
Fragmentos de pintura mural procedentes de Teotihuacán, Estado de México, se resguardan desde hace 40 años en el Museo de Young, ubicado en San Francisco, Estados Unidos. Dichos vestigios prehispánicos llegaron al país vecino a través de la compra que realizó el arquitecto Harald J. Wagner (1903-1976) y, en 1986, más de la mitad de esos fragmentos fueron devueltos al país.
Crónica presenta una entrevista con María Teresa Uriarte, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, para conocer el contenido de dichas piezas desprendidas intencionalmente.
La investigadora que celebrará hoy, a las 17:00 horas, los 25 años de la primera publicación de La pintura mural prehispánica en México, Volumen I: Teotihuacan, tomo I, advierte que sus respuestas se basan en el libro Feathered Serpents and Flowering Trees, escrito por Kathleen Berrin, Clara Millon, René Millon, Esther Pasztory y Thomas K. Seligman.
— ¿Cuántos fragmentos de pintura mural están en el Museo de Young?
— Los murales fueron donados al Museo De Young de San Francisco a la muerte de Harald J. Wagner. En la publicación mencionada no se especifica el número de fragmentos que se quedaron en Estados Unidos, entre otras razones porque muchos de ellos se rompieron en el traslado. Se sabe que (Harald) los compró en cuatro diferentes operaciones.
“Los murales que están en San Francisco y los que llegaron al Museo Nacional de Antropología son casi todos de Techinantitla. En el Museo Tamayo, de la Ciudad de Oaxaca, hay uno de Tlacuilapaxco”, responde.
En la página web del Museo De Young se detalla que esos fragmentos son “la colección de murales de Teotihuacán más grande e importante fuera de México”, que sobresalen “por su calidad, estado y amplitud iconográfica” y advierten que fueron “retirados en secreto de su sitio en la década de 1960”.
El recinto estadunidense también explica que Harald murió en 1976 y que en su testamento expresó el deseo de que los “más de setenta fragmentos (que variaban en tamaño desde unas pocas pulgadas de largo hasta catorce pies) que datan de 400-700 d.C.” se entregaran al Museo de Bellas Artes de Young de San Francisco.
“Debido al tamaño y la importancia de la donación y las cuestiones éticas con respecto al patrimonio cultural, el museo se acercó a funcionarios de México para discutir un programa cooperativo de conservación y cuidado, y el regreso voluntario de, al menos, el cincuenta por ciento de los murales a México una vez finalizada la conservación”, se lee.
En 1981, las autoridades estadounidenses y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) firmaron un convenio para la conservación, exhibición y disposición conjunta de los fragmentos murales. El resultado fue que “más de la mitad de los murales” regresaron a México.
— Los sitios de donde proceden esos fragmentos, ¿eran espacios para la élite?
— Se llaman Conjuntos departamentales. Sí, se supone que eran sitios de residencia de la élite gobernante y casi todos tenían pintura en sus muros.
— ¿Se sabe qué escenas están representadas?
— Hay diversas escenas. Algunas están en el Museo Nacional de Antropología: serpientes emplumadas y árboles floridos, con algún significado glífico que no ha sido totalmente descifrado. Pero también están en Tlacuilpaxco representaciones de sacerdotes.
— En México, ¿se ha realizado estudios a estos fragmentos?
— Sí se han realizado diversos estudios, uno escrito por mi sobre Talcuilpaxco, que está en el tomo de Estudios del Volumen I de La Pintura Mural Prehispánica en México, cuyo PDF está en línea.
— ¿Sabe si regresaron al país algunos de los fragmentos que tenía Harald J. Wagner?
— Ya contesté que están en el Museo Nacional de Antropología.
— ¿Es posible saber cómo llegaron a las manos de Harald J. Wagner esos fragmentos?
— De algunos sí se supo, por eso se regresaron a México ya que habían entrado ilegalmente a Estados Unidos después de la Ley de 1970, cuando la UNESCO promulgó una ley que establece a nivel internacional que cualquier objeto arqueológico que entre ilegalmente o haya sido excavado ilegalmente, se debe regresar a su país de origen.
— ¿Tiene sentido hoy saber o suponer si Harald retiró parte de los murales?
— No creo que hay sido él. Pienso que los compró.
— ¿Qué investigaciones o labores de preservación realizó Harald J. Wagner en Teotihuacán?
— Ninguna.
— En la página del Museo Young se explica que los fragmentos no se pueden unir, lo cual habla de un desprendimiento intencional, ¿qué tan común fue en Teotihuacán el saqueo y desmantelamiento de pintura mural en la década de los 60 del siglo XX?
— Creo que fue muy frecuente antes, aunque es inevitable; aún sucede.
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