
Rod Stewart es una de las figuras más representativas de la historia del rock. Su nombre puede traducirse como un homenaje andante al género, ya que siempre se ha adaptado a cada evolución, ha pasado del estilo mod al glam y se ha modernizado constantemente bajo el lema de mantenerse joven por siempre.
En su regreso a México, la noche de ayer dio una cátedra sobre cómo se desenvuelve una estrella de rock, en el escenario del Palacio de los Deportes.
Desde la presentación al ritmo del tema “Soul Finger”, original de la banda The Bar-Kays, que en comunión con el escenario de mosaico blanco y negro remontó a ese clásico programa de Soul Train, en el que daban sus mejores pasos.
Así salió Rod, con atuendo brillante de saco plateado, que combinaba con su cabello y con el ritmo que marcaría la noche, para cantar “Having a Party” de su amado Sam Cooke, esa figura que le dio el primer sencillo de su carrera, a mediados de los años 60: “Shake”; en aquel entonces, era un joven rubio que pasaba de banda en banda, porque temían que robara protagonismo.
Y es que se trata de un personaje no sólo querido por su talento, sino porque en México forma parte de la historia. Fue un concierto suyo realizado el 9 de abril de 1989 en el estadio La Corregidora, en Querétaro, el que acababa con la sequía de rock que había sido perseguido después del festival de Avándaro.
Esa vez presentó el disco Out of Order, que junto con los discos posteriores, el Vagabond Heart (1991) y el Unplugged and Seated (1993) significan la cúspide de la carrera musical del británico.
El intérprete siguió festivo, hacía ademanes de agradecimiento, cantaba y bailaba por el escenario, mientras recordaba más de sus influencias con “This Old Heart of Mine”, de The Isley Brothers. Luego se puso nostálgico y meloso con baladas como “Love Is”, con la vibrante “Tonight’s the Night (Gonna Be Alright)”, que provocó un impresionante coro de los asistentes.
En el público predominaban las personas mayores que recibieron con gozo temas como “Forever Young”, durante la cual Rod mostró sus pasiones, pues durante la canción se miraba en la pantalla vestido con la casaca del Celtics, de Escocia, su equipo de futbol favorito.
Mientras sonó “Young Turks” se le veía feliz recibiendo la distinción de Caballero de pate la reina Isabel. En ambas canciones los músicos ofrecieron impresionantes solos de violín y saxofón.
Al mismo tiempo había un público joven, que se dejó llevar por temas emblemáticos del intérprete como “The Rhytm of My Heart” o bailaron junto a Rod The Mod (como era conocido por su atuendo de dandy en los años 70), al compás de “Some Guys”.
La velada fue el pretexto perfecto para mostrar su fascinación por influencias de todas generaciones, pero la respuesta del público fue estruendosa cuando cantó “It’s a Heartache”, de Bonnie Tyler.
La noche se dividió entre los éxitos del británico como “Baby Jane”, perteneciente a su disco Body Wishes (1986), y los homenajes como el que hizo a Tom Waits con su “Downtown Train”, en una versión sensacional.
Sin duda, uno de los mejores momentos de la noche se vivió cuando cantó sus emblemáticas baladas “You’re in My Heart (The Final Acclaim)”, que provocó un impresionante coro de los asistentes, así como “I Don’t Talk About It”.
Posteriormente, vestido de dorado, complació al público con otras piezas de su repertorio como “Oh La La”, original de su antigua banda Faces, a esa siguió un final más festivo, encabezado por temas como “Can’t Stop Me Now” y su emblemática “Da Ya Think I’m Sexy?”, en medio de globos enormes de colores con los que jugaron los espectadores.
Copyright © 2017 La Crónica de Hoy .