Opinión

Sacerdote sentenciado

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. (La Crónica de Hoy)

En México tenemos una separación entre la Iglesia y el Estado desde hace más de 150 años; el Estado laico fue un gran avance para lograr que los mexicanos contemos con leyes e instituciones que nos protejan de la imposición de fanatismos y conculcación de las libertades civiles por parte de congregaciones religiosas como la Iglesia católica, que por más de 300 años sometió al país a creencias “oficiales” que impidieron el desarrollo de la ciencia, la educación y la convivencia social con libertades y dignidad para vivir y ser felices.

Los liberales, dirigidos por don Benito Juárez, lograron dotar a México de una Constitución que dio paso a las instituciones republicanas, iniciando el largo camino, aún no concluido, para que todos los habitantes en este país seamos iguales ante la Ley.

Sin embargo, aún existen algunos sectores de la población que gozan de impunidad para no ser juzgados por delitos cometidos, lo que es posible gracias a la complicidad entre responsables de las instituciones y quienes gozan de influencia en la economía, en la política, así como en actividades religiosas; dicha complicidad se utiliza para poder seguir manipulando a la población y de esta manera preservar los intereses creados. Gobernantes emanados de la derecha, centro o izquierda lo han permitido en complicidad, principalmente con la Iglesia católica, porque de esa manera, piensan que ganarán los votos que pueden influenciar la jerarquía eclesiástica.

Uno de los delitos más abominables que miembros de esta iglesia han cometido es el abuso sexual en contra de muchos de sus feligreses, particularmente en menores de edad (conducta que se denomina pederastia). Durante siglos, seguramente se han realizado estas atrocidades; sin embargo, en nuestro país, hasta hace apenas ocho años fue tipificado como delito en el Código Penal Federal.

Fue el escándalo monstruoso del violador y cocainómano Marcial Maciel, fundador de la Asociación católica Legionarios de Cristo, lo que hizo pública esta actividad, aunque se intentó ocultar con la protección de un sector de los hombres más ricos de México, gobernantes, amigos y la complicidad de la jerarquía eclesiástica. Cuando el caso tomó niveles internacionales, hasta entonces el Vaticano decidió separar a Marcial Maciel del ejercicio sacerdotal y le ordenó recluirse en su domicilio privado para que “meditara” sobre sus pecados; a pesar de que fueron documentados de manera amplia las decenas de casos de menores violados por él, incluyendo algunos de sus propios hijos, que procreó con algunas de las mujeres con las que sostuvo relaciones.

Otro caso muy difundido fue el de los sacerdotes pederastas en Estados Unidos, que al ser descubiertos, obligó a la jerarquía católica de ese país a pagar indemnizaciones multimillonarias a decenas de las víctimas; finalmente, ocasionó la renuncia del jerarca mayor de esa iglesia al comprobarse la protección y complicidad otorgada a los sacerdotes violadores.

En México, afortunadamente, a partir de la experiencia de las víctimas en Estados Unidos quienes se agruparon en la Red de Sobrevivientes de abuso sexual por sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés), también se integró la red e inició la lucha que logró juzgar a sacerdotes pederastas, entre ellos a Nicolás Aguilar Rivera, a quien por mucho tiempo protegió la jerarquía católica. Gracias a la tenacidad de estas víctimas se logró que el Congreso Federal aprobara la tipificación del delito de pederastia en el año 2009. A partir de ahí se ha logrado que en 17 Códigos estatales también se incluya.

Recientemente se logró, por primera vez, la sentencia por pederastia, por más de 60 años de prisión, a Nicolás Aguilar, sacerdote que la jerarquía católica había ocultado, cambiándolo de manera constante de parroquia en parroquia, donde proseguía con sus fechorías. Seguramente la llegada del nuevo Cardenal a la diócesis de la Ciudad de México y la postura más liberal del papa Francisco, podrán ayudar a que la impunidad de estos criminales empiece a desaparecer. ¡Enhorabuena a las organizaciones y personas que han impulsado esta causa!

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