
Más de dos décadas después, el llamado “juicio del siglo”, el del ex futbolista y comentarista deportivo estadounidense OJ Simpson, sigue siendo un importante modelo de análisis para los sistemas penales acusatorios, como es el de nuestro país. Un estudio detallado de los factores que intervinieron en el proceso deja ver las numerosas fallas procesales que derivaron en que el jurado emitiera un dictamen de no culpabilidad para Simpson.
“En la actualidad, OJ Simpson está encarcelado por un delito diferente a la acusación de homicidio doble de 1994”, señaló el abogado Carlos Castro Alcudia, durante una amplia sesión de análisis del caso, auspiciada por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe). “Se encuentra en una cárcel del estado de Nevada, y aún asegura que se le está cobrando la factura de homicidio de su esposa Nicole y del amigo de ella, Ron Goldman”.
El juicio de Simpson, detalló Castro Alcudia, profundo conocedor del sistema de justicia estadounidense, se vio marcado sin lugar a dudas, por el “culto a la personalidad” que, centrado en deportistas y estrellas del espectáculo, es muy fuerte en la Unión Americana. “Simpson fue jugador de futbol americano, comentarista deportivo y actor; recibió a lo largo de su carrera diversos reconocimientos, entre ellos el de mejor corredor de la NFL; estos elementos no son irrelevantes”.
Quizá una de las imágenes más fuertes que perviven de aquel sonado caso, el primero en convertirse en un auténtico reality televisivo, se remonta al 17 de junio de 1994, cuando, cinco días después de que se encontrara asesinados, con lujo de violencia, a la ex esposa de Simpson, la alemana Nicole Brown, y a un amigo de ella, Ronald Goldman, el ex futbolista intentaba escapar de la policía a bordo de una camioneta blanca, mientras helicópteros de las televisoras estadounidenses seguían la persecución. El suceso provocó, incluso, la suspensión de la transmisión de un partido de la NBA.
Después, vendría el juicio de Simpson, que también se convirtió en un fenómeno mediático, pues las televisoras se dieron cuenta de la expectativa que generaba e incluso modificaron sus programaciones habituales para transmitir en vivo el proceso.
“Sería de suponerse que en un sistema de corte acusatorio “puro” como es el estadounidense, el caso Simpson debió haberse resuelto con rapidez y precisión”, explicó Carlos Castro; “sin embargo, esto no ocurrió así, por los numerosos factores que intervinieron, de principio a fin, en el proceso”.
Lance Ito fue el juez que presidió el juicio, y más tarde confesaría que “se había enamorado de los medios”. Tres fiscales llevaron el caso, el italomexicano Gil Garcetti, y los estadounidenses Marcia Clark y Christopher Darden. Creyeron erróneamente que el proceso fluiría con rapidez y sin complicaciones.
“La defensa de Simpson, integrada por 7 abogados, fue conocida como el Dream Team Judicial, refirió el abogado Castro Alcudia.
Uno de los personajes importantes del equipo, el afroamericano Johnnie Cochran, logró plantear el reclamo de que el juicio del ex futbolista estaba teñido de racismo; otro abogado, Robert Shapiro, era conocido por ser un “abogado de estrellas”. A ello se sumó la impopularidad de la policía de Los Ángeles, conocida por su violencia”.
Los defensores de Simpson aprovecharon todas las fallas a los protocolos de preservación de las escenas del crimen que existían en aquellos años, en que las pruebas de ADN eran una tecnología novedosa y aún poco empleada.
“En un sistema penal acusatorio es indispensable una estrategia cuidadosamente planeada: hubo una falla de apreciación en quiénes serían los testigos que declararían, porque dos de ellos, detectives de la policía angelina, fueron quienes incurrieron en fallas en la preservación de evidencias. Uno de ellos, Mark Furhman, cometió equivocaciones como llevarse a su casa evidencias antes de entregarse al almacén oficial: la defensa consiguió convencer al jurado –integrado en su mayoría por afroamericanos– de que muy posiblemente el detective había sembrado evidencia contra Simpson. Uno de los criminalistas, Dennis Fung, contaminó la escena del crimen empleando una sábana de una alcoba para cubrir los cadáveres.
“Los problemas más importantes del juicio residieron en la figura del primer respondiente, que el sistema acusatorio mexicano considera importantísimo, pues sólo con la capacitación constante es posible evitar todos los factores que influyeron para que Simpson fuera declarado no culpable”, concluyó Castro Alcudia.
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