
Yazmín Hernández es una madre soltera con dos hijos. Tras el incremento en el flujo de migrantes afrodescendientes en Mexicali, se ofreció en agosto pasado como voluntaria en el Centro Alfa y Omega del Centro Histórico de la ciudad, donde diariamente atienden con alimento y alojamiento a cientos de extranjeros provenientes de África y Haití.
Dentro de sus funciones, además del quehacer dentro del Centro, estaba el apoyar a los migrantes para que pudieran cobrar los envíos de dinero que les hacían amigos y familiares, ya que gran parte de ellos, al carecer de una identificación oficial válida en México, se ven imposibilitados para hacer ese trámite. Así fue como Yazmín conoció a Leslie Eduardo, un haitiano de 30 años, con quien se casará en un par de meses.
De acuerdo con las autoridades del Registro Civil de Mexicali, éste sería el primer caso oficial de matrimonio entre una persona afrodescendiente y otra de origen mexicano, tras la oleada de migrantes que ha arribado a Baja California desde el mes de mayo. Sin embargo, otros testimonios de los albergues afirman que hay ya otros casos de mujeres mexicanas que se encuentran en unión libre con hombres de Haití, la República Democrática del Congo, y otros países africanos.
“Este fenómeno apenas empieza a darse, seguramente también más adelante empezaremos a ver lo contrario, o sea, hombres de Mexicali o Tijuana que se casen con mujeres afrodescendientes”, expresó Sergio Tamai Quintero, encargado del Hotel del Migrante.
Leslie Eduardo, quien es originario de un pueblo empobrecido de Haití, comentó a Crónica que sus planes primordiales eran irse a Estados Unidos en busca de un mejor futuro, pues allá tiene familiares que emigraron tras el terremoto del 2010. Sin embargo, ahora que conoció a Yazmín, dijo que buscará establecerse un tiempo en Mexicali para después, entre los dos, analizar si prueban suerte en el vecino país.
“En Haití no hay nada a qué regresar, toda mi familia se salió, allá sólo hay hambre, muerte, pobreza. Estuve un tiempo en Sudamérica, ahí logré aprender algo de español. En México es el país donde nos han tratado mejor y ahora que he encontrado el amor no quiero irme”, mencionó.
Yazmín, en tanto, mostraba el anillo de compromiso que le dio Leslie Eduardo. Hizo referencia a que además de ayudar a su pareja en la regularización de su estatus migratorio, verá la forma de, más adelante, reunirlo con su familia en Estados Unidos.
“En cuanto nos conocimos él me empezó a invitar a salir, fuimos a comer. Inmediatamente hubo química y me dijo que le interesaba formalizar conmigo. Le pedí que no fuéramos tan rápido, pero la verdad es que me ha gustado su sensibilidad y sinceridad”, narró la mujer mexicalense.
Según la pareja haitiano-mexicana, Yazmín tiene un trabajo seguro que les permitirá afrontar los primeros gastos sin problemas, mientras que Leslie Eduardo ha logrado hacer trabajos en diversos establecimientos del Centro Histórico, pues tiene conocimientos de albañilería, plomería, electricidad y demás.
Ambos están conscientes de que una vez casados, será más fácil para Leslie Eduardo encontrar un empleo estable, pero también el poder tramitar el crédito para una casa de interés social.
“Por lo pronto vamos a rentar una casa. Leslie es muy lindo conmigo, además yo tengo dos hijos y él los trata muy bien. Estamos convencidos de casarnos y lo voy a ayudar en lo que pueda respecto a su situación migratoria y su intención de que más adelante podamos probar suerte en Estados Unidos”, agregó Yazmín.
Entrevistados en el Centro Histórico de esta ciudad, Melissa y Víctor, ambos originarios de la República Democrática del Congo, aseguraron que hasta ahora, ellos mismos o con ayuda de otros migrantes han solventado sus gastos de comida.
Víctor expuso que incluso varios de ellos ya han empezado a pedir trabajo en establecimientos del primer cuadro de la ciudad, en tanto esperan la cita en Calexico, California, para la solicitud de asilo político.
“No hay comida, no recibimos comida, nosotros tenemos que comprarla. La familia no nos puede mandar dinero, no nos puede ayudar, entre nosotros nos ayudamos, a veces nosotros a otros hermanos, a veces ellos a nosotros, pero ocupamos comida”, señaló.
Melissa también dijo que si bien es cierto que reciben refugio para pasar las noches en los centros de apoyo al migrante, el alimento es el problema, pues en muchas de las ocasiones ellos mismos deben comprar su comida y agua.
Ella salió hace prácticamente tres meses de Brasil, donde dice que aún hay miles de migrantes afrodescendientes que buscan llegar hasta México, sin contar los que empezarán a salir de sus países hacia el continente americano.
La migrante congolesa, quien trabajó un par de años en países sudamericanos, subrayó que entre ellos adquieren los alimentos y preparan platillos que se comparten en las cocinas de los albergues, aunque no siempre tienen garantizadas dos comidas diarias. Explicó que hay preocupación, pues en el caso de ella, tiene una semana que llegó a Mexicali, pero tiene la cita en Calexico hasta el 9 de diciembre, por lo que durante casi seis semanas deberá ver la forma de solventar su alimentación.
Los extranjeros afrodescendientes confirmaron que el gobierno de Estados Unidos ha reducido de nueva cuenta el número de citas diarias para solicitud de asilo, por lo que en vez de 40 diarias, ahora son 20 máximo. Asimismo, confirmaron que de acuerdo con la comunicación mantenida con otros migrantes africanos y haitianos que aún no llegan a Baja California, miles se encuentran varados o en tránsito entre Panamá y Costa Rica.
André y Sebelis, originarios de Haití y la República Democrática del Congo, respectivamente, se dan a la tarea de apoyar en el marinado del pollo todos los días. Posteriormente las mujeres se encargan de hacer el guiso junto con el arroz y las legumbres, para tenerlo listo antes del mediodía, cuando los empiezan a buscar para la venta del platillo.
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