Opinión

El próximo Papa

El personal que asistirá al cónclave presta el juramento para guardar el secreto

A partir de hoy y durante los próximos días, buena parte de la atención mundial estará puesta en el encuentro que tendrán 133 Cardenales para definir el nombre de quien encabezará la Iglesia Católica a partir de la muerte del Papa Francisco. Se trata, por supuesto, de una decisión de la mayor importancia para los fieles de la religión más extendida del mundo, pero también de uno de los asuntos más relevantes para la política internacional. En este sentido es necesario entender que el Papa es el pastor de la fe y creencia de cerca de 1,500 millones de personas, pero también un líder mundial cuya voz influye en la política internacional en temas tan relevantes como la paz y los conflictos entre naciones, la movilidad humana como derecho y como consecuencia de la violencia, la inclusión y el reconocimiento a la diversidad, el papel de la mujer en la sociedad, la pobreza y la desigualdad entre individuos y países, entre muchos otros.

Cuentan los especialistas en asuntos de la religión católica y de la política vaticana que la decisión que en cada Cónclave se asume tiene que ver con tres grandes asuntos: el papel que juega la Iglesia en el contexto mundial presente y en el futuro inmediato; la condición que la guarda la Iglesia respecto de su vida interna y en cuanto a su feligresía y, finalmente, la personalidad y orientación dogmática de los cardenales que son considerados como posibles sucesores del Pedro, el primer padre de la Iglesia Católica.

Atendiendo al contexto mundial en la actualidad y la perspectiva en años por venir, para comprender lo que sucederá al interior del Cónclave tendríamos que considerar la manera en la que el próximo Papa podría influir, con su actitud, ejemplo y postulados el papel que hoy están jugando líderes mundiales como Trump, Putin, Zelenzky, Jinping y Netanyahu, así como la postura que la Iglesia asumiría en conflictos y disputas como los que hoy se libran entre Rusia y Ucrania, Israel y Palestina o Estados Unidos y China, entre otros. De igual manera, habría que analizar aspectos como la ampliación de la brecha de desigualdad económica, la expansión de la inteligencia artificial en la vida cotidiana o los movimientos sociales por la igualdad entre mujeres y hombres, por señalar solo algunos, y la manera en la que la autoridad de una de las principales religiones del mundo se posicionará ante estos.

Por lo que hace a la condición de su vida interna y de la relación que guarda con sus feligreses, el análisis de la valoración que los cardenales podrían hacer tendría que incluir el reconocimiento de una división interna muy marcada entre tradicionalistas o conservadores y progresistas o liberales por la diferencia de opinión en temas que hasta hace unas cuantas décadas ni siquiera formaban parte del debate. De igual manera, sería imperioso asumir el déficit de nuevos seguidores de la fe católica por considerar a esta religión una alejada de los nuevos tiempos y tendencias propias de la era de la globalización, así como por escándalos de corrupción y abusos sexuales, entre otros.

Finalmente, en lo concerniente a la personalidad de los “papables”, la discusión se centraría en si la figura del Papa debe ser seria, ceremonial, severa y casi divina, o si conviene más un carácter afable, ameno y humano, más cercano a lo terrenal. Por lo que hace a la ideología y orientación dogmática de los posibles sucesores de Francisco, la evaluación tendría que incluir si lo que se busca es a un defensor de las ideas del cristianismo clásico o a alguien con la apertura para asumir nuevas formas de entender e interpretar la religión y el dogma frente a una época muy distinta a la planteada por la Biblia y a sus principales postulados.

En este contexto, y a partir de los grandes asuntos que muchos especialistas consideran como necesarios de valorar, creo que la decisión de Cónclave podría inclinarse por los cardenales Pietro Parolin, Luis Antonio Tagle o Pierbattista Pizzaballa. En lo personal, y tras un análisis de las cuestiones ya planteadas, creo que el cardenal Pizzaballa puede resultar elegido como próximo Papa. Sin embargo, las valoraciones de un laico pueden tener muy poco que ver con lo que el Colegio Cardenalicio considere oportuno para la Iglesia Católica. Muy pronto, el humo blanco anunciará la perspectiva de la fe católica para los próximos años y el papel que su máximo líder jugará en el escenario internacional.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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