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Tula-CdMx y la trágica inundación

Ante desastres por fenómenos naturales se extraña el Fondo federal para Desastres Naturales, aquí la opinión de Carlos Martínez Assad

Tula-CdMx y la trágica inundación

Tula-CdMx y la trágica inundación

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Con las intensas lluvias en el país en días pasados, las autoridades dijeron como lo hacen todos los años que los desastres fueron consecuencia de lluvias más intensas que en otras ocasiones. Nunca mencionan los problemas de infraestructura debido a la falta de mantenimiento y a las obras necesarias para actualizar los sistemas. Y conociendo e problema por qué la cancelación del Fondo para Desastres Naturales (Fonden), cuando los huracanes recientes Grace, Nora y las inundaciones en Tabasco han mostrado que debe disponerse de recursos para actuar con rapidez, que contradictoriamente después de haber sido cancelado por la Secretará de Hacienda, vuelve a aparecer en el presupuesto del 2022 sin ninguna disposición de cómo ejercerlos.

La población ha crecido y, por lo tanto, las necesidades han aumentado y las obras realizadas no responden a cabalidad para un funcionamiento más adecuado. Por qué no se han construido más presas si las que existen son para generar electricidad más que para distribuir el agua. Y cuáles han sido desazolvadas y cuándo se limpiaron los canales y los ríos. Incluso cada cuando se da mantenimiento al alcantarillado de la Ciudad de México, que a simple vista puede verse cubierto de lodo y, de acuerdo con los constantes encharcamientos, no sirve ya para conducir lo que debe circular por los drenajes para resolver parte del componente de las inundaciones.

Siempre al borde del desastre en la Ciudad de México llueve con intensidad y la gente sólo está pidiendo a Dios lo proteja para que este año su casa no se inunde y en lugar de crear sistemas para aprovechar el agua de la lluvia se revuelve con las aguas negras. Pocas veces, por fortuna, han ocurrido muertes, que en esta temporada no han logrado evitarse y es impensable que en pleno siglo XXI el Gran Canal pueda engullir a una jovencita y devolverla muchos kilómetros después, cerca de la presa Endhó, construida como el recipiente de todo lo que desalojan los más de 20 millones de habitantes de la Zona Metropolitana.

El Valle de México es una cuenca cerrada por eso la dificultad de orientar sus aguas residuales, para lo cual cuenta con una altura que favores su desalojo hacia los valles previos al mar. Desde el porfiriato se creó el Canal de Gran desagüe, convertido en el Gran Canal en años recientes para captar desde el Emisor oriente las aguas residuales, con apoyo del Tajo de Nochistengo y los túneles de Tequixquiac. Para sobrevivir en la Ciudad de México se trae el agua de la cuenca del Lerma y del Cutzamala, para unirse ya procesada con los desechos orgánicos que se mezclan con el agua de lluvia y deshechos en el drenaje que van a dar al Golfo de México.

Antes, pasa por el sistema diseñado para llegar a irrigar el Valle del Mezquital, aprovechándose de afluentes del río de los Remedios y nutrir el sistema Tula-Amajac, formando el sistema de riego número 3 desde 1952. Ampliado posteriormente hasta regar una superficie de 100 mil hectáreas que mejoró los niveles de vidas de los grupos sociales de la región, beneficiando particularmente a los campesinos y a los indios hñahnú pero igualmente al conjunto de la población. Las tierras semidesérticas se convirtieron en tierras cultivables.

El agua que se envía regresa a la Ciudad de México como brócoli, calabazas, maíz, coliflor, productos de árboles frutales como duraznos, higos y uva. El ideal del sistema fue que el agua se purificaría en el trayecto a través de varios procesos, como plantas de tratamiento en donde destaca la de Atotonilco, la más grande de América Latina, concluida en 2017. Hipotéticamente debía procesar el 60 por ciento de las aguas residuales del Valle de México, con 52 metros cúbicos por segundo apenas cubre el 35 por ciento de lo requerido, por lo que es necesario construir cuando menos otra planta afirma la doctora Cristina D Siebe del Instituto de Geología de la UNAM.

En el valle de Tula se cumple con la función de recargar los mantos acuíferos para eliminar los patógenos causantes de enfermedades y para no poner en riesgo la vida de los agricultores, pero debe cubrir un trayecto de 35 kilómetros que atraviesa la ciudad con los desechos de una termoeléctrica, una refinería, varias cementeras y mucha actividad industrial. A lo que deben añadirse los humos negros que le lleva a ser una de las ciudades más contaminadas del mundo.

La Presa Endhó es el destino donde se concentran todo el remanente de las aguas residuales que se vierten al río Tula, antes de seguir su trayecto hacia el Golfo de México. El agua es derivada al riego y filtra los contaminantes además de que los inmoviliza eficientemente. Lo que trajo vida a todo el valle del Mezquital hace 50 años, se le relaciona ahora con la muerte por la falta de limpieza, por todo lo que resguarda de desechos de metales pesados con elementos tóxicos.

Según los especialistas se encuentra azolvada al 50 por ciento y ha desaparecido de la presa todo signo de vida, porque anteriormente se veían peces y las garzas llegaban por allí, pero ahora la vida silvestre ha desaparecido. Tal es el problema que ahora los mismos lugareños la consideran la fosa séptica más grade del mundo.

El descuido del sistema se expresa en una reducción del 50 por ciento de su presupuesto además de la falta de mantenimiento. La inundación de Ecatepec, Estado de México, del 7 de septiembre que provocó la gran avalancha de agua que arrasó con todo, autos y personas que apenas lograron superar la sorpresa de ver sus vidas amenazadas. El gobernador de ese estado, declaró que nadie advirtió nada. Por increíble que parezca esa inundación se relacionó con la de Tula en Hidalgo. La razón fue que se se operaron las compuertas para evacuar agua desde el Túnel Emisor Central y el Túnel Emisor Oriente para evitar la inundación del valle de México. Hizo falta buen manejo técnico y mantener informada a la población y sin embargo la CONAGUA no hizo público cómo fue su intervención.

Lo más grave es que Tula, Hidalgo, no fue advertida de lo que estaba sucediendo con el conjunto de aguas desalojadas desde la Ciudad de México, que pasó por Ecatepec que se encuentra a 76 kilómetros de distancia, hasta llegar a Tula y provocar un inusual desbordamiento de su río. Por increíble que parezca fueron las mismas aguas recorriendo decenas de kilómetros en las que se unieron las de la lluvia y las aguas negras del Gran Canal las que provocaron la peor inundación en esa ciudad, porque al subir el agua más de metro y medio arrojó el saldo de diecisiete personas muertas en un sanatorio tras el corte eléctrico que llevó al fallo en el suministro de oxígeno. Están además los daños en miles de viviendas, que las familias debieron desalojar.

¿Por qué ninguna instancia de gobierno supo anunciar lo que estaba por suceder? ¿Qué hace CONAGUA como organismo encargado del manejo de agua para advertir sobre lo que supone que se debe saber en esa institución? ¿Hasta cuando las autoridades darán el mantenimiento necesario al Gran Canal y todo lo relacionado como el alcantarillado y construirán obras vinculadas a la supervivencia de los nacionales? No obstante, la sociedad también es responsable del problema por el mal manejo de los desechos en la casa y en la calle. ¿Por qué aún después de librar situaciones como la que acabamos de pasar, todo parece igual sin ningún cambio?