil metacrilato (PMMA), un material utilizado comúnmente en implantes dentales y en reconstrucción de hueso en diferentes especialidades.
“Los médicos me decían que en cualquier momento se nos podía ir”
Verónica Languren Salazar - Madre de Cristian
“La diferencia con el titanio u otros materiales, es que en éstos la adecuación de la pieza sería en el quirófano, lo que aumenta los tiempos de la cirugía y la posibilidad de infección”
Juan Eduardo Pérez de la Torre
Cirujano plástico
“A mí me gustaba entretenerme con el futbol, pero como dicen que ya no puedo, ahora me entretengo con mi hermana jugando con la plastilina haciendo monitos”
Cristian González Languren - Primer caso de reconstrucción craneal
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