
José Antonio Banda, pese a haber nacido en Coatzacoalcos, Veracruz, es profundamente guanajuantense. Pasó sus tres primeros años de vida en aquel punto, al lado del mar, el cual describe como ese hecho único que se ve, que se escucha, sabe y se siente. Pero el resto de su vida lo ha pasado en Guanajuato, un mar de tierra más bien árido y montañoso. Maestro en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Guanajuato, este poeta ha publicado Cuaderno en ruinas (Plataforma, 2011), Teoría de la desolación (Azafrán y Cinabrio, 2012), El pozo abierto (Cartonera La Cecilia, 2014; Quemar Las Naves, 2016) y Río interior (Ediciones Atrasalante/Instituto Sonorense de Cultura, 2016). Sobre este último poemario hablamos con José Antonio, en torno a la importancia que tienen en su creación temas como la soledad, el recuerdo y el lenguaje.
En poemas como “Casa paterna” y “Hábito de la palabra” recurres a los recuerdos para construir universos, ¿qué papel juega la memoria en tu poesía?
En casi todo el libro Río interior la memoria es fundamental, pues la poesía y el lenguaje son herramientas muy poderosas y que las imágenes de lo vivido sean todavía vigentes, porque tal vez en aquello que nos deslumbró en el pasado se encuentre la raíz de lo que somos, y la clave para entender lo que somos. Esto, en muchas direcciones, en una entenderlo para saber por qué en un estado presente nos aqueja algo o para tomar algunas decisiones. También, y es algo muy sabido, el pasado sirve para saber el porvenir, es como especular, como el futuro: son espejos en donde nos miramos y son espejos que reflejan una sola imagen. El pasado es la imagen de lo que creemos ser pero que ya no somos y en el futuro vemos una imagen de lo que queremos ser pero que aún no somos. Entonces, en mis poemas la memoria es importante porque trato de recuperar algo vivido. En el poema “Casa paterna” busco una experiencia personal y trato de indagar sobre qué ocurrió mientras vivía en ahí, y en el poema “Hábito de la palabra” trato la relación con una persona, y no sólo para entender lo amoroso, sino para comprender la relación que uno tiene con el lenguaje y lo que dice en pasado, presente y futuro, pues todos los tiempos viven en el poema.
¿Por qué “el porvenir es un escritorio enfermo de presente”? Verso de tu poema “Río a la deriva”.
El poema “Río a la deriva” es un poema torrencial, ahí el presente no es un presente total henchido de pasado y henchido futuro, no, es un presente lleno de agonía, y el porvenir en este poema, justo en el verso “es un escritor enfermo de presente” ahí el porvenir es un lugar de trabajo, donde la conciencia del hoy es carcelario y el porvenir entonces habita en un presente carcelario, que ahoga, que atosiga. El futuro no alcanza a ser esperanzador, son imágenes presentes y muy angustiantes, porque ahí ya se ve el clima de violencia que ya se vivía en aquellos años. En ese poema también hablo de la noche como un cementerio de frases en una hoja de papel, es angustiante.
¿Cuál es el origen de este poemario?
El libro lo comencé a escribir en 2010, y terminé otros poemas en 2014, y antes de que lo publicara la editorial Atrasalante, hice algunos retoques. Salió a la luz en 2017, tuvo una génesis muy larga. Mientras escribía los primeros poemas había alguna serie de circunstancias que me llamaban la atención, y es que en lo personal viví una temporada larga en Madrid, porque fui a hacer unos estudios, y viví solo, eso me llevó a pensar en la naturaleza de la soledad, no sólo la mía, sino la de todos. Vivir una soledad promiscua como dice Cernuda, y Octavio Paz también trata el tema a propósito de Cernuda. Hablando de Paz, aquí influye mucho, porque durante esos años hacía una maestría y uno de los temas era analizar la soledad en los poemas pacianos, sobre todo los poemas de su regreso a México hacia el año 1969. Por eso, en mis poemas me planteaba que fueran un medio liberador de la angustia presente a través de la recuperación del pasado.
¿Qué estás leyendo ahora?, ¿qué utilizas para experimentar poéticamente?
Estoy tratando de alejarme de mis lecturas más clásicas, de Paz, Cernuda, Bonifaz Nuño, Neruda, de Gamoneda, de estas lecturas que me marcaron, y más bien trato de explorar hacia otros rumbos, ahora estoy leyendo a poetas como Maricela Guerrero, a varios poetas más jóvenes que yo, como Elisa Díaz, Balam Rodrigo. Es decir, estoy tratando de hacer otras cosas, y a partir de ahí en mi escritura, en vez de hacer una poesía donde trata de recuperar el pasado, ahora es una poesía henchida de presente donde los verbos cambian. Mis poemas ahora tienen imágenes poéticas más diluidas. Lo cotidiano y el día a día ha entrado con fuerza en lo que hoy escribo.
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