Opinión

Blanco, Zedillo, Trump

Cuauhtémoc Blanco
Cuauhtémoc Blanco El diputado morenista se salvó del desafuero

Todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. La frase aplica, según el gobierno, para Cuauhtémoc Blanco, pero no para el expresidente Zedillo que fue linchado por la 4T en la plaza pública, acusándolo de todo tipo de crímenes, desde desfalcos a la nación hasta complicidad con el narco, pasando por masacres inenarrables. A los aliados políticos se les presume inocentes a los adversarios se les quema en la hoguera de la plaza pública. Hay encubrimientos y venganzas, pero no justicia.

El gobierno está empecinado en blindar al exgobernador de Morelos y exfigura del futbol. A pesar del tiempo transcurrido no queda claro qué gana la 4T. Es cierto que la mayoría de las acusaciones contra Blanco provienen de exfiscales bajo sospecha o parientes agraviados, pero el actual gobierno de Morelos, que también es de Morena, lo acusó de desfalcos millonarios. Ninguna acusación prospera porque alguien dio la orden de protegerlo y esa instrucción se está cumpliendo al pie de la letra.

El expresidente Zedillo está en el otro lado la moneda. Como escribió un texto crítico al gobierno en la revista Letras Libres se le ubicó como el villano de moda. La respuesta de la 4T en su contra ha sido de tal magnitud que hasta miles de mexicanos menores de 40 años que no lo tenían en el radar ya conocen su nombre y su calidad de demonio del neoliberalismo.

La operación para triturar a Ernesto Zedillo es de libro de texto. Es un modus operandi patentado por Morena desde los tiempos en que el verdugo mediático era Jesús Ramírez que seguro cobra derechos de autor. Da la impresión de que se les pasó la mano, de que no era para tanto. Zedillo no tiene un grupo político que lo respalde, no posee una fortuna para salir en Forbes, no busca formar un partido político, no acude a marchas o mítines; ni siquiera tiene, según hemos visto, amigos en los medios. ¿Es necesario hacerlo papilla y dejar de lado la presunción de inocencia? El gobierno considera que sí.

Con Donald Trump se sigue otra estrategia, ni se protege ni se lanza la caballería, a Trump lo capotean. Se evita la confrontación, el choque mediático, se gana tiempo. Claro que la propuesta de mandar tropas yanquis a pelear aquí contra los carteles mexicanos es una barbaridad, pero se trata de una de sus ofertas de campaña. Donald no quitará el dedo del renglón. Asumo que se trata de una frase impopular, pero Trump puede considerarse un benefactor inesperado. Como resultado de sus presiones, el gobierno mexicano ha podido, en un semestre, achicar al Cartel de Sinaloa y destruir casi mil laboratorios clandestinos. Va una pregunta incómoda, ¿sin la ayuda de los marines se podrá enfrentar al Ejército del Mencho, en particular las fuerzas especiales del CJNG? Se sabe que tienen armas de última generación, además de la protección policiaca en municipios de tres estados

No hay que dejar pasar la instrucción de Donald Trump de bajar el tráfico de armas desde Estados Unidos. Es algo inédito. Según la ATF, Trump fue claro y contundente: bajar el tráfico de armas cueste lo cueste. No se olvida que los carteles mexicanos ya han sido designados grupos terroristas, por lo que las armerías americanas que los pertrechan se pueden meter los líos legales enormes por comerciar con terroristas. Las penas, si llegan, serán mucho más severas. Si la instrucción de Trump se cumple cambiarán las reglas del juego. Seguirles la pista a las armas es relativamente sencillo, pronto se sabrá si la orden de Trump fue en serio o parte de su espectáculo mediático.

jasaicamacho@yahoo.com

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