
¿La verdad se construye socialmente y varía según el contexto cultural e histórico o es una construcción social, pero también política, influida por las relaciones de poder y discursos dominantes, como lo entiende el filósofo fránces Michel Foucault?
Sin duda, los discursos dominantes crean una verdad sui generis. La primera gran mentira de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador es el montaje de una Cuarta Transformación en la historia actual de México. Antes de comenzar su presidencia se refería a que su gestión, a través del Movimiento de Regeneración Nacional, sería tan importante como el de Independencia, el de Reforma y el de la Revolución. Como escribió hace unos días el doctor Ernesto Zedillo :”Parecía inverosímil que alguien, incluso un demagogo como el fundador de Morena, se atreviera a compararse con los mexicanos excepcionales que habían logrado sentar las bases de nuestra nación” (Revista Letras Libres, abril 2025).
Un momento crucial de finales del siglo XX en nuestro país, ocurrió durante la presidencia de Ernesto Zedillo, cuando fortaleció la Corte de Justicia y le procuró independencia del ejecutivo, como debe de ser y así nos enseñaron a mi generación y a mí en las lejanas clases de civismo: tres poderes independientes:el ejecutivo, el legislativo y el judicial. El italiano Norberto Bobbio argumentó que la democracia requiere la protección de los derechos individuales y la limitación del poder estatal (ver El futuro de la democracia, 1984). Esto último es justamente lo que han hecho a un lado la Cuatroté de López Obrador y contundentemente el Segundo Piso de la Cuatroté de la presidente Claudia Sheinbaum. Primero que nada, el Plan C del Obradorato era politizar la impartición de justicia, manejarla a modo y, desde luego, darle jaque mate a los órganos autónomos. Claudia Sheinbaum ha puesto en marcha las aspiraciones de su predecesor. Aun más, se apura a reformar la Ley de Telecomunicaciones para que La agencia de Transformación Digital, que depende de presidencia y dirige una sola persona, Pepe Merino, concentre un poder enorme. Acaso pensaron en el gobierno que el asunto pasaría inadvertido, pero los editorialistas de no pocos diarios y medios han puesto el dedo en el renglón, lo mismo que la gente que se expresa en redes sociales y no se diga las plataformas, como Latinus.
La presidente no soporta que la llamen censora y dijo que habra eso que llaman “conversatorios” para que se opine en el Congreso, un Congreso controlado por una mayoría morenista espuria. ¿No se debió luchar contra la mayoría morenista, misma que se sacaron de la manga desde mediados del año 2024? Como sea no se hizo.
El ex presidente Zedillo, que procuró en 1996 la integración de un Nuevo Consejo General del Instituto Electoral completamente autónomo, se reunió con Felipe Calderón del PAN, Santiago Oñate del PRI, Andrés Manuel López Obrador, en aquel tiempo dirigente del PRD y con Alberto Anaya del PT. Ésa, la de Ernesto Zedillo, fue una importante gestión democrática. Solange Márquez, en el diario El Universal, explica muy bien como se dieron esos encuentros, incluso uno previo entre el entonces presidente de la república y López Obrador.
Tras las negociaciones se escogio a un representante de la izquierda, un académico, José Woldenberg, y principió, a partir de un IFE independiente, el camino a la verdadera democracia electoral. En las elecciones presidenciales del año 2000, el presidente Zedillo anunció que Vicente Fox Quezada, que había sido gobernador de Guanajuato, era el legítimo ganador de las elecciones para presidente. Fue un momento extraordinario, estuviese uno a favor o no de Vicente Fox. México inauguraba la alternancia después del hegemónico PRI que, dicho sea de paso, creó grandes instituciones que la Cuatroté, “la transformación” ha destruido: Salud, Educación, Cultura, Ley. No me referiré a muchos de los postulantes a la carrera judicial a partir de la Reforma llevada a cabo por las Presidente y el poder legislativo, hay algunos que pertenecen a sectas religiosas o al narco.
Volvamos a Michel Foucault. En El orden del discurso (1970), Foucault analiza cómo el discurso se controla a traves de instituciones, como la educación y los medios de comunicación. El poder se encuentra enlazado al discurso y a la autoridad. Aquellos que controlan el discurso ejercen el poder sobre otros. Se busca el poder por medio del discurso, cosa que hemos constatado no en la democracias sino en los populismos como el de Donald Trump y el de Andrés Manuel López Obrador y ahora el de Claudia Sheinbaum. Crean la realidad con el discurso y se disputan significados, poder y control. Para eso se hicieron las “Mañaneras”, para que la gente crea en lo que allí se dice. El discurso o la narrativa era para Foucault un campo de batalla y los líderes populistas lo utilizan para producir animaadversiones entre los escuchas y que acepten “la verdad”del poder. Es una retórica para producir emociones y para crear un sentido de las crisis reales o para cencelarlas. Recordemos cómo abordó López Obrador la epidemia de Covid en un principio: quiso suprimir la emergencia y murieron cerca de 800 mil mexicanos. Donald Trump, en su primer mandato, anuló por un largo rato el desastre epidémico.
Además, los populistas construyen una identidad colectiva que se opone a la élite o los “otros”. AMLO recurría a la polarización todos los días. Sheinbaum, en estos días, ha respondido con furia ante la afirmación de que la Cuatrote y su Segundo Piso han dado muerte a la democracia. Ella contestó que Zedillo por medio del Fobaproa (fondo Monetario de Protección al Ahorro) surgido para el rescate de los bancos durante la crisis financiera de 1994-1995 endeudó a los mexicanos. Pero lo que no dice es que la deuda acumulada durante el sexenio de López Obrador, al cierre de 2024 era de 17. billones de pesos: 51 % del PIB. La deuda del Fobaproa, con el tiempo, llegó a dos billones de pesos, según dicen los economistas, y es como un 3% del PIB.
Aquí es cuando la realidad estalla contra el relato, el del discurso en el poder. Es decir, las mentiras salen a la luz como el vídeo de AMLO y varios personajes de su gabinete en un tren, listo ya, que llevaría al AIFA.